Capítulo 31

428 48 13
                                    

─ ¡Suéltame! ─me golpea mientras acomodo mi cuerpo sobre el suyo. Le impido levantarse, así que aprovecho para sujetar sus manos con fuerza, «esta mujer tiene mucha fuerza»

─ ¡Calma! ─Suspendo sus brazos sobre su cabeza y la miro fijamente ─, si quieres que te suelte, mejor será que me escuches.

Forcejea con fuerza hasta que logra cansarse.

─Por fin ─Sonrío ─. No entiendo por qué eres tan agresiva ─pone sus ojos en blanco ─. Bien, la verdad de todo es que soy tan inocente como tú de todo lo que pasa. Alondra, realmente fue una trampa de Rachel, ella y yo no tuvimos nada.

─Lo que hayas tenido con ella no me importa, igual no tienes porqué darme explicaciones como si fueras mi pareja.

─No soy tu pareja, pero quiero darte explicaciones porque me importas. Te fuiste sin despedirte y sin darme…

─No podía actuar como si nada, me sentí usada ─escupe desternillante en enojo buscando cómo zafarse de mis garras.

─Entiende de una buena vez que caí, al igual que tú, en esa trampa. Rachel lo único que quería era que te alejaras de mí y lo logró ─suelto sus manos y me siento al lado de ella para que pueda levantarse.

─ ¿Y qué me dices de los emails que te envíe?, esperé como tú no tienes idea una respuesta ─se sienta frente a mí ─; comprendo que estabas lleno de rabia porque no respondí a tus llamadas, e incluso a tus mensajes, pero qué querías que hiciera si me sentía burlada.

─Por lo menos debías ser más flexible conmigo y no tratarme como algo que usaste, durante todo este tiempo sufrí al darme cuenta que me había equivocado de mujer ─objeto.

─ ¿Aún piensas que te equivocaste? ─su mirada se detiene a la altura de la mía ─, ¿aún crees que soy aquella chica riquilla a la nunca debiste conocer?, dime la verdad, no quiero más secretos.

─Me quedan pocas horas para decirte lo que pasa conmigo; por la noche iré a una cena con la señorita Andana, sería bueno que luego de esa cena nos veamos en algún lugar, y ahí hablemos de todo lo que quedó en el aire.

─Yo quiero hablar ahora ─suelta con pretensión. «Me hará besarla, en ese estado a la defensiva, me encanta.»

─Pero no puedo, mejor hablemos por la noche. Yo paso por ti a las ocho en punto ─tomo sus manos y las beso ─, no quiero irme sin antes dejar claro todo contigo.

7:45 p.m.

─Te ves muy bien. ¿seguro no quieres que te acompañe?

─Andana, estaré un par de horas fuera del hotel, ¿es mucho pedir? ─la miro con aquella suspicacia, la cual no tarda en corresponder con una sonrisita a boca cerrada. Mientras le hacía dobleces a la camisa rosa que luzco.

─Me hablas como si yo fuera una dictadora ─arregla el cuello de mi camisa ─, por un momento quisiera conocer a la afortunada. Debe ser muy linda como para que haya logrado conseguir una cita contigo.

─Es linda, no lo puedo negar; pero lo que realmente me gusta de ella es que no mira las condiciones económicas, físicas e incluso las educativas ─ «estoy listo.»

─Hablas de esa mujer como si la conocieras de toda una vida ─me mira desde mis espaldas por el espejo.

─No la conozco de toda una vida, pero sí la conozco desde hace unos meses atrás. Quizá nuestra relación no fue la mejor, pero una vez más el destino nos ha cruzado y eso es una muestra de que estamos destinados.

─Me estás hablando de la misma mujer por la que me despreciaste muchas veces. ¡Vaya!, admiro a mujeres como esa, logran hipnotizar a un hombre de manera permanente ─asevera por lo bajo.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora