Capítulo 23. Amor desmedido.

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          —Perdóname por permitir que pasaras por esto-dijo Charlie acariciando su melena.

          —Gracias por encontrarme-suspiró.

          —¡Te dije que es mía!-gritó Rubén apuntando con el arma a Charlie.

Ambos chicos voltearon para encontrarse con un Rubén enfurecido por la situación sosteniendo una pistola en dirección a ellos. Al instante Charlie tomó del brazo a Génesis para llevarla hasta su espalda a modo de protección, si alguien salía herido no tendría que ser ella nuevamente, bastante tenía con todo el dolor que llevaba dentro para cargarle aun más.

          —¡Suelta eso imbécil!

La gente alrededor comenzó a correr en todas direcciones asustados por el acto, dos policías se acercaron hacia los tres chicos exigiéndole a Rubén que parase con el asunto. Pero era demasiado tarde, pues el sentimiento que Rubén confundía con amor le hacía creer que no habría otra chica en su vida más que Génesis, estaba tan perturbado por su existencia que realmente pensaba estar loco sin más por aquella muchacha.

          —¡Déjala!-ordenó.

          —No-respondió firmemente Charlie.

          —¡Basta ya! ¡Por favor Rubén!-gritó Génesis aterrada.

          —¡Vas a morir! ¡Te juro que sí!

          —Prefiero eso antes que vuelvas a llevártela.

          —¡No!

Y antes de lo que pensó, Génesis corrio hasta Rubén tomando con sus manos el brazo con el que estaba sosteniendo el arma para levantarlo con las pocas fuerzas que conservaba. De inmediato se escuchó el sonido de la bala al salir, afortunadamente no había lastimado a nadie y en el percance Rubén había caído al suelo soltando la pistola que recorrió el lugar hasta topar en una banca de la sala de espera, Génesis también se encontraba en el suelo inconsiente por haberse golpeado en la cabeza con el borde de una mesa que se encontraba cerca.

Uno de los policías corrió para tomar el arma y guardarla mientras que Charlie se aproximaba a la chica. Tomó su cabeza entre sus manos y le acarició la mejilla, hablándole desesperado por temor a que se hubiese lastimado de gravedad.

Pero la rabia lo llenó, estaba tan enojado por verla tan frágil y rota que se reincorporó de inmediato para acercarse al  muchacho. No podía ser posible que una chica tan llena de vida de pronto se encontrará tan vacía de felicidad y todo por culpa de un sin vergüenza como Rubén, lo tomó de la remera obligándolo a verlo para después dejar caer con una fuerza increíble su puño, el golpe dió fruto a que la sangre se hiciera presente saliendo de sus fosas nasales y alterando todos los sentidos del agresor, lo atacó repetidamente sin darle oportunidad a defenderse hasta que el suave toque de las manos de su chica le estremeció la piel.

          —Charlie...para por favor- susurro Génesis.

Sin pensarlo se volteó para atenderla, ella recargó la cabeza en su pecho cerrando los ojos mientras que Charlie la tomaba en brazos. Caminó con ella hasta su coche y la recostó sobre el asiento sin despertarla, después se encaminaron a casa.

La señora Janseen se encontraba en la sala con la mirada perdida desde varios días, de vez en cuando tomaba un pañuelo de la pequeña cajita puesta en la mesa para limpiarse las lágrimas, no había tenido noticias de su pequeña hija y se sentía tan culpable por haberla perdido. Su querido esposo comenzaba a faltar a casa apoyado con la misma excusa de siempre ocasionando que la pobre señora cayera cada vez más en depresión.

Todo acabo, cuándo vió a Charlie entrar por la puerta principal con la chica en brazos y le llegó la alegría al corazón de nuevo, sentía que le habían devuelto a la vida.

          —¡Génesis-chilló al acercarse a Charlie.

          —Mamá-balbuceó.

          —Mira nada más lo que te han hecho, pero ya estás aquí con nosotros.

          —Creo que necesita descansar -aclaró Charlie.

          —Vamos-contestó la señora Janseen limpiándose las lágrimas.

Subieron los escalones que conducían a las habitaciones de la parte superior para llevar a la muchacha hasta su recámara, Charlie la recostó sobre la cama con delicadeza para después retirarse un poco dando paso a que la madre de Génesis se acercara.

          —Mi princesa, ahora estás a salvo.

La señora Janseen se inclinó para besar la mano de su hija a quién amaba más que su vida. Después se giró para hacer lo mismo con Charlie, nada le alcanzaría para pagarle todo lo que había hecho por su familia y su más cordial gesto habría sido besar su mano cómo cualquier madre afligida hubiese hecho.

          —Te debo la vida entera-dijo Andrea con ojos llorosos.

Charlie le correspondió abrazándola, aún cuando alguien se lo hubiera pedido el habría hecho hasta lo imposible por salvar a su amada.

          —Llamaré al médico, ¿puedes encargarte unos minutos?

          —Por supuesto-sonrió.

El chico tomó asiento a un costado de la cama de Génesis, se quedó viéndola dormir tranquilamente y no pudo evitar mostrar una sonrisa, después de mucho tiempo sin ella por fin se encontraba a unos centímetros de su presencia, juró protegerla de todo mal que le siguiera y se prometió no volver a perderla.

          —Viene en camino, no sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por encontrarla- soltó la señora Janseen sacándolo de sus pensamientos.

          —Amo a su hija. Espero me permita seguir a su lado, eso me basta-respondió poniéndose de pie.

Una hora después sonó el timbre, la señora Janseen se apresuró a abrir la puerta para dejar entrar al médico de cabecera. Los dos llegaron a donde se encontraba la joven reposando, él se acercó a la chica para revisar que todo fuera bien y así lo confirmó, tenía pequeños rasguños en la cara y uno que otro moretón en sus brazos pero en definitiva estaba de maravilla.

La señora Janseen despidió al médico y volvió a donde estaban los chicos, se acordó entonces que debía avisar a su marido lo que estaba ocurriendo y tomó el teléfono de la habitación, marco rápidamente los números y esperó la contestación al otro lado de la línea.

          —¡Amor! Tengo una excelente noticia -gritó Andrea reprimiendo las lágrimas.

          —Bien, esperaré a llegar para ver de qué se trata.

          —No, esto no puede esperar. Ahora mismo salgo para allá.

          —Esta bien, ven con cuidado.

Colgó el teléfono con una inmensa felicidad dando pequeños brincos cual niña pequeña. Nada podría destruir la alegría que regresaba a sus vidas después de un largo tiempo.

          —Debo partir, por favor, encargate de cuidarla Charlie.

          —Todo estará bien, vaya sin preocupación.

Dando una última mirada a la chica sonrió y depósito un beso con sabor de madre en la mejilla de Charlie, después salió disparada fuera de la habitación.

Charlie Puth. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora