Capítulo 20. Secuestro.

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El suelo estaba tan frío que penetraba dentro de sus huesos provocándole un ligero dolor que le hacía sentir escalofríos. La soga atada a sus muñecas estaba tan apretada que ya no sentía sus manos y peor aún, la posición en la que se encontraba no favorecía mucho la situación. Tenía una venda atada a los ojos que le cegaba de cualquier posible escena o persona a su alrededor y comenzaba a sentirse débil ya que no había ingerido un solo alimento desde que había llegado.

La puerta de la habitación donde estaba se abrió de golpe asustandola. Sentía la presencia del sujeto que la había llevado hasta ahí pero no conocía su voz pues no le había hablado desde que llegaron al lugar.

          —¿Quién eres?-preguntó en busca de respuestas.

Él se acercó hasta su posición y la tomó con ambos brazos para ayudarla a sentarse, después se retiró y a lo lejos Génesis escuchó murmullos entre dos personas pero no logró identificar alguno de ellos.

Estaba tan aturdida que se desmayó y cayó al piso, cuando volvió en sí estaba de nuevo sentada y atada con una soga en el cuerpo pero sin la venda, ahora podría enterarse de todo aunque su cabeza diera mil vueltas. Observó el cuarto con detenimiento: apenas y se veía en la oscuridad ya que no tenía mucha iluminación, en el suelo se encontraban un montón de latas de pintura y a un costado un colchón viejo en mal estado, había una sola entrada y ninguna ventana.

La puerta volvió a abrirse dejando ver una figura femenina con una larga coleta y un cuerpo bien delineado. Dió unos cuantos pasos a su alrededor mientras que Génesis la seguía con la mirada para intentar descifrar de quién se trataba.

          —¿Dónde está Charlie ahora para salvarte?-dijo riendo como psicópata.

La voz le heló la sangre, el miedo comenzó a expandirse por todo su cuerpo haciendo que sus músculos no respondieran.

          —Me recuerdas, ¿verdad?-exclamó poniéndose en su frente para verla a los ojos.

          —Y...yo..-tartamudeó.

          —Se te acabó el jueguito, perra.

Natalia se reincorporó dejando caer la palma de su mano sobre la mejilla colorada de Génesis y antes de que pudiera volver a voltear la golpeó fuertemente del lado contrario. Se burló de nuevo sin parar cuando las involuntarias lágrimas inundaron el rostro temeroso de la chica y se dió media vuelta para marcharse.

Los mechones ondulados le cubrían la cara ocultando el llanto desesperado, el cuerpo le tembló tan sólo de preguntarse que era lo que se podía esperar en manos de Natalia y reclamó mil veces al destino hacerla pasar una vez más por el interminable sufrimiento, ¿acaso había hecho algo mal? ¿se merecía todo lo que estaba ocurriendo?

          —¡No la toques otra vez!-gritó otra voz.

Se alarmó enseguida al escuchar a Rubén, pero la esperanza llegó al creer que podría salvarla. Después de todo era un buen chico y aunque no lo amaba sentía seguridad a su lado.

          —¿Estás bien?- soltó preocupado acariciando su hinchada mejilla.

          —Sácame de aquí por favor -suplicó.

          —¿Para que vuelvas con el hijo de puta ese? Ni loco.

Entonces entendió que Rubén no estaba ahí para salvarla, quizás él y Natalia habían planeado todo.

          —Cariño, ahora por fin estaremos juntos-sonrió.

Génesis se removió para librarse de sus manos, giró su cabeza hacia otro punto en la habitación para evitar contacto hasta que él tomó su mentón obligándola a verlo.

          —No te pongas pesada dulzura, no es conveniente en estos momentos. Pronto nos iremos de aquí así que espero que estés lista y vayas olvidando a Charlie-exclamó con una tierna voz.

Después de haberle amenazado salió de la pequeña habitación. Génesis comenzó a llorar de nuevo angustiada, agachó la cabeza sin dejar de lamentarse hasta quedarse dormida de nuevo.

Cuándo despertó estaba recostada sobre el viejo sillón aún con las muñecas atadas por detrás de su espalda. Comenzó lentamente a abrir los ojos viendo una silueta sentada frente a ella.

          —¿Tienes hambre zorra estúpida?-preguntó Natalia.

Génesis negó con la cabeza, lo menos que buscaba era alimentarse aunque su débil cuerpo le gritara que tenía que hacerlo.

          —Toma.

Natalia acerco un vaso con agua hasta la cara de la chica simulando ponérselo en los labios.

          —¡He dicho que tomes!-gritó furiosa.

Al ver su negación Natalia explotó tirándole el agua encima empapandola del líquido. Génesis jadeo moviendo la cabeza para secarse pero le era imposible con las manos atadas, cuándo logró abrir los ojos notó que Natalia acercó un cuchillo hasta su garganta inmovilizandola.

          —Podría matarte ahora mismo, pero seguro que Rubén me mataría a mi.

Ante eso se levantó de su lugar y se encaminó hacia la puerta cerrandola con llave. Génesis se acomodó de nuevo estrellando la cara contra la desgastada tela que cubría los resortes del colchón para gritar muy fuerte, quería volver a su casa, con sus padres, con Charlie, terminar cuánto antes con la pesadilla.

Por la noche llovió, alimentando las goteras de la habitación en la que se encontraba haciendo el suelo más frío de lo acostumbrado. Al pasar los minutos el colchón sobre el que se reposaba comenzó a mojarse absorbiendo cada gota y tornándose helado, el escalofrío llegó hasta su cuerpo para avisarle que tendría que cubrirse pero no había con que.

Al fin decidió dormir como fuese, no importaba donde estaba ni lo que tendría que soportar teniendo a Charlie de su lado.

          —¿Estas muerta?- exclamó Natalia dando pequeños toques en su hombro- tengo demasiadas ocupaciones para estar cuidándote

          —¿Qué buscas conmigo?-se enfrentó viéndola.

          —Alejar a Charlie.

          —Dejame ir, no le buscaré nunca más.

          —¿Es que te crees que soy estúpida verdad?-cuestionó- No me distraigas, estoy bajo mucha presión y es difícil escoger.

          —Podemos ser amigas, comenzar de nuevo.

          —Amor mío, esto apenas empieza- dijo por último para entrar nuevamente sobre el Marco de la puerta.

Charlie Puth. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora