Capítulo 4

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"No tengo otra ambición, que hipnotizarte con mis letras"

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─Bueno, entonces eso haré; vamos, Loaiza, hagamos como si nada pasara ─contesta Hellen.

***

─ ¡Alondra, calma! No es hora de pensar en ese plebeyo insoportable, piensa dónde colocaste esos accesorios ─me susurro.

─ ¿Alondra? ─tocan la puerta.

─ ¿Quién es? ─trato de ir a la entrada de la habitación para saber quién me llama.

─ ¡Hola! Loaiza me pidió que te ayudara con unas cajas y algunas otras cosas para el desfile... ─explica una de las chicas que contratamos para el desfile.

─Ohm... ¡Sí! Son dos cajas en las que están los accesorios, solo que no recuerdo dónde las puse ─«Falta poco para el evento y yo aún no me encuentro lista con las modelos» ─. Tú deberías estar arreglada para el desfile ─le hago la observación.

─Saldré en la segunda sección de pasarela, así que tengo tiempo para ayudarte ─repone.

Me siento en el borde de la cama a pensar un poco en qué lugar puse los accesorios.

─Quizás están en alguna de las maletas ─supone la chica.

─ ¡Claro! Tienes razón, están en una de las maletas en donde vinieron los vestidos; son dos cajas pequeñas ─Corro hasta el closet de la habitación y veo que ahí están las dos cajas selladas. Las tomo con delicadeza y voy hasta la cama para colocarlas ahí.

─Tú llevarás una de las cajas para adelantar un poco (son un poco pesadas y no creo que pueda con ambas), la otra la llevaré yo, más atrás; tengo que buscar el discurso de Loaiza para la gala, seguro olvidó eso.

«Así es mi vida, hacer todo lo que Loaiza no y recordar todo lo que ella olvida. Frustrante...»

─Está bien, me iré adelantando; en la entrada del hotel me espera un taxi, luego le pediré que venga por ti.

─Perfecto, Anny —por alguna razón soy algo perfeccionista, tiendo a pensar y hacer las cosas antes que sucedan, me gusta prevenir.
Loaiza me dejó sus llaves en la cartera así que iré a su habitación para buscar su discurso...

Una llamada entra a mi móvil...
—¿Alondra? ─identifico la voz de mi jefa.

—Loaiza, no te preocupes, ya estoy en un taxi rumbo al evento, trata de retrasar un poco la apertura del discurso —planteo.

—Ya va a empezar, me dieron solo diez putos minutos para preparar todo. ¡Apresúrate!

—Deja de presionar a este frustrado ser humano, solo intenta distraer el ambiente —siento que cuelga la llamada y de inmediato pienso en el grave problema en el que nos hemos metido.

─Señor, fue un placer; quédese con el cambio ─no sé si me entendió, pero ahora me queda correr una cuadra para llegar al evento, hay un atasco en la vía y probablemente nunca se va a solucionar.

Estos tacones de porquería no me dejan correr mejor, ya llevo unos cuantos metros y siento que no puedo más; el maquillaje se me ha corrido y mi peinado ya no existe.

Noél

─Gracias por traerme Noél, tú siempre me halagas con tus actos ─puntualiza Rachel.

─Solo te hice compañía, trata de no ganar pleitos con los clientes, sabes que odio estar lejos mientras peleas.

─Bueno, amo que quieras hacer el papel de hermano mayor. Te quiero.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora