La chica del Dragón [TERMINADA]

Capítulo 7. Alessia

Capítulo VII. Alessia

Cuando Katsa se despertó a las 09.00 a.m. a causa de su alarma al día siguiente, domingo, tampoco sabía si Logan y ella irían a correr. El día anterior le había dicho que no, pero porque quería hablar con ella, y bueno, porque acababa de salir del hospital prácticamente. Pero ella se sentía bien aquel día. Le dolía un poco el corte de la pierna, pero aun así podía correr perfectamente, lo malo era que tendría que ponerse pantalones, o mallas, largos para que no se le viera. No quería explicar a nadie cómo se hizo un corte así. Tal vez a Logan sí, pero él no sería el único que preguntaría.

Quería despejarse un poco, así que, aunque Logan le dijera que no, ella iría a correr sola si hacía falta.

Antes de entrar en el baño para vestirse, lavarse la cara y peinarse, le envió a Logan un mensaje preguntándole irían o no a correr. Se curó y vendó los cortes, el de la pierna y el de la mano – este último era el que más le dolía – y se dispuso a arreglarse.

Ella era diestra, por lo que tener un corte profundo en la palma de su  mano derecha no es que le ayudara mucho a seguir haciendo las cosas que hacía. Si cogía peso, le dolía mucho e incluso le empezaba a sangrar. Lo comprobó la tarde del día anterior, cuando tuvo que limpiar ella sola la casa ya que su madre estaba con su tía y su padre trabajando, y durante un mes sería ella quien se ocupase de la casa entera y de ella misma, y con la mano así, le era bastante complicado.

Salió del baño mientras se ponía una sudadera blanca de Adidas, con el logo en color rosa, a juego con sus mallas, blancas con una franja rosa en los laterales, y vio que su móvil lucía. Ya tenía el mensaje de contestación de Logan: “Si te encuentras mejor, está bien. A y media estoy abajo. Un beso”.

Cuando leyó el mensaje, no pudo evitar sonreír, le había vuelto a poner “un beso”, como hacía siempre.

Según parecía, no estaba enfadado por lo ocurrido la mañana anterior, y tampoco la hacía a un lado como si fuera un monstruo o algo parecido, la seguía tratando igual. O al menos por el momento.

Ese último pensamiento, la estuvo perturbando el día anterior desde que entró en su casa y se quedó sola. Creía que tal vez en el momento en el que se lo contó, o más bien, en el momento en el que leyó la carta, le había parecido algo bueno, algo especial, pero que tal vez, con el tiempo, si lo pensaba y veía lo que podía hacer, algo que incluso ni ella misma sabía aún, tal vez se asustaría y la haría a un lado, teniéndola como a un bicho raro o a un monstruo.

Se sintió mal por pensar así de él, su mejor amigo, aquél por el que empezaba a sentir algo más que amistad, aquél por el que daría su vida sin pensarlo.

Este último sentimiento hizo que se ruborizase.

Su madre aún dormía, y su padre posiblemente ya se había ido, así que entró en la cocina, se bebió un vaso de zumo, subió a cepillarse rápidamente los dientes, y bajó por las escaleras rápidamente, lo que hizo que en uno de los escalones pusiera mal el pie y cayera rodando por las escaleras.

Estando en el suelo, no pudo evitar sentir un fuerte dolor en la pierna en la que tenía el corte, pero a la vez reírse. Nunca podía evitar reírse con una caída aunque fuera la propia.

Se levantó rápidamente, se miró la herida bajo el vendaje, volvió a tapársela con las mallas y salió por la puerta, intentando ocultar el dolor.

- Buenos días, Kat. – dijo alegremente Logan cuando la vio salir por la puerta.

- Buenos días, Logan. – contestó mientras le daba dos besos. – Veo que estás de muy humor hoy.

- Sí, es que le he estado dando vueltas esta noche a lo de tu marca. – dijo señalándola.