─Yo abro. Ve a bañarte ─dice Hellen mientras corre a la puerta y yo me adentro al baño.
Noél.
No me anuncié en la recepción por la simple razón de que quiero darle una sorpresa. Toco la puerta repetidas veces hasta ver el rostro de Hellen asomarse.
─No digas mi nombre ─tapo con mi mano la boca de Hellen, que se abre ya lista para dar un grito de emoción.
─Ya suéltame, claro que no diré nada ─quita mi mano de su boca y me hace pasar ─. ¿Qué te trae por aquí? Pensé que no se verían hoy, ella ha pasado trabajando y hasta hace unos minutos la tuve que alejar del dichoso ordenador.
─Quería darle una sorpresa, espero que no se moleste ─me insta con un gesto muy amable a sentarme.
─Está en el baño ─dice con simpleza.
─Seguro ya escuchó que llegué.
─No, ella suele ser un poco sorda, pero ahora que salga tendrás que esperar fuera, porque si no te matará ─su comentario me hace reír.
─Eso no tienes que decírmelo ─reímos al unísono.
─Te ves guapo, hoy tu ─hace una gesto cómico, y un movimiento de manos violento queriendo referirse a... ─, luce mejor que nunca, ¿dónde estabas tan elegante? ─su mirada pícara hace que sonría.
─Estaba trabajando, soy el nuevo chofer de una empresa importante en el país, y por obra de Dios, pude ser aceptado en una de sus sucursales.
─ ¡Joder! ¿qué haces aquí? ─grita Alondra.
─Lo siento ─desvío la mirada ─. Quería darte una sorpresa y creo que no te ha gustado, si quieres salgo mientras te arreglas.
─Mejor saldré yo, creo que tienen mucho de qué hablar ─esa niña y su picardía hace que quiera reír, pero mejor me contengo.
─ ¡Quiero que salgan ambos! ─grita Alondra cubriendo su cuerpo mojado con una toalla medio grande.
─Está bien ─salgo con la mirada puesta en sus ojos haciendo que se sienta incómoda.
Es una mujer hermosa, ella sí merece la corona de hermosura universal, sus piernas estilizadas y su piel delicada la hacen ver perfecta, quizá no sea una mujer dada a los escotes, pero me atrae ver lo reservada que es para vestir, siempre seduce sin mostrar nada.
─Puedes pasar ─abre la puerta un poco apenada y me mira de reojo ─. No sabía que venías a visitarme.
─Tranquila, quería darte una sorpresa y creo que no fue agradable para ti ─me brinda asiento.
─No acostumbro a dejarme ver ni por error de mi hermana, mucho menos de un particular ─se acomoda en un sillón con vistas al balcón.
─Entiendo, eres muy conservadora ─miro a un lado de su cama y todo está lleno de papeles ─. Has trabajado mucho, deberías descansar.
─Aún me falta, debo terminar lo más pronto posible ─se pone de pie y, acto seguido camina con dirección a la cama, justo donde están los papeles regados ─. Creo que no dormiré hoy ─queda arreglando los papeles y me imagino despertar todas las mañanas con una mujer tan delicada como ella ─. Te ves muy bien con el uniforme de trabajo ─comenta tratando de evadir el silencio.
─Gracias, eso mismo dijo Hellen ─logro decir.
─Me imagino que fue más explícita que yo ─me mira por un momento, y luego vuelve su mirada a los archivos que por poco deja caer.
─ ¡Hola, Bongo! ─veo salir al cachorro de abajo de la cama ─. Al parecer tu dueña no se acuerda de ti, ni siquiera te vi en sus brazos ─lo acaricio.
─Me has dejado hablando sola ─se pone delante de mí con los brazos cruzados.
─Lo siento ─suelto a Bongo y corre hasta una almohada que está debajo de la cama ─. ¿Me decías algo?
─Te decía que me imagino que Hellen fue mucho más explícita que yo ─me enarca una ceja.
─Un poco ─sonrío y me pongo de pie ─. Hay algo que no te he dicho.
─ ¿Qué? ─contesta cortante.
─Te ves hermosa con esos pantalones rasgados, creí que solo los usaba la gente como yo ─bromeo.
─Suelo usarlos cuando estoy en casa con mucho trabajo, o cuando, por lo general, no pienso salir ─me sonríe y se sienta a un lado del mueble ─. ¿Pensabas hacer algo esta noche?
─Pensaba no, pienso. Quiero ir a algún lugar a solas contigo en donde podamos disfrutar las pocas horas que te quedan en la ciudad ─me pongo de pie.
─Sabes que tengo trabajo que hacer ─se levanta y me mira de frente.
─Entonces te ayudaré, para que luego salgamos a conocer los secretos de nosotros que tanto ocultamos ─tomo su ordenador y la miro aún expectante a su reacción.
─No me ayudarás, es algo que solo sé manejar yo ─se sienta en la cama y me mira risueña.
─Verás que puedo hacer más que tonterías ─me siento a su lado a esperas de que busque lo necesario para iniciar.
─Está bien ─regresa a su hombro una tiranta de su blusa color negro que le deja su parte al descubierto ─. Hacen falta algunos documentos por leer y firmar, necesito pagar algunas facturas al administrador del taller en Chicago, y enviar algunos pagos a empresas textiles que nos proporcionan material ─busca en una de las carpetas todo lo que dice y yo me deleito observando su entusiasmo por el trabajo.
─Eres una mujer fascinante, me gusta ver tu empeño laboral ─le sonrío y veo que se apena.
─Y tú eres un hombre muy perseverante, el cual admiro ─comenta
Al paso de unas horas todo estaba listo.
─Pensé que no serías de mucha ayuda con todo ese trabajo que tenía ─recibe los informes que le ayudé a hacer y los lleva hasta una carpeta.
─Pensaste mal. He trabajado en muchos oficios y de todos he aprendido algo; cuando trabajaba para la mensajería instantánea aprendí a clasificar los envíos y algunos documentos de la compañía.
─Estoy segura de tus capacidades, me demostraste que nada te queda grande ─regresa a la cama y toma asiento a mi lado ─. Gracias por ayudarme, tenía mucho trabajo por terminar y pensé que no iba a dormir hoy.
─De nada, todo por tenerte libre ahora ─acaricio su mejilla.
─ ¿A dónde piensas llevarme?, Ya son las siete y algunos minutos, y no estoy arreglada para salir ─me mira fijamente hasta hacer lo mismo que yo ─. Sería bueno ver alguna película aquí ─me mira expectante.
─Aquí es poco íntimo.
─ ¿Pero para qué necesitamos intimidad si solo veremos una película? ─Sonríe.
─Está bien. Veremos una película de terror ─lo único que quiero es verla abrazarme por el pánico.
─Odio las películas de terror, prefiero acción o romance ─se pone de pie y enciende el televisor gigante que decora la pared de enfrente ─. Netflix es una excelente propuesta para el entretenimiento, siempre que tengo tiempo veo algo.
─Seguro es bueno ─me acomodo para corregir mi postura ─. No importa cuál película veamos, lo que importa es que estemos juntos ─le sonrío sutilmente.
─Ya quieres verme gritar de miedo o, por lo menos, abrazarte del pánico.
─Has leído mi mente ─le guiño el ojo ─. Deberíamos cerrar las ventanas y poner seguro a la puerta para que no haya interrupciones ─me dirijo a la ventana enorme que tiene una excelente vista y la cierro, lo mismo hago con la puerta y retomo lugar en la cama a esperas de que ella termine de buscar la película que quiere ver.
─Listo ─toma el control y regresa a la cama cubriendo la mitad de su cuerpo ─. Frotarás tus ojos muchas veces para evitar llorar de miedo ─suelta una risita malévola que me hace estallar a carcajadas.
─Haría todo para verte reír ─apago las luces y vemos una película que nunca había escuchado, creo que es de romance y terror.
La película es tan cursi que realmente no me gustó. Por lo que he visto todo trata de un zombi que se enamora de una chica de los nuestros (viva) y estoy a esperas del final.
Alondra se ha quedado dormida en mi hombro y me imagino que debe estar demasiado agotada, tenía mucho trabajo.
Acomodo su cabeza en una almohada para que tenga mejor comodidad y me pongo de pie, apago la tele y ruedo las cortinas para que entre la luz de la noche a la habitación sin necesidad de encender las bombillas.
Cubro sus pies con la cobija y veo que se acomoda.
─No te vayas ─abre un poco los ojos y me mira ─. Duerme conmigo hoy ─me toma de la mano con que la estoy cubriendo y me hala hasta ella ─. No hubo necesidad de una película para conseguir lo que querías ─me sonríe un poco somnolienta.
─ ¿Estás segura? ─me acomodo a sus espaldas para abrazarla y solo asiente a mi pregunta.
Alondra
Ver su rostro a mi lado me es extraño, hace mucho no duermo con un hombre, seguramente estoy actuando y pensando como adolescente; para ser sincera, en estos momentos me siento amada y atendida de buena forma por alguien a quien, con el tiempo, tendré que olvidar.
─ ¿Qué hace la bella dama despierta? ─dice al darse cuenta de que lo contemplo.
─Tuve una sensación rara que me hizo despertar ─acaricio su mejilla ─. ¿Y tú? ¿Por qué te despiertas?
─Instinto ─su mirada me es imposible evadir, es tan penetrante y segura.
─Ya es la una de la madrugada, será mejor que hablemos bajo porque mi hermana está durmiendo ─susurro mientras me acomodo para observar al otro extremo de la habitación donde duerme mi hermana.
La estancia es inmensa, tiene una puerta que comunica a ambas habitaciones, eso implica compartir algunos espacios, y conociendo a mi hermana que es un poco nerviosa por las noches, siempre tengo que dormir con la puerta que nos separa entreabierta.
─Si no me regalas un beso, tendré que gritar hasta hacer despertar a Hellen ─chantajea.
─No eres capaz ─sonrío.
─No me retes ─simula gritar y de inmediato le doy un beso.
─Qué linda forma de pedirme que te bese ─sonrío y enlazo mis brazos en su cuello ─. Eres un niño.
─Lo sé ─le doy otro beso, rodea mi cintura con sus brazos y trata de ser delicado.
─Eso que hiciste se llama chantaje ─toco el ápice de su nariz con mi dedo índice.
─Lo aprendí de la mejor ─admite.
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─Ya despierta que se te hace tarde para ir al salón de belleza.
─Deja que duerma un poco más ─me aferro a las sábanas.
─Loaiza te ha dado media hora para que estés lista en el salón de eventos; habrá una rueda de prensa y tú nada que te arreglas. Tienes que ir a la peluquería ─informa Hellen.
─ ¡Rayos! ─salto de la cama y camino al baño ─. Hellen, toma el vestido rojo con los tacones rojos y llévalos a mi cama ─le grito desde el baño mientras me quito la ropa ─. Dentro de la maleta pequeña... hay un collar sencillo que tiene una piedra dorada como adorno, ponlo junto a la ropa y saca los maquillajes del closet.
No recuerdo tener actividad laboral en la mañana, pero en este trabajo todo puede pasar. Los imprevistos son lo más frecuente.
Me doy una ducha con crema para ducha que me resulta relajante.
─ ¡Tienes todo listo! ─grita Hellen desde el otro lado de la puerta.
Esa es la ventaja de llevarte bien con tu hermana, siempre te sacan de apuros.
─ ¡Hey!, ¿qué tal dormiste con Noél? ─ «¿Noél?, ¡Claro!, dormí con él»
─Hellen, ¿qué se hizo Noél? ─pregunto desde la ducha.
─Se fue muy temprano, estabas tan dormida que no sentiste sus pasos.
─ ¿A qué hora se fue?
─A las cinco. Estaba preocupado por llegar tarde al trabajo y se fue.
─ ¡Joder!, Es mi culpa.
─ ¿De qué culpa hablas?, ambos se veían conscientes de compartir cama, seguro se fue feliz porque durmió contigo.
─Quizá lo metí en problemas en el trabajo ─salgo del baño.
─Te dejó esta nota ─me entrega un papel rasgado.
─ ¿Qué es? ─parece una carta.
─Sólo me dijo que te lo entregara en cuanto despertara la mujer más hermosa.
─No dijo eso ─la miro incrédula.
─Seré más explícita. Dijo que le entregara esto a la... ─parlotea risueña.
─Ok, ya entendí ─abro el papel.
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Una semana en París © TERMINADA
RomanceAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...