XXVII

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Jin se había despedido de ambos menores, deseándole a su paso un lindo viaje a uno de ellos para luego irse del lugar.

JungKook seguía con la vista fija en el camino por el cual se había marchado su amigo, debía hablar con él y lo iba a hacer, pero ahora intentaría recuperar su animo para poder hablar plácidamente con el chico que ahora lo observaba con el ceño fruncido en confusión.

–¿Esta todo bien pequeño?

Preguntó TaeHyung ganándose rápidamente un asentimiento por parte del menor.

Ven, a columpiarte conmigo.

Sonrío dulcemente acercándose al menor luego para llevarlo hasta los juegos.

Al estar a unos pasos de el juego que realmente amaba pudo divisar como un par de niños se columpiaban alegremente en ellos.

Inconsistentemente su labio inferior se abulto notablemente formando un tierno puchero, que para el pelinegro no paso de desapercibido.

Sin dar tiempo a ningún tipo de pensamientos negativos, junto sus labios con los del contrario en un tierno y suave beso.

El mayor se sorprendió ante el acto pero sin perder ni un segundo correspondió al beso antes de entrelazar sus manos alrededor de la cintura del chico que ahora acariciaba con suavidad sus cabellos.

Luego de unos minutos se separaron por falta de aire, el menor se encontraba con un leve sonrojo en sus mejillas, TaeHyung noto aquello y sin más tomó la mano del pelinegro llamando su atención.

No te avergüences pequeño, yo también quiero besarte pero temo que te sientas incomodo, pero por lo que veo de igual manera si tu tomas la iniciativa terminas incomodandote, no debe ser así kookie, ten en cuenta que a mi también me gusta sentir tus labios sobre los míos.

JungKook sonrío tímidamente sabía que estaba sonrojado hasta las orejas pero que más da ya TaeHyung sabía que su pequeño era muy-demasiado- vergonzoso y tal vez fue eso lo que más llamo su atención al momento en que por primera vez intercambiaban palabras.

Pasaron toda la tarde y también parte de la noche, caminando por toda la ciudad, realmente el menor nunca se habían detenido a observar detalladamente el arte que tenía de hogar, Seúl, simplemente todo en esa ciudad era hermoso.

Desde esos árboles con pocas flores floreciendo hasta los edificios antiguos que mantenían al ambiente un toque elegante y acogedor.

Recorrieron cada lugar que pudieron cerca del departamento del mayor, pues no querían ir muy lejos de este ya que, según él, perderían momentos realmente hermosos junto a la naturaleza.

JungKook estaba de acuerdo con ello, gracias a la idea del chico que tomaba su mano con delicadeza y posesión, pudo conocer ese lado de la ciudad en la que vivía.

Porque Jeon JungKook era un hombre que amaba con demencia la arquitectura, los edificios, los museos, las pinturas, las esculturas, eso era lo que más admiraba en ese mundo.

Es por eso que nunca se había detenido a observar lo bello de la naturaleza a su alrededor, pero ahí estaba sorprendiéndose al haber entrado en una especie de laberinto cubiertos de flores de todo tipo.

Mientras el chico a su lado guardaba en su mente cada expresión que hacía su rostro con cada acción que cometía, solo para poder ver las distintas reacciones que tenía el rostro de su pequeño.

No sabía cuando y cómo se había quedado hipnotizado viendo al menor, pues éste se había soltado de su agarre y ahora estaba observando con total concentración las distintas flores en el lugar.

Estaba maravillado por los tantos tipos de plantas en el lugar, realmente estaba agradecido de que TaeHyung le haya llevado hasta ese lugar que ahora sería uno de sus lugares que más admiraba en el mundo.

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