─Le dediqué toda la noche y el resto de la madrugada, estoy segura de que está bien ─asevero con tranquilidad.
─Te daré un receso para que salgas a comer algo; sé que te quedaste en la oficina durante las horas de almuerzo para adelantar algunos trabajos y me hace sentir muy agradecido ─gesticula George renuente.
─No hace falta, tomé un café mientras hacía los adelantos ─le miro apenada.
─Eso no es comida, mejor te invito a que comas conmigo y con Emma en un restaurante cerca ─propone.
─No, es que... no me parece. Lo siento mucho Emma, no es por ti o por George, pero prefiero seguir el reporte y así logro salir temprano.
─Está bien, puedes seguir, pero por lo menos come algo más pesado para tu estómago mientras trabajas ─recomienda mi jefe en un tono preocupado.
─Eso haré ─le sonrío y salgo de la oficina con discreción.
Hay algo en George y Emma que me hace sentir emocionada al verlos tan felices. Sin duda son una pareja unida que van contra viento y marea a cualquier lugar del mundo; sería feliz encontrando a un hombre que me hiciera sentir como George hace sentir a Emma, amada.
Llego a mi oficina y escucho el celular sonar, tan rápido como puedo descuelgo a esperas de una contesta.
─ ¿Hellen?, dime que eres tú ─profiero ansiosa.
─No, te habla Bongo. ¡Obvio que soy Hellen, tonta! ─extrañaba cada ridiculez de mi hermana ─, quería saber de ti. ¿Cómo vas con tu vida?
─Ehm... digamos que bien. Estoy luchando en contra de mis malos deseos. ¿Y tu?, ¿cómo va tu vida?, por lo que me has dicho a través de los emails concluyo que bien.
─Debes salir de eso que nos aleja, sabes que te quiero como seas, pero me molesta verte como una desconocida y, por tales motivos estemos distantes. Mi vida sigue igual de aburrida, debo realizar los exámenes pertinentes cuando me lo piden, y seguir con el tratamiento que me ha servido mucho.
─Me alegra por ti. Quería visitar hoy a Bongo, pero sé que no será una buena idea ir a casa cuando todos me quieren lejos de ella ─digo.
─Me duele que sólo digas que querías visitar a Bongo, ese perro ha sido un desagradecido, no quiere comer desde la última vez que te vio y todas las noches pasa ladrando en la puerta de tu habitación.
─Pobre Bongo, creí que solo amaba morder mis peluches y alguno de mis libros ─reímos al unísono ─. Iré a verlos cuando pueda, no quiero tener problemas con...
─Papá me ha pedido que te llame para decirte que tienes una oportunidad de venir y conciliar las cosas.
─Seguro es una última oportunidad de decidir si me voy a casar o no con el psicópata de Joan.
─Les he pedido que no te insistan con ese tema, lo único que quiero es que vengas a ver a tu hermanita, tengo miedo de perderte ─dice como si se le fuera la vida en eso.
─No era necesario, igual ellos seguirán insistiendo a pesar de saber que Joan fue quien me hizo aquel atentado la noche pasada ─ «mejor ni recuerdo ese episodio» ─. No quiero que digas que me perderás porque no será así, iré a casa después del trabajo.
─Está bien. Nuestros padres irán a una cena de protocolo, así que sacaremos ventaja de ello para que vengas a visitarme sin toparte con sus críticas ─propone mi hermana ensimismada.
─Perfecto, primero debo organizar unos papeles, luego voy hasta mi departamento y, de paso, a visitarte.
─Preferiría que del trabajo te vengas para acá. Ya nuestros padres se van, así no hay problema ─avisa.
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Una semana en París © TERMINADA
RomanceAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...