50 || a masterpiece

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Al día siguiente, Giselle fue la primera en despertar, sonriendo al ver a su chico profundamente dormido a su lado

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Al día siguiente, Giselle fue la primera en despertar, sonriendo al ver a su chico profundamente dormido a su lado.

A pesar del mal trago que tuvieron con la ex del recién nombrado, eso no fue impedimento para que la pareja volviera a calentar el asunto y terminarán entregandose el uno al otro en cuanto llegaron al departamento del rubio.

Y esta vez ambos recordaban con lujo de detalles.

Giselle pegó las sábanas a su cuerpo un poco más y se dio la vuelta, para poder admirar mejor a Luke, que dormía boca abajo, con su rostro pegado a la almohada y pequeños ronquidos saliendo de sus labios entre abiertos.

Estaba completamente maravillada, era toda una obra de arte.

Siguió admirandolo hasta que él rubio comenzó a removerse y a abrir los ojos poco a poco.

— Buenos días, cariño —dijo ella sin despegar su vista del chico ni un segundo.

— Buenos días —Luke giro sobre su propio cuerpo para quedar boca arriba y se estiró antes de atraerla con uno de sus brazos, el cuerpo de Giselle quedando encima del de él.

Giselle recargo su barbilla en el pecho de Luke y siguió admirandolo con una sonrisa en su rostro.

— ¿Qué tanto miras? —soltó el rizado con la voz ronca, sonando como música para los oídos de la chica, y arrugo su naríz.

— ¿Alguna vez te he dicho lo hermoso que eres? —dijo casi en susurró, aún sonriendo como tonta adolescente enamorada.

Luke simplemente negó y continuó con su ceño levemente fruncido.

— Lo eres, eres como una obra de arte, Luke —alzó una de sus manos para apartar un rizo rubio que le caía en el rostro a su novio—. Tienes esos ojos azules como el mar en los que siempre me pierdo, un cabello de rizitos de oro alocado que me encanta —Luke soltó una risita—, definitivamente lo que más me gusta es tu naríz, tan respingada y perfecta, con algunas pequitas al igual que tus mejillas, me hace quererla besar y hacerle boop todo el tiempo —finalizó la oración haciendo lo último—. También están tus labios rosita que me llevan al cielo, tu espalda ancha igual llena de pecas, tu pecho y tu piel tan suave, tus manos que cuando me tocan me transportan a otro lugar —continuó acariciando su rostro—. Y ni hablar de esa cara de drogadicto que a veces haces que es tan sexy.

Ambos estallaron en carcajadas.

— Pero creo que la cereza del pastel es tu forma de ser, aunque a veces eres algo pendejo —Luke le sacó la lengua—, puedes pasar de ser como un niño súper tierno a ser la persona más sexy del mundo en segundos y eso me vuelve loca —y ahora el rostro de Luke era adornado con esa sonrisa de niño pequeño que iluminaba todo a su paso, la favorita de Giselle—. Eres bello, eres una obra de arte, al menos para mi. Lo eres todo.

Luke no supo que decir. Nunca antes le habían dicho palabras como aquellas, nunca antes lo habían hecho sentir tan bonito, tan amado.

Decidió que las palabras sobraban y acercó más a su chica castaña para darle el beso más lleno de amor y cualquier sentimiento parecido.

Se quedaron todo el día en la cama, besandose y viendo la serie favorita de ambos -aunque casi no le prestaban atención por darse mimos-.

Ambos juraron nunca haberse sentido tan amados. Y ambos cayeron un poco -mucho, en realidad- más por el otro.

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐀𝐋 𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 ➺ luke hemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora