Capítulo 29. Otro día más.

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—Linda...-susurraba Charlie meneando a Génesis.

—¿Uhm?..-contestó somnolienta.

—Necesito llevarte a casa.

—Estoy en ella-sonrió.

—Con tus padres.

—No quiero volver ahí.

—No comprendo.

Génesis llevó las palmas hasta sus ojos para tallarselos, después se levantó un poco de encima de los cojines que llenaban para quedar a la altura del chico que estaba sentado a su lado.

—No quiero ver a mi padre.

—¿Qué sucede con él?

Termino de sentarse a un costado sintiendo el nudo en su garganta formarse, pero reprimió con fuerza las lágrimas para no llorar.

—Me engañó-suspiro.

—¿Con qué?-preguntó el chico confundido.

—Ha estado viéndose con una rubia estúpida.

Abrazó sus rodillas para esconder la cabeza entre ellas, incluso le causaba más vergüenza esa confesión a ella que a su mismo padre.

—Ven aquí-ordenó Charlie.

La chica se arrastró enseguida hasta él posandose entre sus piernas y recargandose en su pecho. Él la rodeó por la cintura con una mano mientras que con la otra acariciaba su corta melena, depositando un tierno beso en su frente.

—Quizás estaba confundido.

—No tengo porqué justificarlo.

—Algunas veces sucede.

—¿Te ocurrió?-cuestionó nerviosa, viéndolo a los ojos.

Sintió los pelos de punta al escucharle, ¿le había pasado acaso? ¿con ella? ¿con Natalia? La paranoia se hizo presente bombardeandola con miles de preguntas angustiosas.

—Contigo nunca-menciono besándola en los labios.

Suspiró aliviada por su respuesta y volvió a su escondite.

—No quiero regresar.

—De todas formas algún día tendrás que escucharlo.

—Ahora no puedo, le tengo tanta rabia.

—Bien, pero debes volver.

Chilló como niña pequeña a las órdenes de su amado pero después de una rato de berrinches cedió. Tenía que dejar de ser cobarde y no esconderse de su padre, Charlie le daba bastante fuerza para enfrentarse con él.

—¿Alex?

—Mierda, son las dos de la mañana. ¿Qué sucede?-contestó el chico al otro lado.

—Necesito que nos recogas, ¿cuanto tardas?

—Por ti, ahora mismo estoy allá precioso-bromeó.

—Bien-rió Charlie.

Colgó el teléfono y se lo guardó en el bolsillo, abrazó a la chica para protegerla del frío esperando que su fiel amigo no tardase en llegar y pareciendo mentira después de 5 minutos aparcó el coche frente suya.

—¿Qué tal guapo?-gritó dentro-¿Cuanto cuesta la noche?

—Para ti es gratis.

Alex mostró una gran sonrisa casi perfecta como la de Charlie, río a carcajadas al escuchar la supuesta oferta de su amigo y los invitó después a subir. Como siempre, Génesis iba detrás por petición propia, le incomodaba un tanto estar cerca de Alex y además disfrutaba verlos charlar juntos.

—No tardes mi amor-dijo Alex al ver a Charlie bajar.

—Cállate-sonrió.

Génesis observó al chico en el auto encontrándose con sus ojos, las mejillas le ardieron al intentar agradecerle por todo lo que se había molestado hacer, hasta que Charlie tomó su mano dándole seguridad.

—Gracias Alex..-susurró.

—Es un placer.

Ambos se encaminaron hacia la puerta, tomados de las manos esperando no encontrarse con alguno de los padres de la chica. Charlie paró frente a la puerta y la atrajo hacia él pasando su brazo por su cintura besándola fugazmente.

—Pasaré mañana por ti para ir al colegio.

—Está bien-suspiró.

—Tranquila, estoy aquí.

Génesis asintió con la cabeza a sus palabras, se puso en puntas para darle un último beso a sus labios y después giró para entrar
por la puerta. Antes de cerrarla dió un último vistazo hacia Charlie que corria al auto, se recargó en ella esperando que partieran, pensando en lo feliz que se sentía tenerlo a su lado.

La señora Janseen esperaba en la sala angustiada con una taza de café a la mitad, cuando la vio encender la luz reaccionó al instante abalanzandose en su contra dando gracias a sus rezos.

—¿Dónde estabas?-gritó.

—Con Charlie.

—Que suerte, he creído que algo te había sucedido.

—¿Y papá?-cuestionó con los puños cerrados.

—No lo sé cariño, no ha aparecido por aquí.

—Cobarde-maldijo por lo bajo.

—¿Uhm?

—Perdón, estoy cansada-mintió- ¿Vamos a dormir?

—Sí cariño.

Madre e hija subieron a sus respectivas habitaciones, La señora Janseen fue a su cuarto para darle las buenas noches arropandola como de niña, Génesis la vio mientras acomodaba la cobija a su alrededor y pensó en confesarle la verdad, pues era justo. No le cabía en la cabeza cómo había sido posible que su padre la cambiará por tan poca cosa si jamás nadie le llegaba a los talones a su madre, pero no lo hizo por temor a causarle otro dolor que le quitara el sueño y las ganas de vivir igual o peor a los dolores propios.

—Te amo mamá.

—Yo también pequeña.

Después que acabó salió apagando la luz y cerrando la puerta, Génesis se acomodó sin dejar de preguntarse mil veces cuándo acabarían los problemas hasta que se durmió.

El reloj de la mesita marcaba las 7:30 de la mañana, sin pensarlo dos veces se levantó para ducharse, se colocó una camisa blanca adornada con pequeños girasoles, un pantalón de mezclilla y unos converse, enseguida se tomó el cabello en una coleta y se arregló el rostro con un poco de maquillaje. Acomodó sus pertenencias en la mochila y bajó para desayunar, en la mesa ya estaban puestos varios platillos que le encantaban, no podía despreciarlos por más que quisiera pues su estómago comenzaba a gruñir.

Terminó para las 7:55, se despidió de la señora Janseen y corrió a esperar fuera a Charlie, le habían cambiado las sensaciones por dentro, ahora sentía alegría, dicha y paz en su interior. Su chico tenía gran influencia en su vida, estaba siendo la persona más feliz de todo el mundo en ese instante y aún más cuando lo vio llegar.

—¿Lista?

—Contigo, a dónde sea.

Pero cambió su expresión por una más enfadada al ver a su padre arribar en el auto con la rubia a su lado.

Charlie Puth. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora