Capítulo 34

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Alondra.

6:40 p.m.

─ ¿Qué le dijiste cuando te propuso lo del compromiso? ─pregunta divertida mi amiga del alma.

─Loaiza, es algo sencillo, obviamente le dije que las cosas no podían ser apresuradas, que debía mantener la calma.

─Entonces no te convenció. Lástima, porque él me parece una persona agradable y... ─comenta Loaiza a medias.

─De quien desconfiabas cuando lo conociste, y aun no entiendo el cambio que tuviste con respecto a Noél porque, hasta donde sé, tú fuiste quien planeó mi primera cita con él y luego lo señalaste sin razón.

─Ya olvida eso ─me lanza una cobija del enorme sofá blanco que decora su estancia ─, merezco perdón, sé lo mal que actué y lo horrible que hablé de Noél, pero estoy arrepentida.

─Bien, ahora no importa eso, lo único que quiero es pensar todo lo que él me dijo ─asevero.

─ ¿Qué haces?, él tuvo la amabilidad de llevarte a un picnic y se comportó como todo un caballero, le dijiste varias cosas que debieron dolerle ─recalca ella.

─Tenía que hacerlo ─comento.

─Dime algo Alondra, ¿lo que le dijiste fue un escudo para mantenerlo alejado y así evitar que te cause daño como Joan y Mark? ─justo lo que no quería escuchar salir de su boca.

─No es eso, lo que...

─Sí, es eso. Ahora mismo mírate, por dentro estás incómoda y muerta del miedo, no lo quieres perder porque sabes que no sólo es atracción lo que pasa entre ustedes.

─Quizá, pero necesito aclarar algunos sentimientos, no puedo ir por el mundo haciéndome ilusiones con cualquier aparecido ─digo.

─Él no es cualquier aparecido. Sabes muy bien que él, para ti, fue más que una simple aventura de una semana; deja de ser cobarde, ve y dile que, durante meses, sufriste por algo que pasó ajeno a lo que ambos sentían y eso te hizo entender que hay algo más real a una sensación de atracción por él ─sugiere mi amiga en un tono empoderado y demandante.

─Debe estar en un vuelo a París, Francia, no hay manera de que llegue a tiempo ─explico.

─ ¿A qué hora es su vuelo? ─Loaiza se pone de pie y camina con afán hasta la mesa bar para ver el reloj.

─Me dijo que su vuelo era a las siete.

─Ve y ponte unas pantuflas o algo en esos lindos pies, iremos al aeropuerto porqué Noél nos aguarda ─menciona entusiasta.

─ ¡¿Qué?! ─me tira de un sólo jalón y me lleva hasta las escaleras corriendo.

─Sólo ponte unas pantuflas mientras busco las llaves de mi auto ─me pongo las pantuflas color rosa que ella me prestó, mientras ella me saca a arrastres de la habitación.

─Loaiza, esto es una locura. Será mejor que desista de tu plan antes de volverme el hazmerreír de todos en el aeropuerto ─camino a paso rápido por las escaleras hasta que llego a la primera planta de la casa y ella toma las llaves de la puerta ─. ¡Estoy en pijama, Loaiza! ─protesto.

─Caminemos rápido, nos quedan quince minutos para llegar al aeropuerto y poder decirle a Noél que sí quieres intentarlo.

Me subo en su auto y ella velozmente acelera el motor.

─Nos podemos matar si sigues conduciendo a esa velocidad ─llevo el corazón en las manos.

─Es de vida o muerte ─conduce sin quitar la mirada de la autopista.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora