SOLO POR TI

CAPITULO 22

Limpiaba una y otra vez las lágrimas que rodaban por mis mejillas; abundantes y dolorosas, haciéndome ver más patética de lo que me siento, doblo mis piernas y escondo mi rostro entre mis rodillas, aquel sentimiento de dolor no se quita por más que trato de darme a la idea que la intimidad entre ellos tenía que pasar porque eran pareja al final, mi pensamientos se desvían a la realidad que yo solo soy la persona que ha venido a interferir entre ellos, eso es más doloroso, había llegado hacer la manzana de la discordia en una relación creando un triángulo amoroso donde la única que sufría y lloraba amargamente en las noches, cubría su rostro de felicidad en el día, se daba ánimos constantemente cuando las fuerzas se le acaban, solo era yo, y en fondo una voz que me grita que me rinda y continuara mi camino sin él se escuchaba con mayor fuerza, pero es apagado por mi necedad que anima a volverlo a intentar una vez más.

En las noches lloro mis fracasos y al amanecer me doy ánimos diciéndome que estoy alcanzó su corazón y poco a poco él está viniendo hacia mí, podría ser más ilusa. Mis atenciones hacia él, mi cambio de look y actitud, no me están ayudando porque todo era opacado por la inocencia proporcional de Hinata, sus pequeños accidentes: me torcí levemente el tobillo al caminar. Enfermedades: refriada y migrañas que la hacían llorar y por último las constantes intervenciones cuando lograba acercarme a Naruto, era como si tuviera un GPS porque sabía precisamente donde estábamos o en qué momento yo aparecería junto a él.

Nuestro último encuentro en el baño del centro comercial, momento que deseo tanto olvidar

–– Te vez linda –– comento con una mueca burlona al llegar a mi lado, alcé la mirada y la vi en el reflejo del espejo –– Miento, porque dicen que la mona se vista de seda mona se queda.

Eleve una ceja al verla. Otra vez sabía dónde estábamos, suspire para mis adentros y sonreí de lado, ocultando mi molestia que llegara a interrumpir mi momento con Naruto.

––¿Qué haces aquí? Ah no me digas, vienes a cuidar a Naruto –– Frunció levemente el ceño al saber hacia dónde iba mi comentario –– Dime no te sientes tan segura del amor que siente Naruto hacia ti que te has rebajado hacer una perseguidora para asegurarte que lo inevitable ocurra.

Al intento de volverme a abofetear por mi osadía, la detuve.

–– Esta vez no Hinata –– Mascullé entre dientes y le apreté el brazo fuerza –– Que tratas de defender, el amor imaginario que dicen tener, puedes gritarme en la cara que te acuesta con él, de la forma más descarada posible, pero sabes que al final piensa en mí y la que desea es a mí, por eso no se niega a verme por qué sabe que esos momentos son los únicos de felicidad verdadera que tiene, porque tú no lo haces feliz.

Solté. Dios mío, por dentro me sentía tan falsa al decir eso, porque sabía que nada de eso es cierto, que la persona que le montaba la perseguidora era yo, y en ocasiones cuando se negaba a salir le indicaba que solo era salida de amigos para volver a retomar la amistad de antes, un antes que jamás volvería porque nuestra relación ya no era lo de antes y el ambiente creado entre los dos lo manifestaba.

La solté ante su silencio confiada que con mis mentiras la había hecho quebrar, me confíe, porque el golpe vino hacia mi casi al instante de verse liberado de mi agarre.

––¡Tú nunca me lo quitarás, porque primero te mato! –– Grito con rabia –– Desde niños siempre hemos estado juntos y en nuestra adolescencia nos juramos que nos amaríamos y formaríamos una familia, no permitiré que tú arruines lo que por tanto tiempo hemos planeado y lo que hemos deseado. Se buena perdedora y apártate de nuestro camino, de mi camino.

Baje la mirada por un segundo y mis ojos se oscurecieron por la rabia, este debería ser el momento en el que me sienta mal, este debería ser el momento en el que me plantee y mi sienta tan basura por querer destruir los sueños y promesas de amor de una pareja que está formada desde la adolescencia ¿Debería? Pero...