Capítulo 33

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─Ok, ok, ¡ya! ─no puedo parar de reír ─, ¡Eres mi mejor amiga, tonta!

─ ¿Qué dijiste? ─persiste en más cosquillas.

─ ¡Esta bien, eres mi mejor amiga! ─digo agitada de tanto reír. Por favor, me va a hacer mojar la ropa y, de paso, la cama.

─Y la única ─se baja de mí ─, les dije a Spencer y a Cassidy que no volvieran a acercarse a ti o serían despedidas.

─ ¿Qué?, ¿por qué rayos hiciste eso? ─me siento en la cama.

─Porque ellas nunca fueron buenas amigas. Te llevaron a la perdición de los casinos en vez de ayudarte con eso ─dice.

─No era su deber.

─Para mí, el deber de una amiga, mejor dicho, de una verdadera amiga consiste en cuidar y apoyar en todos los aspectos a un amigo o amiga. Creo que a ellas les quedó grande esa labor.

─Actúas bajo celo y eso no es bueno ─hago ver.

─Admito que estuve celosa de esas... Pero si eres sensata, entenderás que tengo razón ─apela.

─Ya veo porqué no me han visitado o por lo menos llamado ─ya decía yo que algo andaba raro.

─Les daré un tiempo libre en horas de trabajo para que se olviden de ti.

─No harás eso ─río. Tengo la loca más loca como amiga ─, eso es chantaje.

─Lo haré, ya verás ─reímos al unísono.

Después de tanto reír, nos pusimos en modo cine. Gracias a que Loaiza tiene Netflix, pusimos unas cuantas películas, pero la muy aguafiestas se quedó dormida.

─Buenos días ─preparo el desayuno de Loaiza a las cinco y quince de la mañana, para que pueda llegar temprano a trabajar.

─Pusiste el despertador a las cinco de la mañana. ¿Qué te pasa? ─se me olvida que Loaiza nunca ama los horarios mañaneros, siempre llega cinco o diez minutos más tarde que todos en la oficina ─, mi jornada laboral empieza a las ocho en punto.

─La mía también, pero levantarse temprano es algo que nos ayuda a comenzar con el pie derecho ─le sirvo el café.

─No te quieras hacer la aplicada conmigo, sé perfectamente que te despiertas una hora antes de la señalada en el trabajo, para llegar ni un minuto más, ni uno menos ─toma el café.

─Por lo menos soy puntual ─tomo leche ─. ¿Qué me dices de una tal Andana? ─juego meneando el vaso de leche.

─ ¿Qué quieres saber de ella? ─come los huevos revueltos con pancakes «tiene un paladar muy "distinguido."»

─Llegó un email a tu ordenador en donde te pedía una cita para hoy. Créeme, no soy chismosa, sólo que tu laptop tiene un sonido muy particular y eso llamó mi atención ─explico pasando por alto mi nivel básico de chisme.

─Claro, debe ser que Bruno dejó el volumen elevado ─supone con normalidad. ¿Bruno?, a ver, el Bruno al que le di duro por acosador.

─Bruno, Bruno, Bruno ─hago muecas ─, antes de hablar sobre la tal Andana... o como se llame, quiero saber qué te traes con el Bruno ese.

─Me comentó que el día de la inauguración le diste muy mala contesta.

─ ¿Y te dijo que intentó propasarse conmigo?

─ ¡¿Qué?! ─Ay no, creo que fue mala idea decirle eso ─, ¿que intentó qué?

─Al principio no vi malas intenciones de su parte, por eso accedí a hablar con él, pero no le bastó con insinuar cosas, sino que me apretó con fuerza la mano y le pegué una bofetada ─refiero.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora