─Pero sí es cierto, sólo fuiste el tonto que ella enamoró y ahora te olvidó.
─ ¡Rachel, tú no sabes nada de ella! Te quiero mucho y lo sabes, pero eso no es lo que me limitará para decirte lo asombrado que estoy contigo y tu falta de madurez. Ella me brindó su confianza y la defraudé cuando la dejé ir aquella noche que me besaste. ¡¿Qué pasa por tu cabeza?! ¿Acaso no entiendes que sólo te veo como una hermana? ─profiero indignado.
─ ¡Pero yo no te veo como mi hermano, y eso quiero que lo tengas claro! ─exclama al borde de la histeria.
─Ya lo tengo ─contraataco.
─ ¡Rachel!, aléjate de Noél ─mi madre interviene ─; no te quiero cerca de mi hijo, y es una orden.
─Señora Margaret, es algo que Noél y yo debemos solucionar ─responde Rachel recuperando la calma.
─ ¡Ya te dije que te alejes de Noél, no repetiré! ─advierte. Muy pocas veces había visto a mi madre furiosa como ahora.
─Mamá, ya no importa. Ve a casa, yo hablo con ella ─la tomo de la mano.
─Tu vienes conmigo y no quiero objeción ─expresa furiosa.
─Mamá, saldré a caminar un poco para despejar mi mente. Ya ve a casa ─insisto. Me mira aún furiosa y sigue su camino por el pasillo del edificio ─. Rachel, no quiero seguir peleando contigo, será mejor que dejemos todo hasta aquí ─digo obstinado.
─Respeto mucho a la señora Margaret, pero ella no me impedirá que siga hablando contigo ─objeta segura de sí, algo propio de Rachel al momento de defenderse.
─Ella no, pero yo sí. Ya déjame ─me levanto de la banca y camino hasta las escaleras.
Llego a la salida del edificio y comienzo a caminar por la calle; poco después siento vibrar el celular.
─ ¿Un mensaje de número desconocido?, ¿quién será? ─pienso en voz alta.
─ ¡Hola Noél! Necesito de ti...
Att: Alondra ─leo y releo por la increíble confesión.No puede ser Alondra. No, no puede ser ella. ¿Qué hago? ¡Joder estoy nervioso!
─ ¡Hola!, creí que no querrías saber más de mí. ¿Pasa algo? ─respondo y envío, casi al tiempo que mi piel se eriza.
Estoy feliz... pero, no entiendo, no puede ser ella.
─Estoy perdida. No puedo más con el trabajo y he decidido renunciar; fue algo que hice por razones válidas y aunque extrañaré mi ocupación, lo hice por mi bien ─informa.
─ ¿Puedo llamarte?, sé que tienes mucho que decirme ─contesto al filo de la preocupación.
─Claro que sí, pero cambie mi número y ahora tengo este, por el que te estoy hablando ─escribe.
─Está bien. Ya te llamo.
No puedo entender todo, ¿cómo es que ella me habla después de todo? No contestó mis e-mails ni mis llamadas, y ahora quiere hablar conmigo.
─ ¿H-hola? ─titubeo en mi primer intento por llamarla.
¿Por qué será que demora tanto en contestar?
─ ¿Hola?, ¿con quién hablo? ─la escucho decir confundida.
Es ella... Es su voz y no sabe que soy yo, no entiendo.
Alondra.
─ ¿Con quién desea hablar?, no tengo toda la tarde ─escupo enfrascada en la desesperación.
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Una semana en París © TERMINADA
RomantikAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...