Capítulo 7

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─ ¿De verdad quieres ir a un bar a estas horas? ─interpelo.

─Tú me hiciste una propuesta de tomar un café, yo no respondí a tu mensaje hasta que llegaste al hotel y me hiciste atenderte. Ahora quiero saber. ¿Qué te hace pensar que es malo tomar un trago a estas horas cuando tú fuiste quien lo propuso?

─Propuse un café ─admito.

─Y yo he propuesto pagarlo. ¿Qué hay de malo?

─Has dicho trago y...

─No he dicho que trago sea alcohol, si es lo que piensas. Sólo dije «trago» ─enfatiza y golpea mi brazo algo dolido haciendo que me queje ─. Lo siento, no te he preguntado cómo van los golpes.

─Mejorando. Mi madre se alarmó al ver mi labio roto.

─No se ve tan mal, te da un toque rebelde ─chista. Se detiene a mirar mi labio ─. Debí romperte las piernas.

─Eres una muñeca satánica ─mofo.

─ ¿Eso crees? ─me mira divertida ─. Puede que sea algo malévola, pero acepta que te ha quedado gustando mi juego macabro ─ríe. Acto seguido golpea el brazo que tengo más dolido y sale corriendo.

─ ¡Eso no es justo!, ¡sabes que no puedo correr! ─le grito al verla correr.

─ ¡Conmigo todo se vale! ─grita a lo lejos.

Intento correr, pero los golpes que tengo en el abdomen me lo impiden, así que camino a paso lento hasta llegar a ella. Tengo la impresión de que ama los animales.

─ ¿Te gustan?

─Sí.

─ ¿Entramos para que los veas mejor? ─propongo. Asiente y entramos a la tienda. Su mirada va directa a un cachorro color café que se ve triste, lo sostiene entre sus brazos y lo soba con cuidado.

─ ¿Cierto que es tierno? ─me pregunta con un deje anhelante en la voz.

─Como tú en estos momentos ─digo. Logro incomodarla, por lo que regresa el cachorro a su lugar.

─Mi hermana cumple años mañana, sé que siempre ha querido un perrito; pero soy alérgica a los animales así que le he prohibido tener animales en casa.

─Entonces, ¿cómo es que entraste a este lugar?

─Sólo se me da por estornudar así que no es mayor cosa ─regresa su mirada al animal y sonríe ─. Sé que amará ese regalo, quizá lo piense esta noche y en cuanto esté segura, vendré por él.

─Estoy seguro de que le gustará.

Salimos de la tienda y caminamos hasta un café cercano, en el que el dueño es un gran amigo mío.

─ ¡Polo! ─Saludo a mi gran amigo al entrar al lugar.

─ ¡Noél! ─viene hasta mí y me da un fuerte abrazo ─. Tiempo sin verte. ¿Qué te trae por estos alrededores?

─Vengo a tomar un café con una amiga.

─ ¡Oh! Pero que dama más hermosa nos trae Noél ─le sonríe a Alondra y le besa la mano haciendo que ella se apene un poco ─. Es una bellísima amiga.

─Gracias ─responde Alondra.

─Les tengo la mejor mesa. Lo que pidan será por cuenta de la casa ─le brinda asiento a Alondra.

─No hace falta. Yo pagaré ─le digo con el mayor de los gustos.

─Pagaré yo, así que tranquilo ─inquiere ella.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora