Capítulo 40. Cumpleaños feliz.

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El radiante sol estaba presente llenando cada rincón oscuro atiborrandolo de luz, unos cuantos pajarillos se posicionan sobre las largas ramas de los árboles cerca listos para empezar a entonar armónicas melodías agradables al oído, resultaba totalmente extraño que a pleno invierno el frío se detuviera dando paso a que un cálido día se formara.

Pero estaba más que claro que brillara el sol un domingo por la mañana, exactamente un 2 de diciembre, el día en que Charlie podría celebrar un año más de vida junto a sus seres queridos.

Aunque para Génesis los desvelos hasta tarde le llevaron a odiar el hecho de que el sol entrará por su ventana avisandole que la mañana estaba llegando intentó esforzarse para levantarse temprano y preparar todo lo que había planeado.

Comenzó el día a las 8:00 am, estiró todas sus extremidades al escuchar el sonido de la alarma entrar por sus orejas y se limpió los ojos para eliminar el sueño que tenía. Movió sus piernas para sentarse a la orilla de la cama buscando con los pies sus pantuflas, alargó su brazo para apagar la alarma y se incorporó quitándose la pereza una vez más con la intención de entrar a la ducha.

Un corto vestido caía por sus delineadas curvas, lo había recibido como obsequio de Charlie por su éxito en promedio escolar y estaba guardandolo para una ocasión especial, como su cumpleaños. Los detalles de flores bordadas alrededor hacían juego con el pigmento color beige del que estaba cubierto, se vió en el espejo y por primera vez en toda su vida se sintió bella usando una prenda de ese estilo. La motivación se extendió en su mente dándole ánimos de rizarse los aún cortos cabellos, pintarse los labios de carmín y arreglarse el rostro con maquillaje, delineado y máscara de pestañas.

Un outfit casual y sencillo con el que sentía comodidad. Tomó su bolso y salió disparada al hogar que Charlie prometía darle al casarse, Alex había conseguido una copia exacta de la llave de su amigo para la chica sin levantar sospechas algunas sobre la sorpresa que le esperaba.

                 —Flashback—

          —Por favor—suplicaba la chica haciendo pucheros.

          —¿Cómo supones que conseguiré esa llave sin causarle intriga?—Respondió Alex ignorando sus berrinches.

          —No lo sé, ingeniatelas, eres Alex.

El muchacho de ojos azules dirigió su vista a Génesis que seguía haciendo gestos con la boca y tenía las manos juntas rogándole.

          —Como diga la señora Puth—rodó los ojos.

          —¡Gracias!—gritó emocionada abrazándolo.

Alex se levantó de la banca para alcanzar a Charlie que se encontraba ordenando el almuerzo de los tres, se posó a su lado viendo por última vez a Génesis y después giró para cumplir con la petición que le habían encomendado.

          —Viejo.

          —¿Tanto me extrañas?—sonrió.

          —¿Has visto mi billetera?—mintió.

          —¿La perdiste?

          —Quizás, no lo sé.

          —¿Dónde?

          —Uhm—suspiró—podría haberla olvidado en tu casa.

          —¿En serio? No recuerdo que hubieses ido esta semana.

          —En la casa de tu futura esposa, pude haberla tirado cuando te ayudé a pintar.

          —Bien, toma.

          —¿Así de fácil?—rió.

          —Pero no la pierdas, ahora ve a cuidar a mi pequeña—exclamó guiñandole un ojo.

Sin poder creerselo Alex caminó hasta donde se encontraba Génesis, espero a que Charlie se volteara de nuevo y le entregó las llaves para su plan.

          —Gracias Alex.

          —¿Gracias? Me debes cien billetes chica.

           —Fin del flashback—

Colocó la llave en el orificio de la perilla y la giró para abrir la puerta, entró directamente a la zona donde sería la recepción para empezar a decorar el lugar; colgó sobre las paredes varias cintas con adornos de colores que caían, arrastró un par de  mesas hasta el centro y las cubrió con manteles blancos para posar sobre ellas aperitivos, acomodó sillas a los extremos para los invitados y finalmente tecleo números en el teléfono para ordenar el pastel.

Todo estaba listo, sus desesperados dedos textearon un mensaje para todos sus compañeros de la universidad que si bien no conocía al menos sabía que la apreciaban.

Lo único que faltaba era terminar el regalo, de su bolso sacó un par de hojas de periódico junto con un moño color rosa que utilizó para adornar la sopresa. Reflexionó un poco sobre la idea de ser madre por segunda vez, bastante ya había analizado la situación descubriendo todo tipo de ventajas y desventajas, pero la imagen de Charlie cargando con un bebé le dio de nuevo la seguridad de que sería plenamente feliz.

El tiempo pasó rápido, llamó a Alex para que se quedase en casa a recibir los invitados mientras que ella recogía a Charlie. Llegó a la casa de los Puth a eso de las 2:00pm y recorrió la entrada dispuesta a llamar a la puerta, encontrándose con la madre de su futuro compañero.

          —Charlie no está, así que vete por donde has llegado—regañó burlona.

          —Madre—interrumpió desde las escaleras—gracias por recibirla, yo me encargo.

La chica suspiró aliviada al verlo acercarse hasta su posición ignorando por completo a la señora Puth, lo abrazó y camino con él de la mano para abandonar la residencia.

          —¿Qué haremos hoy?—preguntó de inmediato.

          —¿Me dejarías ponerte un pañuelo?

          —¿Un pañuelo?—interrogó otra vez frunciendo el ceño.

          —Sí, te llevaré a un lugar especial—justificó la chica.

          —Esta bien—balbuceó con su ronca voz.

La chica se posó detrás parándose de puntitas hasta alcanzarlo cubriendole los ojos con un pañuelo, enredo la prenda para cegarlo y al terminar tomó su mano para conducirlo hasta casa.

          —¿Hemos llegado?—cuestionó de nuevo al frenar, después de caminar 6 km.

          —Sí.

Génesis le rodeó con ambos brazos para llevarlo hasta la habitación en donde todos lo esperaban silenciosos, desató el nudo devolviéndole la vista y pronto la audiencia gritó sus mejores palabras de felicitación hacia él.

Charlie Puth. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora