Capítulo 29. Mi Infierno personal.

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Capítulo XXIX. Mi Infierno personal.

“Katsa se encontraba en un almacén, para no romper la costumbre. Pero no era similar a los demás, en este almacén sentía algo oscuro, más bien, la presencia de alguien oscuro. Por este motivo, poder sentir su aura, creía que se trataba de alguien con magia. Aunque quizás era alguien sin magia, pero muy poderoso, no habría otra explicación a que pudiera sentirlo.

Comenzó a caminar desorientada, nunca había estado en un almacén similar, los otros tres en los que había estado, eran muy similares respecto a los otros. Éste, sin embargo, no tenía nada en común. Era amplio, muy amplio a decir verdad, y tenía unas escaleras al fondo del almacén que, si las subían, daban a una segunda planta del almacén, la cual podía verse desde abajo, ya que en el centro de la segunda planta, lo que se veía eran plataformas enlazadas entre sí, conducían de un lado hacia el otro.

Donde Katsa se encontraba, en la planta de abajo, había varias máquinas oxidadas, debía llevar mucho tiempo sin utilizarse aquel almacén. También se percató de que había tablones de madera y barras de metal. ¿Qué hacía algo como eso en un almacén aparentemente abandonado?

Katsa avanzó un poco más, lenta y cuidadosamente, hasta que llegó a las escaleras, por las cuales dudó un momento si subirlas o no, pero al final tomó valor y las subió. Total, abajo no había nada más de lo ya mencionado.

Para poder subir, Katsa tuvo que cubrirse las manos con las mangas de su camiseta, tirando de ellas para que les tapasen las manos. Cuidadosamente, fue subiendo, hasta que llegó a lo que era el suelo de la segunda planta, una plataforma de metal. Katsa no tenía miedo a las alturas, pero aquel lugar no le gustaba nada, pensar que aquella plataforma podía romperse casi con mucha facilidad, no es le alentara a estar bien y permanecer ahí, sino todo lo contrario.

Caminó cuidadosamente por la plataforma, hasta llegar a las que ejercían como puentes, ya que te conducían de un lado al otro. A cada paso que daba, la plataforma se movía, podía notarlo. Estaba cien por cien segura de que la plataforma, al final, terminaría cediendo y caería de bruces al suelo.

Finalmente, logró llegar al otro lado de aquel puente-plataforma. Al no haber allí una puerta o algo parecido, decidió tomar otra de las plataformas y probar suerte. Pero algo le hizo caer de bruces en ella, quedando su mirada fija en el suelo, y no porque tuviera miedo, sino porque allí yacía una persona, un cadáver. No podía verlo bien, y tampoco es que quisiera verlo bien, por lo que no sabía quién era, lo único que podía hacer, y era lo que estaba haciendo, era comenzar a hiperventilar, notando cómo el aire llegaba dificultosamente a sus pulmones. Así mismo, tampoco podía dejar de mirarlo. Sin apartar la mirada de él, se levantó cuidadosamente y fue dirigiéndose por la plataforma hasta la escalera, pero de repente chocó de espaldas contra algo, o más bien, contra alguien.

Temiendo por quién pudiera ser, se giró lentamente, hasta que pudo ver de quién se trataba.

- ¿Sorprendida? – preguntó una voz angelical.

- Sí. – susurró Katsa –. ¿Qué haces aquí?, Leila.

- Está claro, ¿no? – dijo mirando a su alrededor –. Te enseño el futuro.

- ¿El futuro? – preguntó confusa, sobre todo por el cadáver.

- Ven conmigo, Katsa. – le dijo Leila mientras caminaba hasta el final de la plataforma, hacia donde Katsa se dirigía: las escaleras.

Leila fue la primera, tanto en comenzar a caminar como en bajar las escaleras. Ahora que la había visto bien mientras bajaba las escaleras, al mirar hacia abajo para ver dónde debía poner los pies y las manos, se percató de que Leila no iba de blanco como siempre, sino de negro. ¿Eso significaba algo?, ¿era algo relevante o irrelevante? No podía pensar en ello ahora.

La chica del Dragón [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora