Capitulo 27. Mi chica.

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          —Hombre, hay una chica tirada en el jardín de tu casa y que tú no te das cuenta-decía Alex al teléfono llamando a Charlie.

          —¿De qué hablas?-preguntó confundido al otro lado de la línea.

          —Sí, una chica de pelo corto que parece quebrarse de lo delgada que está-respondió-pero es bastante guapa.

Al no estar seguro salió de casa apresurado para ver de quién se trataba y palideció al encontrarse con Génesis tendida en el suelo, al instante se agachó para revisar si todo andaba bien.

          —¿Qué sucede?-cuestionó Alex viendo su frustración.

          —Llévame al hospital, necesita un doctor-contestó.

          —¿Acaso?...

          —Cállate y ayúdame.

Charlie volvió a hincarse para tomar a la chica en brazos, acomodó sus manos al rededor de su cuerpo para pegarla más a él, pero entonces volvió en sí.

          —Un médico no, por favor -suplicó la chica tomando su brazo derecho.

          —Lo necesitas, estás muy débil.

          —Por favor Charlie, no quiero volver a dónde lo perdí-respondió escondiéndose en su cuello.

          —¿Cómo has llegado hasta aquí?-preguntó preocupado.

          —Me han traido.

          —¿Quién te.....-calló.

          —Charlie...-Interrumpió-¿acaso no soy una buena persona? ¿una buena hija?.

Génesis salió del escondite para ver al muchacho que se encontraba totalmente extrañado por sus preguntas.

          —Un sujeto me violó, un bebé me abandonó, el violador me secuestro, una loca me golpeo y mi padre....Mi buen padre, me traicionó-dijo con los ojos llorosos y la voz entrecortada.

          —¿Qué sucedió?

          —Yo.... sólo te necesito a tí, a nadie más.

Génesis de abalanzó contra él para abrazarlo con mucha fuerza pues le aliviaba el alma sentirlo cerca de su cuerpo, parecía como si el suave toque de sus caricias le resarcieran las heridas tan profundas que la atormentaban, además la protección que le brindaba le era suficiente para afirmar que sus brazos eran el lugar más seguro en todo el planeta entero. Charlie besaba su frente tratando de entender sus palabras y viendo a Alex que estaba mudo por la escena, incómodo tal vez.

          —¿Qué está pasando aquí?-chilló la aguda voz de la señora Puth en el umbral de la puerta.

Los dos chicos en el suelo se levantaron quedando a la altura de Alex el cual llamó la atención de la chica pues jamás lo había visto, quizás habría confesado más de lo debido ante el sin saber que estaba escuchando. La señora Puth miraba a Génesis con desprecio y después a Charlie con desaprobación negando con la cabeza y rodando los ojos.

          —Señora Puth, discúlpeme, no era mi intención...

          —¡Cállate niña! Sólo traes más problemas a esta casa.

          —Madre, no le hables así-reprendió Charlie.

          —Quiero que vengas aquí, ahora -ordenó.

          —No puedo, mi chica me necesita.

Una punzada de ternura la llenó al escuchar con esa melodiosa voz "mi chica". Embelesada por el gesto se acercó para rodearlo ignorando inconsientemente la presencia de la señora Puth y Alex, Charlie le tendió la mano pasándola por su cintura y esperó a que ella hiciera lo mismo con él.

          —He dicho que vengas.

          —Alex, ¿puedes sacarnos de aquí?-dijo desafiando a su madre y sin quitarle la vista de encima.

Los brazos de la señora Puth se posaron en sus caderas para tratar de imponer el enfado que sentía ante la escena, vió una vez más a Charlie y después a Alex al que fulminó con la mirada a modo de amenaza si cedía a las peticiones de su hijo. El chico de ojos azules ni se inmutó ante los gestos de ira de la señora Puth, tenía un gran respeto por la dama pero si Charlie lo requería no dudaría en ayudarle.

Alex caminó hacia el auto para desbloquear las puertas. Charlie cogió de la mano a la chica y la llevó hasta el asiento trasero abriéndole la puerta como cortesía, después de esto giró hacia su madre despidiéndose de beso en el aire, sonriendo irónicamente y subiendo en el auto.

          —¿A dónde?

          —Ya lo sabes

Génesis estaba aún muda en el asiento trasero observando detenidamente a Alex en la oscuridad, parecía ser un chico agradable y esperaba que fuese una persona discreta. Tenía la piel blanca, el cabello negro, alto y de complexión delgada, sin olvidar sus llamativos ojos azules. Después vió a Charlie que miraba distraído por la ventana, el ligero empujón de aire pegaba en su cabellera alborotandola más, la poca luz que irradiaban las lámparas de la calle caía como brillo en sus pupilas verdosas haciéndolas resaltar y ninguna otra cosa le pareció más hermosa que admirarlo recargado en el pequeño almohadón del asiento absorto en sus pensamientos, sonrió enternecida y cómo llamándolo él la vió desde el espejo lateral, devolviéndole un gesto de alegría.

El coche paró frente a la misma dirección a donde Charlie la había llevado hace algunas semanas antes de que la atraparan, él se despidió de Alex con un encuentro de palmas y puños acompañado de palabras de agradecimiento, terminada la acción Alex miró fijamente por el espejo frontal puesto a mitad del techo del auto con el intenso azul en sus ojos haciéndola sentir pena.

          —Diablos, cómo te envidio -soltó a su amigo aún viéndola.

Charlie río por la expresión, no le parecía motivo para enfadarse más bien era un recordatorio de que tenía a la chica más preciosa de todo el planeta y debía sentirse afortunado. Génesis sólo agachó la cabeza de vergüenza por sus palabras sin intenciones de volver a verlo, ya bastante se sentía avergonzada cuando Charlie le repetía cada instante lo hermosa que le parecía y uniendo los calificativos de su amigo el sentimiento se intensificaba más.

Tomó valor para jalar de la manija de la puerta, sentía los ojos de Alex perseguirla y aún si no quería, tenía que verlo para agradecerle por ayudarles, nerviosa se giró hacia donde el chico tomando aire para hablar.

          —Gracias...-exclamó bajito.

          —No es nada-sonrió.

Abrió la puerta para encontrarse con Charlie que la esperaba con los brazos abiertos y se escondió entre su pecho mientras que él se despedía por última vez del chico en el coche.

          —¿No entras?-preguntó.

Génesis se alarmó enseguida, creía que la vergüenza había acabado y rezaba por que Alex dijera que no.

          —Gracias, disfruten juntos- contestó negando con la cabeza.

Charlie Puth. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora