─No más Mark, ya sufrí lo suficiente como para volver al mismo círculo vicioso ─limpio una pequeña lágrima que se desliza por mi mejilla ─, encontraste todo lo que buscabas en mí en una mujer que, por lo visto, te hace feliz y enorgullece.
─ ¿Eso crees?, crees que por ella siendo una modelo famosa y de buen estatus social, me hace sentir completamente feliz. Te equivocas, ella ha sufrido todo el tiempo por mi inconformidad. Al principio todo iba bien, me era suficiente verla en la pasarela para sentirme orgulloso de ella, pero ahora, ahora pasamos peleando por su trabajo; tiene muchas giras, muchas salidas a lugares públicos, todo se trata de eventos sociales, fotos, entrevistas, publicidad, pero no hay nada de privacidad en nuestra relación.
─Ahora te pregunto, ¿eso no era lo que querías? ─ «¡quién lo entiende!»
─Yo quería una mujer como tú Alondra... ─logra decir.
─ ¡Ja!, no me digas ─río con cinismo. Verdaderamente es un canalla.
─Aunque no me creas, es así. Yo lo único que quería cambiar de ti era tu pesimismo. Todo el tiempo pensando negativamente me hacías sentir inseguro y eso era lo que menos quería ─se acerca un poco y me mira fijamente ─. Extrañé tus caricias y la forma en la que me envolvía tu cuerpo cuando estaba resfriado, o la delicada forma de besarme y tus tiernas palabras por las noches.
─ ¡¿Y qué?!, ¿de qué me sirvió todo eso, si finalmente me hiciste sentir desechada? ─me siento tan destrozada, ahora veo todo con más claridad y me duele.
─Te sirvió de mucho ─acaricia mi mejilla ─. Mírate, tú forma de ser te ha llevado a ser admirada por muchos, tanto hombres como mujeres. Eres una mujer digna de querer.
─Tan digna que estoy sola ─le sonrío mientras una intrépida lágrima me delata ─; quizá no nací para merecer todo lo que anhelo.
─Tú eres hermosa e inteligente, mereces todo lo que buscas, pero antes mereces encontrar a la persona que te acompañe en la travesía ─me sonríe, se siente bien provocar sonrisas en labios que no veía hace mucho ─, lo único que te pido es que me perdones por todo lo que hice sin darme cuenta.
─No quiero sonar mal pero... estoy bien sin tus migajas de amor ─logro evadirlo, camino hacia la puerta de salida.
─Espera ─sujeta mi mano haciendo que gire para mirarlo ─, no son sobras, es que yo sinceramente te extraño.
No puedo ser tan tonta de aceptar una decepción más, ya no más...
─Ehm... yo ─balbuceo mientras lo miro como niña asustada ─, yo no puedo Mark, gracias por todo lo que me enseñaste, pero mayor fue la decepción que todo lo bueno que aprendí.
─Sólo te pido una última oportunidad ─súplica y todo su cuerpo lo hace.
─Yo no p-puedo ─profiero.
Haciendo caso omiso a mis palabras me atrajo a él para darme un beso. Había olvidado cómo se sentía.
Esto no puede estar pasando.
─ ¡NO! ─me suelto de su agarre tan pronto puedo para finalmente vislumbrar su rostro, cuyos gestos no pasan de ser abrumadores, lo he dejado atónito ─. ¡No más psicología inversa!, ¡ya no más Mark!
─Pero sentí que te gustó el... ─intenta decir en su defensa pero antes le doy una bofetada.
─ ¡En tu regalada vida no me vuelvas a besar! ─advierto.
***
─ ¡Hola mujer! ─me abraza eufórica apenas me ve entrar a la casa.
─ ¡Hola Cassidy! ─la abrazo pero sin gesto alguno.
─ ¿Tienes algo?, ¿qué pasa contigo, bebé?, ¿estabas llorando? ─me bombardea con sus preguntas ─. Tienes cara de trucha.
─ ¿Cómo entraste a la casa? ─la miro fijamente en lo que proceso su presencia en mi casa.
─Tu hermana me abrió ─explica ─. ¿Qué tienes?
─Cassidy quiero estar sola, necesito terapia intensiva de soledad ─le sonrío sin ganas.
─Está bien amiga, estaré en contacto contigo luego ─me lanza un beso. Con paso firme camina con dirección a la puerta.
Espero que cierre para seguir el paso a mi habitación, ese lugar es lo único que necesito para desahogarme.
Mi habitación siempre está fría y ordenada, como me gusta.
Me siento en la cama y abro el ordenador, cinco mensajes de charla motivacional de mi madre y un mensaje anónimo... ¿mensaje anónimo?.
Dice: Deja ya, mujer valiente, los sufrimientos. Mientras sufres, pierdes tiempo valioso de tu vida, ya confía en quien te ha dado todo y deja que él haga lo que tú quieres hacer por tus medios. Hay momentos de la vida donde las cosas se adquieren no por fuerzas humanas, sino celestiales... ten fe y cree que todo será como Dios quiere. Att: alguien que te quiere.
Me levanto de la cama y camino hasta la puerta para cerrarla con seguro. Camino nuevamente a la cama para cerrar el ordenador y llevarlo al tocador, luego me quito la ropa y entro al baño.
─ ¿Qué me pasa?, quizá si Hellen me escucha hablar sola dirá que estoy quedando loca, pero aquí entre las paredes y yo pienso que lo único que pasa por mi vida es soledad ─dejo correr el agua por mi cuerpo hasta quedar totalmente relajada ─. Y creer que una vez dije jamás besaría a un hombre comprometido, soy un asco ─tomo la toalla y me envuelvo.
Ver mi cama arreglada hace que la pereza toque a mi vida. Seco mi piel y aplico crema en ella, busco un interior en mi closet y me lo pongo.
─Cuánto anhelo pasear desnuda por la playa en horas de la noche y así sentirme más libre que nunca.
Cojo un sostén de encaje que me regaló Loaiza por acompañarla a una fiesta de disfraces.
Busco el control remoto en una de las mesas de noche. Cierro la ventana de la habitación y me acuesto...
No hay programas de televisión tan buenos como mis series favoritas.
Yo sé que en algún momento de mi vida haré un paro y por fin dejaré de ser tan pesimista como piensa Mark, quizá acostarme a ver uno de mis programas favoritos no quitará que yo sea insegura. Quizá sólo hace falta que deje de vivir la vida de mis padres para vivir mi propia vida, pero yo nunca he vivido la vida de ellos. Por el contrario, siempre he vivido mi vida y eso me ha costado mucho... y creo que eso pasa cuando no hay alguien que te apoye en tus decisiones.
Ésta mujer llorona tiene su punto fuerte y aunque no lo conoce, intenta creer que sí.
Noél
Estoy exhausto, mi jefe y sus exigencias compartidas con su hija me tienen sin fuerza.
─Mi padre ha dado el aval para que seas mi chofer ─informa la señorita.
─Me alegra señorita Andana ─le brindo mi mano para que baje del auto.
─Muestra más felicidad, estarás conmigo y no con cualquier bicho raro ─comenta al tiempo que me saluda de beso en la mejilla ─. Amaría que fueras más abierto conmigo.
─No podría señorita, soy un simple empleado ─cierro la puerta.
─Estás cada vez más tenso, sé que hay alguien en ese cajón emocional ─presiona mi pecho con su dedo índice ─, quizá es ella la que te tiene ocupado.
─No hay un ella en mi corazón señorita ─la miro fijamente.
─ ¿Eres gay? ─pregunta descaradamente.
─No ─ «no se le pudo ocurrir algo mejor» ─. Solamente soy alguien que mantiene su vida laboral muy alejada de la personal ─la miro fijamente pero es algo que hago para no mostrar incomodidad.
─Aunque lo niegues, yo sé que hay alguien, te tiene flechado, pero Tranquilo, no hay prisa ─me guiña el ojo y, seguido me roba un beso ─. Gracias por traerme.
