Lo que andabas esperando tiene más de cien años de existencia, lamentablemente eres muy contemporáneo para creer en lo bohemio.
__________─Gracias, pero no ─interpelo cortante; doy un giro en el auto que determina mi respuesta a su visible exhibición, la cual evado.
¿Hasta cuándo pensará seguir con esto?
Mi jefe es un gran hombre, aunque su vida es muy ocupada, siempre tiene tiempo para todo y todos; jamás se presenta ante sus trabajadores sin primero mostrar una sonrisa.
La mayor parte del tiempo pasa trabajando y atendiendo los caprichos de su hija, que tiene mi edad, y es su mano derecha en la empresa. Es refinada como Alondra, pero a diferencia de aquella... ésta es arrogante y complicada, hasta para dar las gracias. A pesar de todo, le he caído en gracia y, por alguna razón, me ha pedido en varias ocasiones que la lleve a su departamento o espere a las afueras de algún evento social; creo que algo en mí la hizo bajar los humos.
La señorita Andana, sí, así se llama, gusta mucho de los idiomas. Gracias a eso, nos hemos entendido perfectamente, hasta he sido de ayuda para practicar su pronunciación en inglés... aunque el francés invade por momentos nuestras conversaciones y nos saca muchas risas.
─ ¿Tiene algo qué hacer hoy por la noche, Joven?
─Ehm... No señorita ─miro por el retrovisor a la joven, pero se muestra entretenida en el celular ─. ¿Desea que la lleve a algún lugar?
─Deseo ir a una disco, me han invitado unos amigos americanos y, como usted sabe muy bien de América, quería llevarlo conmigo para que me sirviera de apoyo ─comenta. ¡Lo que faltaba! ─. Claro, si no es mucha molestia.
─Señorita, no es de mi costumbre ir a esos lugares, así que con el mayor de los respetos debo decirle que no iré ─respondo con sinceridad.
─Está bien, solo quería tener compañía, pero si no es de su gusto ir a esos lugares, no lo obligaré; aunque se me ha olvidado decirle que tendrá un aumento en su sueldo si acepta ir como mi compañía a eventos sociales y demás festejos ─suelta las últimas palabras con un gusto abrumador, dejando más cabos sueltos.
La miro por el retrovisor y su ceja enarcada con la mirada victoriosa, propia de su prepotencia, me hacen pensar una vez más su propuesta.
─Para ser sincero señorita Andana, no tenía motivación alguna antes de escuchar su propuesta, pero ahora la necesidad tiene cara de perro y acepta lo que me pide ─admito.
Recibir dinero extra me servirá de mucho para cambiar de vecindario y, por supuesto, pagar algunas deudas.
─Creí que era de esos orgullosos que pierden oportunidades por no leer la letra menuda del contrato ─me sonríe con astucia ─, créame, soy de fiar y mi palabra es un hecho.
¿Por qué será no me da buena espina lo que transmite?
─No dudo de sus palabras. Espero y fíe de la mía que, por si sola, ya es un hecho ─interpelo mientras conduzco a una mansión.
─Me esperará aquí, iré por unas cosas a casa de mis abuelos y saldré tan pronto me sea posible ─me guiña el ojo y sale.
Soy yo o es que mi vida se ha vuelto un caos. Ahora Rachel se me insinúa descaradamente y la hija de mi jefe me manipula. ¿Acaso tengo cara de imbécil?
Siento rabia por tener que ceder a la necesidad del dinero, pero a la vez calma porque sé que ahora el sueldo alcanzará más para los gastos en casa.
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Una semana en París © TERMINADA
RomanceAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...