Capítulo 32

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─Yo voy por ellos ─se levanta ella de la banca y camina hasta el pequeño local de comida rápida.

Ver a Alondra, una vez más, cerca de mí es algo que me llena de satisfacción, pero por momentos no entiendo lo que ella abarca... es algo así como una mezcla de emociones.

─Se ven buenísimos ─se acerca Alondra con los hot dog haciendo que salga de mis pensamientos ─, estoy segura que querrás otro ─me hace entrega de uno.

─Huele bien ─muerdo el extremo por donde veo que sobresale la salchicha ─. Es-tá riquísi-mo.

─No comas con la boca llena ─reprende con la sonrisa más hermosa que ha conjurado a lo largo de su existencia.

─ ¿Cuántas subidas de peso me dejará este hot dog? ─muerdo con entusiasmo cada pedazo de la comida chatarra.

─Ves que has cambiado mucho, antes no preguntabas esas cosas ─limpia el contorno de su boca con una servilleta.

─Dime qué hay de ti, también has cambiado ─me detengo ─, y mucho.

─Otra vez con lo mismo ─me mira incómoda ─, ya te he dicho que mostrar mi otro lado como mujer no me hace menos dama, ni menos persona ─toma otra servilleta y limpia mis labios llenos de salsa ─. Ciertamente no estoy en las condiciones económicas en que me conociste, pero soy la misma caprichosa con la que el destino te juntó.

─No sólo hablo de tu vida profesional o económica, hablo de que estás... ─me detengo para que ella prosiga.

─Descuidada, lo sé ─arregla un mechón de su cabello en la coleta despeinada ─; me imagino que ya sabes de mi condición.

─ ¿Condición?

─Sí, es que estuve apostando en repetidas ocasiones y por eso tuve que irme de casa; mis padres no quieren un mal ejemplo para Hellen y es algo que comprendo, así que opté por rentar un departamento y así pude complacer a mis padres.

─Hellen y tú son inseparables, además, es tu departamento ─acaricio su mano.

─Hellen está mejor sin mí ─suspira ─, pasé mi carta de renuncia a Loaiza por cuestiones...

─Por mí ─supe que Loaiza no quería que ella y yo tuviéramos algo.

─ ¿Qué cosas dices? ─asevera.

─Sí, sé que Loaiza se puso en tu contra por ver que lo nuestro avanzaba.

─No fue así, Hellen no te dijo todo ─inclina su rostro ─, mi renuncia tuvo razones ajenas a ti. Lo que pasó fue que escuché que Loaiza había hecho un contrato con Mark, en el que ella aceptaba ayuda económica de él a cambio de que ella lo ayudara conmigo, pero todo fue un simple chisme de pasillo.

─ ¿Y por qué no reanudas contrato? ─opino.

─Porque mis planes de tener un taller aún rondan por mi mente. No tengo la base económica para empezar mis planes, pero sé que en un futuro podré.

─El futuro es ahora ─digo.

─Lo sé, por eso doblaré jornada laboral, debo ahorrar mucho dinero para tener mi propio taller.

─Me gustas, y mucho ─me le acerco y le doy un beso en la frente. Sin opresiones me abraza con delicadeza.

─Necesito fuerzas ─jadea ─, las pocas que tenía la noticia de la enfermedad de Hellen me las acabó.

─Hellen me ha dicho lo fuerte que es ─acaricio su cabello con la mano en la que no tengo el hot dog ─, al principio me comentó que fue difícil, pero luego en el transcurso de las semanas retomó aliento y me demostró lo valiente que era.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora