Capítulo 6

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Todos tenemos una recompensa por cada obra buena, pero hay obras que creemos buenas y solo nos traen maldiciones.

En ese instante el silencio se apropia de nosotros, y lo único que hago es mirar cada uno de sus golpes mientras se toma la píldora que le entrego.

─Pude causarte lesiones mayores ─me siento apenada en cierta manera por su estado.

─No tienes por qué lamentarte, me excedí, y...

─Fuiste un imbécil ─replico de mala gana.

─Ya no recordemos eso, no quiero que vuelvas a sentir ira y se te dé por terminar de matarme ─ríe un poco. Le doy un suave toque con el codo, logrando lastimar un costado de su brazo ─. ¡Joder! ─se queja.

─Lo siento ─trato de mirar en qué lugar le hice daño, pero solo ríe disimulando el dolor.

─ ¡¿Sabes algo?!, no me arrepiento de haberte besado, aunque no fue la forma correcta de hacerlo.

─ ¡Ah! ¿sí?, entonces reconoces que no hay culpa de mi parte por dejarte casi inválido.

─Sí, reconozco que tienes los mejores labios y que por ellos estoy dispuesto a vivir en este lugar ─enarca una ceja.

─No cambiarás tu forma de ser, ¿verdad?, seguirás en lo mismo ─medio sonríe y con su cabeza niega.

─Quiero que aprendas algo de mí, quizá te dará mucha risa, pero es algo que hace parte de todo lo que soy, un simple hombre sin dinero y oportunidades, pero he tratado de hacer mi vida un juego para no tomar malos pasos y buscar lo que necesito en donde no debo. Tú, por el contrario, eres linda y con buena posición económica, tienes trabajo y algo de tranquilidad. Cuando te veo, encuentro todo lo que no creí ver en una sola persona; aparentas ser inteligente, organizada, responsable y sin duda, alguien con muchos valores.

─ ¿Eso crees?, ¿Crees que soy una persona adinerada? ─sonrío mientras me alejo para sentarme en el sofá de visita ─. No te engañes. Soy una mujer con problemas, obligaciones y con una situación económica estable; solo gano lo necesario para vivir, tengo un diploma que me ha llevado a ser una simple asistente. Claro, sin demeritar ese oficio. No me quejo de mi trabajo, de hecho, es una parte de lo que quería, pero realmente esperaba más. Mi mejor amiga ha llegado a ser lo que es porque, a diferencia de mí, ella sí tiene una posición económica buena. Eso no me causa envidia, pero sí algo de frustración; porque veo que, en nuestro mundo para obtener grandes cosas, hay que tener grande la billetera.

─Entonces me equivoqué, creí que eras una riquilla.

─No, soy solo Alondra. La asistente, la soñadora y, la persona con más ganas de seguir adelante antes que darse por vencida.

Me mira fijamente logrando intimidar a la niña que hay en mí.
Me levanto del sofá y camino hasta la jarra con agua para tomar un poco.

─Siempre aposté por ti como un ser con buen corazón.

─ ¿Debo darte las gracias?

─No. Mi madre me ha enseñado a cómo identificar un buen corazón, ella siempre dice que está oculto en miles de problemas o máscaras.

─Entonces soy una hipócrita, falsa y...

─ ¡No! ─sonríe y yo lo sigo ─. Ella quiere decir que, detrás de ese carácter de niña caprichosa y mujer presumida que te arropa, hay una mujer de nobles sentimientos.

─Tu madre tiene una buena filosofía de vida. Me gustaría conocerla.

─Ella es una mujer muy sabia, aunque no tuvo suerte en la vida.
Me gustaría que algún día tuvieras el honor de hablar con ella.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora