Capítulo 15

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Noél.

─Nunca te diste cuenta de lo que Rachel hacía por ti ─espeta mi madre ─. Ella siempre ha gustado de todo lo que eres, y aunque nunca te lo dijo... fue suficiente con insinuártelo.

─Es mi amiga, creía que era una de sus bromas o una simple forma de ayudar a mi autoestima ─«ya es tarde y no puedo buscar a Alondra. Seguro no me dejarán entrar al hotel, y ella pedirá que me cierren el paso» ─. Le conté muchos de mis miedos e inseguridades.

─Calma ─suelta mi madre ─. Mañana por la mañana podrás ir en busca de ella y explicarle todo; ahora calma.

─Está bien. Iré a dormir ─le doy un beso en la frente, y camino hasta la habitación.

Sabía que la había perdido desde que me confirmó su regreso a Chicago, pero guardaba la esperanza de por lo menos hablar con ella a través de Sky. Ahora... ahora solo queda el recuerdo de lo que pudo ser; ella no querrá saber de mí. Mis esfuerzos serán en vano. No habrá llamada, ni correo que pueda ser contestado por ella, con saber que viene de parte mía... Lo rechazará.

Si se diera cuenta que no soy lo que vio, o por lo menos lo que ella cree ahora que soy. Haría mucho por una mujer como ella, pero no hasta el punto de forzarla a que me crea. En primera instancia lo único que quiero es darle una explicación... lo más lógico es que me golpee como gusta hacer y luego desaparezca de mi mundo, es algo entendible en su posición.

8: 00 a.m.
Pedirle ayuda a la asistente personal de mi jefe resulta difícil, es tan complicada y nunca puede hacer un favor.

─Je ne crois pas que Monsieur Brandon Veuille écouter ça de ma part (no creo que el señor Brandon quiera escuchar eso de mí) ─«Celine hará que pierda la cabeza.»

─Je te demande seulement de ne lui dire pas, je ferai tout le reste (solo te pido que le digas eso, el resto yo lo haré) ─por poco y me arrodillo ante la mujer de lo imposible.

─D'accord (está bien) ─ «¡Por fin!» Es que no entiendo qué tanto le costaba decirle al señor Brandon que haría unas diligencias antes de pasar por él.

─Merci jolie femme (gracias mujer bonita) ─Lo que me cuesta escapar en horas de trabajo.

Por alguna razón siento que hoy hay más autos en la vía que nunca, no me permiten el paso y estoy que me vuelvo loco. No quiero que Alondra se marche sin antes arreglar todo el mal entendido conmigo. No puedo dejarlo así.

─ ¡Bonjour! (Buenos días) ─me dirijo a la recepcionista del hotel que con una mirada arrogante hace un desplante.

─ ¡Bonjour! (Buenos días), ¿Ce que je peux vous aider? (¿En qué le puedo ayudar?)

─Ehm... ─pienso. «Ahora no sé cómo se registró Alondra en el hotel.»

─ ¿Noél?

─H-hola ─es la cuarta o quinta vez que veo a la jefa de Alondra ─. ¿Cómo estás?

─Digamos que bien. Mucho mejor de lo que crees. ¿Qué haces aquí? ─No quiero pensar que es un poco prepotente, o habla con ironía.

─Qué bueno que me encuentro con usted, vengo en busca de Alondra. ¿Sabe si está lista?

─Pensé que sabías.

─ ¿Saber qué? ─pregunto.

─Me dejó una nota en el correo, donde decía que tenía que adelantar el vuelo. No me dio las razones. Supongo que estará de regreso a Chicago.

─ ¡No es posible! ─exclamo. «Ella no pudo irse sin despedirse. Entiendo que haya pensado mal de mí por lo de Rachel, pero...» ─. ¿Está segura de lo que me dice?, le prometí que vendría por ella para llevarla al aeropuerto.

Una semana en París © TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora