Capítulo 30. Bienvenida.

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La rubia bajó del coche con aires de grandeza alzando su cabellera en el aire, rodeó el lugar para encontrarse con el señor Evan y lo tomó del brazo como su madre acostumbraba hacer. Sonrió triunfante al ver a la chica del otro lado enfurecida, después observó detenidamente a Charlie que estaba de espaldas y caminó sin quitarle los ojos de encima, recorriendolo de pies a cabeza.

Génesis pronto captó las miradas insistentes contra su chico, además de sin vergüenza era una descarada y le repateaba que su padre no lo notara.

          —No te atrevas a entrar o te va a pesar-amenazó.

A media calle el señor Evan paró de golpe con sus palabras, se quedó viéndola sin saber que decir, no tenía derecho y bien lo sabía pero tenía que afrontar las consecuencias de sus decisiones.

          —Es que no puedo creer que te decidiste a traer a esta cualquiera-gritó.

          —Sólo vine a despedirme-contestó el señor.

          —¿Despedirte?-respondió la señora Janseen con voz temblorosa.

La vio de pronto en el marco de la puerta principal, con la mirada confundida, las piernas flaqueandole y los nervios a punta, ¿era justo siquiera? De verdad se estaba atreviendo a dejar a la mujer que algún día pensó amar hasta morir, la que le brindó la mayoría de alegrías en su vida. Pero todo estaba hecho, sintió el estómago brincarle de nervios como cuándo la miró recorrer el altar el día de su boda, aunque ahora no fuese por alegría.

          —¿Qué sucede?-volvió a cuestionar.

Y la rubia que desde que había llegado no paraba de ver a Charlie volteó sonriente sólo para mostrar el brillante anillo que llevaba puesto de compromiso, recargó la cabeza sobre el hombro del señor Evan y soltó una risita burlona al ver la expresión de horror de la chica.

Charlie se dedicaba a ver sólo a Génesis para hacerle saber que no tenía intención alguna de fijarse en otra mujer. La abrazó por la cintura cuando se percató del pequeño movimiento de su cuerpo queriendo atacar a la rubia, sosteniendola fuerte para no dejarla escapar.

La señora Janseen, sin habla por la sorpresa tomó aire para tranquilizar su actuar. La decepción le llegó pronto al corazón haciéndola sentir un vacío en el pecho, entendía todo ahora mismo, la ausencia de su esposo, las llamadas persistentes de la mujer por el teléfono, las llegadas tarde. Con orgullo levantó la cara para hablar con el señor Evan que esperaba tan siquiera una palabra o gesto hacia la verdad, se acercó un poco a él y dejó caer fuerte la palma de su mano volteandole la cara.

          —Tu regalo de bodas-afirmó.

Se giró para ver a su hija que estaba intranquila por los hechos, tomó sus mejillas y besó su frente sin soltar ninguna lágrima. Tenía que ser fuerte por la pequeña y si su padre no tenía el valor suficiente de estar con ella la señora Janseen se encargaría de proporcionarle todo el amor que necesitara.

          —Ve al colegio, no llegues tarde.

Génesis sonrió enseguida, estaba muy complacida con lo que había hecho su madre para solucionar el problema y la abrazo como última instancia.

Pero vió a su padre, con más odio que nunca. Sus ojos se encontraron y ella rogó en silencio porque no se fuese con la rubia, él era un pedazo de su corazón y no podía soportar tenerlo lejos apesar de lo que había decidido hacer, por su madre aguantó las ganas de hincarse a suplicarle por que se quedara, tomaría fuerzas de ella para resistir el abandono de su querido padre.

Charlie abrió la puerta del coche cortésmente como siempre y ella se encaminó hacia el auto en lo que él tomaba su lugar. Antes de subir vio por última vez a su padre con la rubia encima sobandole el rostro, sintió una punzada de ironía y decidió enviarles sus más cariñosos deseos

          —Espero que sean muy infelices-exclamó.

          —Eres la mejor -dijo Charlie a carcajadas dentro del auto.

El camino al colegio estaba torturandola, sentía los nervios manifestándose con escalofríos por todo su cuerpo. No sería fácil volver a presentarse con sus compañeros así de repente después de haber estado desaparecida y estar cerca de Natalia no le agradaba en lo más mínimo, se removió incómoda en el asiento tomándose los dedos para entrelazarlos agachando la cabeza hasta que sintió el cariñoso beso de Charlie en su mejilla, era increíble, podía borrar cualquier sentimiento angustioso con tan solo mostrar su gran y perfecta sonrisa.

          —Todo saldrá bien.

El ambiente cambio enseguida al aparcar fuera de la universidad. Como siempre los alumnos y maestros llenaban el lugar muy temprano algunos más apresurados que otros llevando mochilas, portafolios y demás, Charlie bajo del auto encaminandose a la puerta de la chica, tomó su mano y volvió a besarle en los labios.

De su palma caminó a un lado de él sintiendo las miradas de todos sobre ella como queriendole cuestionar porque se había ausentado, se concentró en seguirle el paso a Charlie con la cabeza agachada sin decir ninguna palabra hasta llegar al aula, donde se sintió aún más agobiada por ser el centro de atención y murmuros.

          —Hola Génesis-externó la profesora de biología con una sonrisa.

          —Ho... hola-tartamudeó.

          —¿Lista?

          —Eso creo...

Todos en el aula se levantaron y recorrieron las bancas hasta el tope con la pared, buscaron entre sus mochilas pequeños carteles de bienvenida y buenos deseos que se colocaron frente, caminaron entre sí para formar un círculo dirigiendose hacia Génesis que estaba extrañada por lo que sucedía.

Las lágrimas pronto aparecieron, pero ahora eran de alegría. Parecía no congeniar con sus compañeros a su alrededor y que se tomarán la molestia con un detalle de ese tipo era realmente acogedor, se sentía bien darse cuenta de que era querida por alguien que no fuesen sus padres o Charlie y no lo necesitaba, pero lo agradecía con todo su corazón.

          —Te amo-susurro Charlie en su oído.

Todos se turnaron para abrazarle, cada uno de ellos dedicó tiernas palabras que la hacían inmensamente feliz.

Después que acabó la calurosa bienvenida volvieron a las actividades normales, ella sonrió por mil vez en el día y tomó asiento, en su querida banca, donde extrañaba estar escuchando a sus profesores y cruzando miradas con su chico.

Charlie Puth. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora