─Es un hombre casado y no tiene ojos para otra mujer que no sea la suya.
Jamás me ha visto con ojos de hombre, sólo de jefe y, por fuera del trabajo, como un amigo.
─Bueno, está bien. Veo que te incomoda hablar de tu jefe ─comenta Cassidy en un tono burlesco largando una risita casi imperceptible.
─ ¡Bueno ya! ─exclama Spencer en lo que se acomoda en el sofá frente a mí ─, no venimos hasta aquí para hablar de George, venimos porque me han invitado a la inauguración del nuevo centro social de...
─Ya dile la verdad, Spencer ─espeta Cassidy en represión.
─Está bien, realmente venimos porque me han dado cupo para llevar dos personas más a una fiesta privada ─informa.
─No ─resoplo; he pensado muy bien lo que me dijo el señor Pedro y haré algo para evitar caer, comenzaré por esto ─. Me encantaría ir, pero no.
─No puedes decirme que no. Alondra, estamos hablando de cupos limitados y no sabes cuánto tuve que rogarle a mi amigo para que me permitiera llevarlas ─objeta Spencer con suficiente indignación.
─Lo siento, pero no. Ustedes saben lo que conlleva para mí ir a esos eventos. Chicas, tengo problemas con las apuestas, saben que es mi mayor tentación ─asevero.
─Pero no se trata de un casino Alondra, es una fiesta privada ─recalca Cassidy de forma que puedo sentirme incomoda por ello.
─Yo entiendo perfectamente lo que me quieren decir, ahora entiendan ustedes mi posición. Las veces que hemos ido a fiestas yo no he pasado de un trago de alcohol cuando ya quiero apostar, es una perdición y es evidente el cambio drástico que mi vida ha tenido a costas de esas salidas innecesarias y esas apuestas incontrolables ─explico casi enardecida.
─ ¿Ahora nos culpas por las salidas? ─reprocha Cassidy en posición pedante y altanera. Me llevará toda una noche hacerle entender a estas mujeres el punto de mi explicación; principalmente a Cassidy que todo lo mal interpreta.
─No es eso Cassidy. Lo que quiero decir es que, a causa de esas salidas, he caído varias veces en el error de perder dinero por simple ansiedad, sabiendo que tengo gastos por cubrir ─objeto una vez más.
Amaría ir con ellas, pero sé que es imposible no caer estando allá, y mucho más cuando se trata de fiestas privadas donde la gente con dinero apuesta por todo.
─Perfecto. No voy a insistir, tu has dado los motivos del porqué no vas y es válido, lo único que me pone triste es saber que perderás la oportunidad de promocionar tu trabajo. Según tú, querías crear tu propia línea de diseño y hasta hace unas semanas nos mostraste la libreta con diseños tuyos. Estoy segura que esa era tu oportunidad de abrir campo a tu profesión ─puntualiza mi amiga asumiendo muchos papeles.
No quería pensar igual que Spencer, pero ella tiene razón.
─Tienes razón, lo sé, pero tengo deudas y no me serviría de nada promocionar algo que no tengo cómo llevar a cabo ─admito. «Estoy apunto de quedar en la calle.»
Noél
Andana se ha vuelto más condescendiente conmigo, desde hace unas semanas está muy ocupada con algunos asuntos de la empresa de su padre que no tiene tiempo, ni siquiera, de hablar conmigo.
Ya son seis meses trabajando con ella y me ha resultado satisfactorio. Al principio era complicado, pero con el tiempo ha entendido que no todo se hace como ella dice; por eso sus insistentes insinuaciones han quedado atrás y ahora tenemos una muy buena amistad.
─ ¡Por fin te veo!, necesitaba hablar contigo ─baja de prisa los escalones que quedan a las afueras de la empresa.
Por los gestos de su rostro, me imagino lo que dirá, es algo importantísimo.
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Una semana en París © TERMINADA
RomanceAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...