Capítulo 39. Dramas.

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          —Mi bebé, estoy muy orgullosa de ti—confesó la señora Janseen.

La mujer estaba parada observándola de lejos con las manos en la comisura de sus labios, los ojos llenos de lágrimas de alegría acompañados de susurros de voz que apenas podía soltar por los nervios. Génesis se enterneció al escuchar sus bellas palabras y se giró para caminar hasta ella con la intención de abrazarla, aprovecho cada minuto a su lado para hacer un conteo de las múltiples veces que su madre la había elogiado por sus logros y la estrechó más fuerte para intentar devolverle un poco de todo el amor que le brindaba.

          —Te verás preciosa ante él.

          —¿Cómo tú?

          —Muchísimo más pequeña.

La señora Janseen se limpió las lágrimas con un pequeño pañuelo que llevaba en las manos, se separó de la chica y acarició su mejilla por última vez para ordenarle volver al banco en el que hacía unos minutos se encontraba. Génesis obedeció a los mandatos de su madre posandose sobre la madera en espera de la mujer que seguiría afinando los últimos detalles del bello vestido, dió una vuelta en su lugar simulando bailar un corto vals y rio al notar la tela volar por el aire acompañada del velo que se levantaba sobre sus hombros.

          —¡Espera chica! ¡Aun le falta la bastilla!—gritó la modista exasperada.

Al medio día madre e hija se dispusieron a salir del centro comercial, un largo recorrido entre tantos establecimientos de ropa, juguetes, zapatos y demás estaba causándoles una dolor de pies terrible. Antes de llegar a la salida principal encontraron un  sitio repleto de cosas dedicadas para bebés y se detuvieron de inmediato, la señora Janseen se apresuró a buscar unos cuantos conjuntos para su nieto mientras que la chica veía distraída a los artículos para mamá, pasó sus dedos por las acolchadas mantas puestas sobre una mesa sintiendo la suavidad de cada fibra que las constituía siguiendo hasta los mamelucos, atrapó uno de ellos para extenderlo y sonrió al imaginar a la pequeña criatura dentro de este.

          —Gen—dijo la madre con una canasta llena de biberones por comprar.

          —¿Sí?

          —¿Debería comprar rosa o azul?

          —¿Uhm?—contestó confundida.

          —El bebé.

          —Oh sí, aún no se si es niña o niño.

          —Podemos ir a averiguar.

          —No madre, quiero que sea sorpresa.

          —¿Ya le has confesado a Charlie?

          —Aún no, esperaba poder decírselo de una manera especial.

          —¿En su cumpleaños quizás?

          —Sí, supongo.

          —Entonces amarillo.

          —¿Qué?—volvió a interrogar riendo.

          —Si corazón, es un color neutro que bien le queda a mi nietecita o nietecito.

Génesis siguió riendo ante las decisiones de su madre sin parar, jamás la había visto tan emocionada por alguna cosa en específico y le causaba ilusión verla preocuparse por su estado.

Después de un momento de interminable risa vino el recordatorio del cumpleaños de Charlie que estaba próximo a llegar y analizó entonces que podría regalarle. Una variedad de ideas sobre regalos cruzaron su mente en su salvación pero ninguna podía convencerle al cien por ciento, tenía que ser por supuesto especial pues estaba dirigido a su querido prometido.

Charlie Puth. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora