─No te voy a discutir ese punto ─me siento en la alfombra roja que compré para decorar el centro del local.
Mientras comemos, observamos cada detalle de mi obra maestra; todo fue esfuerzo y perseverancia.
Un toque en la puerta me alerta momentáneamente.
─Yo abro ─me ofrezco. En mi intento por atender la visita escucho mi celular repicar.
─Contesta la llamada, yo abro la puerta ─sugiere Loaiza mientras camina en dirección a la misma.
─Hola ─me complace saber que es Noél ─, ¿cómo estás?
─Bien, un poco cansado, pero aún con vida y esperanza de verte ─escucho su voz entrecortada y no quiero pensar que es algo malo.
─ ¿Son ideas mías o te escucho mal?, confía en mí, dime qué tienes ─insisto ansiosa.
─Sólo es cansancio, y melancolía, por no poder estar contigo mañana ─lo escucho suspirar profundamente. Está exhausto ─, anhelaba, bueno, anhelo ir a verte; ya sabrás que aquí es un día de adelanto por algunas horas de diferencia.
─Sí, claro. Tranquilo, no debes afligirte por razones como esa, lo importante es que algún día nos veremos y eso basta para ser felices aunque sea a rato ─tomo una trémula bocanada de aire fresco ─. Sé que allá es de madrugada y amo el esfuerzo que haces para hablar conmigo, a pesar, de la diferencia de horarios.
─He pasado pensando en tu inauguración y en lo bien que te verás rodeada de personas interesadas en contribuir con tu proyecto. Todo saldrá excelente.
─Te voy a extrañar y... ─sonrío para mí con nostalgia. Los hombres que entran al taller con los cuadros que mandó a hacer Loaiza me miran, logrando avergonzarme ─, te querré abrazar ─camino hacia la puerta de, la que pronto será, mi pequeña oficina.
─Podrás hacerlo muy pronto, sabes que también deseo abrazarte y hacer muchas otras cosas contigo ─tose ─; disculpa, el clima ha estado frío y supongo que estoy resfriado. Como te decía, anhelo estar allá para abrazarte y besarte; no sabes cuánto me gustan tus besos.
─Daría muchas cosas por lo nuestro. En estos meses que han pasado, me has demostrado que tienes interés por mí y no sólo lo demuestras por lo bien que me tratas, sino por cómo manejas cada situación difícil por la que pasamos sin tirarme todo en cara ─admito.
─Para eso están las parejas, ¿no?, para amarse, entenderse y, sin duda, apoyarse. Sé que dirás que no somos una pareja, pero si nos amamos y somos fieles, ¿qué otro nombre le ponemos a lo nuestro? ─lo escucho toser nuevamente.
─No somos novios, pero como tu dices sentimos algo que va más allá de una efímera atracción; es algo así como lo que sentía Romeo por Julieta ─río ─, no quiero ser muy cursi, pero es más o menos la descripción que le puedo dar a lo nuestro.
─Quizá, aunque nunca hemos comentado eso. Lo nuestro fue imposible desde un principio ─tose con fuerza ─; nuevamente lo siento, es que tengo mucha tos y me siento enfermo.
─Mañana no quiero saber que fuiste a trabajar, te llamaré en horas de la tarde para saber cómo sigues y, lo que menos quiero escuchar, es que Andana te puso a trabajar ─digo afectada.
─Amor ─resopla entre risas ─, tengo mucho trabajo que terminar y no quiero retrasar todo; mejor descanso otro día en el que Andana esté de mejor ánimo.
─Recuerda que no siempre estarás allá, y ahora que sé que me amas no puedo permitir que tu jefa nos aleje ─alego asumiendo una actitud chocante y cursi.
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Una semana en París © TERMINADA
RomanceAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...