Capítulo 2

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─Rachel estoy muy seguro de no querer trabajar en un lugar de esos; sólo mírame, no tengo un aspecto físico que admirar ─me observa algo pensativa; hace un recorrido a mi alrededor y con picardía me mira minuciosamente.

─Tienes buen físico; sólo te falta algo más de ejercicio y una buena vestimenta. Yo te ayudar...

─No quiero hacer parte de un club erótico. Gracias. ─me levanto del sofá y voy hasta la puerta.

─Ya estás lo suficientemente grande para saber qué te conviene y qué no; es tuya la oferta, Piénsalo.

─Gracias, pero no ─replico. «es una oferta tentadora en mi situación, pero no; soy más que un hombre con buen aspecto que exponer».

Alondra

─Hellen, ya regresé. Te compré algunas cositas para el viaje que sé que te quedarán muy lindas.

─Gracias, pero no era necesario.

─ ¿Puedes olvidar lo que ya pasó?

─Claro ─sus gestos son de poco ánimo y la forma en la que me mira es fea.

─Espero que todo te quede bien; saldremos tipo ocho de la mañana, ojalá estés lista para cuando te llame.

─Hellen puedes pagarle al taxista mientras llamo a Loaiza... ─marco un par de veces hasta que contesta ─. Buenos días Loaiza, ¡dónde rayos andas! El vuelo está por salir y tu nada que te comunicas conmigo.

─Te estoy viendo a unos metros, paranoica ─al intentar buscarla aún con el celular pegado a mi oreja, la veo; se ve mal. «Parece que peleó con algunos de sus ex». Camino hacia donde ella y el saludo de beso en la mejilla.

─ ¡¿Qué te pasó?!

─No quiero preguntas; tuve una larga noche con un vestido de vitrina.

─ ¡Joder! ¿Qué pasó? ─indago asustada. «ojalá y no sea que uno de ellos se rompió, porque son los vestidos que mostraremos en la exposición».

─La confección de uno de los vestidos de boda tuvo un problema de última hora y me tocó ir al taller a arreglar el dichoso vestido.

─ ¿Por qué no me llamaste?

─El taxista era un aprovechado. Hola Loaiza, gracias por el viaje ─Hellen se acerca con mala gana hasta donde Loaiza y termina de saludarla con un beso. «al parecer no le fue muy bien con el taxista».

─Hola Hellen, me alegra que te haya gustado el detalle ─espeta Loaiza con una media sonrisa.

─Bueno, entonces qué tal y vamos caminando para ingresar; no quiero esperar más por ese viaje ─propongo. Mientras ingresamos, escuchamos la recomendación que nos hacen las ayudantes de vuelo.

─Las azafatas y su discurso trillado; de tanto oírlo creo que ya me lo sé.

─Hellen si tan sólo fuera un discurso, es su trabajo... ya siéntate y deja de molestar ─le llamo la atención.

─Dormiré un poco, tengo mucho estrés acumulado ─La última vez que me subí a un avión fue hace 3 semanas; iba rumbo a casa de mis padres (no voy muchas veces a su casa por algunos problemas, pero de vez en cuando lo intento); aunque la distancia no es mucha de donde vivo hasta donde ellos están; siento que es complicado esto de los viajes, me ponen nerviosa y pienso que se dará un siniestro en cada uno... realmente soy muy dramática y algo insegura.

Mientras todos ven sus móviles y algunos duermen, yo sólo miro por la ventanilla lo increíble que es el mundo... un día eres una niña y otro eres una mujer con obligaciones por doquier.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora