Capítulo 19

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─Hellen tu eres la pequeñita de mamá, ella no tomará esa grosería como el final de su relación contigo ─la consuelo.

─Estoy segura que le dirá a papá de lo ocurrido y se molestará mucho conmigo ─me abraza con fuerza.

─Deja de lloror, tu siempre me dices que llorando no se remedia nada, así que... ─recalco, en lo que suena el timbre ─. Ve a la cocina por un poco de agua, mientras miro quién es ─demando y, acto seguido ella asiente.

─ ¡Sorpresa! ─escucho al abrir el pórtico.

─ ¡Oh! Cassidy, pasa ─invito cordial «ella sí que sabe cómo alegrar los momentos duros» ─. ¿Qué haces aquí?, ¿cómo llegaste? ─camino hacia la antesala con ella y le brindo asiento.

─Le pedí a Match que me trajera. Él me comentó que, en varias ocasiones, te ha traído a casa.

─Sí, así es ─coincido.

─ ¿Quién es esa loca que llegó con un escándalo? ─vocifera Hellen al verme entrar a la cocina.

─ ¡Ay! Hellen, baja la voz ─abro el frigorífico y sirvo un poco de jugo para llevarle a Cassidy ─. Es una amiga del trabajo.

─Ha interrumpido en mal momento ─escupe mi hermana. Limpia sus lágrimas y sale de la cocina en dirección a su habitación.

─ ¿Esa es tu hermana? ─pregunta Cassidy con discreción una vez le brindo la bebida.

─Sí, la única que tengo y  amo mucho ─asevero ─. Ahora sí, cuéntame qué haces por aquí ─me acomodo en el sofá.

─Vine a traerte un Chismononón ─toma un poco de jugo, por lo pronto me mira espantada y atina a sonreír un poco, gesto que irradia aún más sus bellos ojos color verde.

─ ¡Ay! ─suspiro ─, a ver, cuenta ─mascullo ansiosa.

─El Magnate de tu ex ─menciona.

─ ¿Quién?, ¿Mark?

─El mismo. Hoy estuvo en la oficina de Loaiza y llevó flores, tenía una caja de chocolates finos y adivina para quién era ─ «hablar con ésta mujer es un drama»

─No soy adivina ─muestro poco entusiasmo de saber sobre quién hablamos.

─Alondra, que forma de quitarle emoción a tu amiga ─me mira medio feo y pone el vaso con un tanto de jugo en la mesita de centro ─. Todo eso era para ti mi niña, Loaiza estaba que no cabía en su oficina de la emoción ─espeta entusiasta.

─A ver, no entendí. ¿cómo es que todo eso es para mí y Loaiza se emociona? ─ «a esto le falta un pedazo»

─Sí mi niña, Loaiza estaba que te llamaba pero luego le explicó a Míster Magnate que tú ya no trabajabas para ella y ahí fue cuando todo se puso gris.

─ ¿Sabes qué pienso de eso? ─me levanto del sofá y camino de un lado a otro ─, que es cierto, Loaiza me vendió por apoyo económico.

─Y dale con el tema de la permuta. ¡Hello!, ¡Alondra llamando a tierra! Mujer, ¿en qué parte de la historia puede caber eso de que hubo una venta? ─analiza.

─Creí que estabas conmigo y habías creído eso, al igual que yo ─recrimino.

─Bien, lo acepto. Loaiza es una abusiva contigo y te quiere meter por los ojos al míster magnate, pero de ahí a que ella te venda, es algo muy descabellado.

─Ahora no te entiendo ─digo.

─Pues sí, si miras detalladamente el asunto, te darás cuenta de que Loaiza no necesita del dinero de ese tipito para sacar adelante la marca.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora