Capítulo 37. Alma completa.

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-Finalmente, quiero agradecer a Génesis Janseen por haber obtenido el primer lugar en aprovechamiento escolar después de una repentina baja.

El rector de la academia de ciencias biológicas hacia mención de la chica como consecuencia de su óptimo promedio durante el primer semestre, todos escuchaban atentos a las palabras del señor de traje impecable que se disponía a dirigir la primera ceremonia en honor de los alumnos de primer ingreso y al terminar aplaudieron a modo de felicitación.

Génesis desocupó el lugar en el que había estado sentada por un par de horas presenciando el evento disponiéndose a caminar rodeando el escenario y subió escalón por escalón pretendiendo atender el llamado del hombre para recibir un reconocimiento; un cuadro de lo que parecía ser plata grabada rodeada de un marco de madera y cubierta con cristal, que contenía su nombre y otros datos de la universidad.

Lo saludó cordialmente y tomó el obsequio con una sonrisa inmensa, se giró para saludar a los presentes que aún se encontraban aplaudiendo y después se retiró.

-¡Esa es mi chica!-gritó Charlie desde lejos.

Sintió de pronto las mejillas arder al escucharlo, sabía por el poco pero notable calor que sentía sobre ellas que se habían coloreado de rojo descubriendo su pena y no por él, si no por su forma tan alocada de demostrarle afecto. Prosiguió hasta los dos muchachos quienes brincaban de alegría por su logro y antes de siquiera llegar Charlie la alcanzó tomándola en brazos.

-Te lo merecías-agregó.

-Dadas las circunstancias entonces, doy por finalizado este curso del período Agosto-Diciembre-continuó el rector.

Dicho eso todos se levantaron gritando y suspirando de alegría, las vacaciones de invierno habían llegado y todos las recibían con ansias, unos cuantos se abrazaban mutuamente dejando saber los buenos deseos que se tenían, algunas chicas charlaban animadas acerca de los increíbles regalos que les esperaban por parte de sus padres con buena posición económica y otros sólo tomaban sus pertenencias para retirarse.

Charlie se separó un poco de la chica para ver ese destello en sus ojos que surgia cuando estaban frente a frente, vió después sus labios que lo esperaban también y los tomó en un tierno beso envolviendola por la cintura, ella enredó sus dedos dentro de su alborotado peinado con la intensión de acercarlo aún más y olvidando por completo que se encontraban en medio de una multitud de estudiantes que dedicaban curiosas miradas hacia ambos.

Poco después corto la conexión de sus labios dedicándole una inmensa sonrisa a la cual ella correspondía de igual forma.

-Basta ya, que me pondré celoso ¿eh?-externó Alex.

-Charlie es sólo mío-bromeó Génesis pasando las manos por su espalda.

-No querida, también es mío-respondió recargandose en su hombro.

Todos rieron al escuchar las sarcásticas palabras de Alex, después el chico se aproximó a abrazarla deseándole lo mejor del mundo y felicitandola por su esfuerzo.

-Bien hecho, enana-dijo Alex pasando sus manos por su melena alborotandola.

-Por fin libres-soltó Charlie.

Los tres caminaron fuera del auditorio en el que se había llevado acabo la ceremonia, Génesis tomada de la mano de su prometido que cargaba con el cuadro y Alex delante con las manos sobre los bolsillos.

-¿Qué sigue?-preguntó el chico de ojos azules.

-Nuestra boda-contestó Charlie girandose para ver a Génesis.

Ella admiro sus preciosos ojos brillantes que la observaban perdiéndose en su verdoso color y pensó en cómo había sido posible que se atrevieran a verla con ese inmenso amor después de tantos tropiezos, recaídas y desórdenes mentales que la acompañaban.

-Por fin estaremos juntos-comentó atrapando su cintura.

-Después de todo.

-Iré a buscar el auto-bufó Alex.

Charlie río por los berrinches de su amigo, volvió a posar sus ojos en ella y depósito un corto beso en la comisura de sus labios. Se dió media vuelta sin soltarla y prosiguió caminando a su lado para salir del colegio, ella se recargó escondiéndose en su cuello todavía sonriendo por la felicidad que le producía su compañía hasta que él paró repentinamente en medio de la salida.

Confundida salió de su escondite frunciendo el ceño por encontrarse con una expresión seria de su parte, lo miro por última vez y dedicó sus ojos a la dirección que apuntaban como flecha los de él. Descubrió que frente a ellos se encontraba su padre, con un inmenso ramo de rosas blancas cubierto de papel decorativo y rodeado de cintillas de colores, esperando por supuesto una respuesta y viéndola con ojos suplicantes.

Se dió cuenta entonces que ese hombre había estado toda su vida acompañándola, ayudándole a crecer, cuidandola de todo mal que hubiese en el exterior, mimandola siempre, consolando cada lágrima que había caído por su mejilla, dedicando cada segundo a su pequeña para hacerla feliz. Se arrepintió enseguida de sus acciones contra el cuando noto que era un pedazo de su corazón que le hacía falta para sobrevivir, después de todo y aún cuando hubiese decidido dejarles seguía teniendo un lugar en su vida que nadie más podría reemplazar.

Charlie la observaba y con un movimiento de cabeza le ordenó que fuese con su padre cuando ella le miro. Caminó despacio aún con la duda de ir con él hasta que ese miedo se esfumó llenandola de ganas de abrazarlo y corrió, lo más rápido que sus delgadas piernas le permitieron con la intención de lanzarse a sus brazos.

Chilló al tenerlo cerca y sintió como un gran alivio le inundó el cuerpo liberandola mientras que el señor Evan suplicaba mil veces su perdón.

-Papá, te amo.

-Y yo a ti, mi pequeña princesa.

-Por favor, nunca me abandones.

-Jamás lo haré.

Charlie prestaba atención a la escena desde lejos, metió las manos en sus bolsillos y suspiró al ver el amor tan grande de padre e hija que se tenían el uno al otro.

Charlie Puth. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora