─Yo voy por ellos ─se levanta ella de la banca y camina hasta el pequeño local de comida rápida.
Ver a Alondra, una vez más, cerca de mí es algo que me llena de satisfacción, pero por momentos no entiendo lo que ella abarca... es algo así como una mezcla de emociones.
─Se ven buenísimos ─se acerca Alondra con los hot dog haciendo que salga de mis pensamientos ─, estoy segura que querrás otro ─me hace entrega de uno.
─Huele bien ─muerdo el extremo por donde veo que sobresale la salchicha ─. Es-tá riquísi-mo.
─No comas con la boca llena ─reprende con la sonrisa más hermosa que ha conjurado a lo largo de su existencia.
─ ¿Cuántas subidas de peso me dejará este hot dog? ─muerdo con entusiasmo cada pedazo de la comida chatarra.
─Ves que has cambiado mucho, antes no preguntabas esas cosas ─limpia el contorno de su boca con una servilleta.
─Dime qué hay de ti, también has cambiado ─me detengo ─, y mucho.
─Otra vez con lo mismo ─me mira incómoda ─, ya te he dicho que mostrar mi otro lado como mujer no me hace menos dama, ni menos persona ─toma otra servilleta y limpia mis labios llenos de salsa ─. Ciertamente no estoy en las condiciones económicas en que me conociste, pero soy la misma caprichosa con la que el destino te juntó.
─No sólo hablo de tu vida profesional o económica, hablo de que estás... ─me detengo para que ella prosiga.
─Descuidada, lo sé ─arregla un mechón de su cabello en la coleta despeinada ─; me imagino que ya sabes de mi condición.
─ ¿Condición?
─Sí, es que estuve apostando en repetidas ocasiones y por eso tuve que irme de casa; mis padres no quieren un mal ejemplo para Hellen y es algo que comprendo, así que opté por rentar un departamento y así pude complacer a mis padres.
─Hellen y tú son inseparables, además, es tu departamento ─acaricio su mano.
─Hellen está mejor sin mí ─suspira ─, pasé mi carta de renuncia a Loaiza por cuestiones...
─Por mí ─supe que Loaiza no quería que ella y yo tuviéramos algo.
─ ¿Qué cosas dices? ─asevera.
─Sí, sé que Loaiza se puso en tu contra por ver que lo nuestro avanzaba.
─No fue así, Hellen no te dijo todo ─inclina su rostro ─, mi renuncia tuvo razones ajenas a ti. Lo que pasó fue que escuché que Loaiza había hecho un contrato con Mark, en el que ella aceptaba ayuda económica de él a cambio de que ella lo ayudara conmigo, pero todo fue un simple chisme de pasillo.
─ ¿Y por qué no reanudas contrato? ─opino.
─Porque mis planes de tener un taller aún rondan por mi mente. No tengo la base económica para empezar mis planes, pero sé que en un futuro podré.
─El futuro es ahora ─digo.
─Lo sé, por eso doblaré jornada laboral, debo ahorrar mucho dinero para tener mi propio taller.
─Me gustas, y mucho ─me le acerco y le doy un beso en la frente. Sin opresiones me abraza con delicadeza.
─Necesito fuerzas ─jadea ─, las pocas que tenía la noticia de la enfermedad de Hellen me las acabó.
─Hellen me ha dicho lo fuerte que es ─acaricio su cabello con la mano en la que no tengo el hot dog ─, al principio me comentó que fue difícil, pero luego en el transcurso de las semanas retomó aliento y me demostró lo valiente que era.
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Una semana en París © TERMINADA
RomanceAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...