─Hellen tu eres la pequeñita de mamá, ella no tomará esa grosería como el final de su relación contigo ─la consuelo.
─Estoy segura que le dirá a papá de lo ocurrido y se molestará mucho conmigo ─me abraza con fuerza.
─Deja de lloror, tu siempre me dices que llorando no se remedia nada, así que... ─recalco, en lo que suena el timbre ─. Ve a la cocina por un poco de agua, mientras miro quién es ─demando y, acto seguido ella asiente.
─ ¡Sorpresa! ─escucho al abrir el pórtico.
─ ¡Oh! Cassidy, pasa ─invito cordial «ella sí que sabe cómo alegrar los momentos duros» ─. ¿Qué haces aquí?, ¿cómo llegaste? ─camino hacia la antesala con ella y le brindo asiento.
─Le pedí a Match que me trajera. Él me comentó que, en varias ocasiones, te ha traído a casa.
─Sí, así es ─coincido.
─ ¿Quién es esa loca que llegó con un escándalo? ─vocifera Hellen al verme entrar a la cocina.
─ ¡Ay! Hellen, baja la voz ─abro el frigorífico y sirvo un poco de jugo para llevarle a Cassidy ─. Es una amiga del trabajo.
─Ha interrumpido en mal momento ─escupe mi hermana. Limpia sus lágrimas y sale de la cocina en dirección a su habitación.
─ ¿Esa es tu hermana? ─pregunta Cassidy con discreción una vez le brindo la bebida.
─Sí, la única que tengo y amo mucho ─asevero ─. Ahora sí, cuéntame qué haces por aquí ─me acomodo en el sofá.
─Vine a traerte un Chismononón ─toma un poco de jugo, por lo pronto me mira espantada y atina a sonreír un poco, gesto que irradia aún más sus bellos ojos color verde.
─ ¡Ay! ─suspiro ─, a ver, cuenta ─mascullo ansiosa.
─El Magnate de tu ex ─menciona.
─ ¿Quién?, ¿Mark?
─El mismo. Hoy estuvo en la oficina de Loaiza y llevó flores, tenía una caja de chocolates finos y adivina para quién era ─ «hablar con ésta mujer es un drama»
─No soy adivina ─muestro poco entusiasmo de saber sobre quién hablamos.
─Alondra, que forma de quitarle emoción a tu amiga ─me mira medio feo y pone el vaso con un tanto de jugo en la mesita de centro ─. Todo eso era para ti mi niña, Loaiza estaba que no cabía en su oficina de la emoción ─espeta entusiasta.
─A ver, no entendí. ¿cómo es que todo eso es para mí y Loaiza se emociona? ─ «a esto le falta un pedazo»
─Sí mi niña, Loaiza estaba que te llamaba pero luego le explicó a Míster Magnate que tú ya no trabajabas para ella y ahí fue cuando todo se puso gris.
─ ¿Sabes qué pienso de eso? ─me levanto del sofá y camino de un lado a otro ─, que es cierto, Loaiza me vendió por apoyo económico.
─Y dale con el tema de la permuta. ¡Hello!, ¡Alondra llamando a tierra! Mujer, ¿en qué parte de la historia puede caber eso de que hubo una venta? ─analiza.
─Creí que estabas conmigo y habías creído eso, al igual que yo ─recrimino.
─Bien, lo acepto. Loaiza es una abusiva contigo y te quiere meter por los ojos al míster magnate, pero de ahí a que ella te venda, es algo muy descabellado.
─Ahora no te entiendo ─digo.
─Pues sí, si miras detalladamente el asunto, te darás cuenta de que Loaiza no necesita del dinero de ese tipito para sacar adelante la marca.
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Una semana en París © TERMINADA
RomanceAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...