─ ¿Quién es esa mujer? ─interroga mi jefa.
─Una vecina ─aparco el auto en el andén ─. Subiré unos minutos para buscar lo que me dijo, si se le ofrece algo me marca al celular o me envía un mensaje.
─Perfecto ─me guiña el ojo ─. No demores ─pide.
─ ¡Mamá! ─entro al departamento y cierro la puerta ─, mamá vine por unas cosas, saldré al instante, quiero saludarte.
─ ¡Ay! ─sale mi madre de la cocina un poco adolorida.
─ ¿Te pasa algo mamá? ─me acerco y le doy un beso en la frente.
─No, mi niño, estaba buscando unas recetas para hacer una cena especial para ti.
─No hace falta mamá, no sé si pueda cenar contigo hoy, la señorita me ha pedido que la lleve a una fiesta en las afueras de la ciudad y creo que me tomará toda la noche esa dichosa celebración ─entro a mi habitación y saco un maletín que la señorita me regaló ya hace dos meses.
─Noél ─entra mi madre a la habitación.
─Dime mamá ─sigo empacando algunas camisas y vaqueros que compré con el aumento de sueldo.
─Esa mujer no me gusta. Pasas todo el tiempo en fiestas con ella y, desde que trabajas para esa mujer, lo único que haces es traer cosas lujosas a esta casa. Yo sé que es tu obligación atender cada uno de sus caprichos, pero mírate, te estás acostumbrando a un mundo donde no perteneces.
─Mamá, mírame, voy a fiestas y traigo obsequios que la señorita me ofrece, pero no me gusta su mundo. Todo lo hago por el aumento que me dio y es una clase de contrato que nos conviene ─presiono sus mejillas con mis manos y la beso una vez más en la frente ─. Te amo mamá, créeme que todo lo hago por nuestro bien.
─Te quiero entender Noél, pero me confunde que ya hace dos meses decías que la chica esa era una riquilla presumid...
─ ¡Mamá! ─me enfurece que recuerde a Alondra todo el tiempo como si ella fuera una diosa ─, deja de mencionar a Alondra. Ella no existe para mí, mamá ─tomo el maletín y salgo de la habitación ─. Te llamaré por la noche para saber cómo estás.
─Está bien Noél. Cuídate mucho ─me abraza y me besa en la frente como suelo hacer con ella.
Salgo del apartamento y camino nuevamente hacia la salida del edificio, pero me detengo al ver que Rachel está hablando plácidamente con Andana. ¿De qué hablarán?
─ ¡Noél!, ven ─ «¿Rachel llamándome?» ─. ¿Qué hacías ahí observando nuestra platica y no te unes? ─camino hasta donde están ellas ─. Tu jefa es muy amable, no como la americana.
─ ¿Qué americana Noél? ─indaga la señorita.
─No es nadie importante. Rachel, hablamos en otra ocasión, ahora tengo que hacer mi trabajo ─abro la puerta del auto para que la señorita Andana suba.
─Fue un placer conocerte Rachel.
─El placer fue mío Andana ─se estrechan la mano y sonríen como lo hacen las mejores amigas.
***
─Señorita Andana, ¿puedo preguntarle algo que me ha dado vueltas todo el camino?
─Soy toda oídos.
─Tengo curiosidad de saber qué hablaba con Rachel. Es simple curiosidad.
─Ah, tranquilo. Me daba la bienvenida al sector y trató de socializar un poco conmigo, pero sólo eso.
─Qué bien ─musito en lo que miro por el retrovisor, pero la señorita está pegada al celular ─. Creo que tiene una obsesión con ese aparato.
─No es una obsesión, pasa que llevo dos meses conociéndolo y usted me trata como su diosa ─me mira por el retrovisor y de vez en cuando la miro ─; no tengo otra distracción que este aparato, como le llamas.
─Quiero ser realista y, por lo pronto, diré que sólo soy espontáneo en los espacios que quiero, no en donde me fuerzan a serlo.
─Entonces, según tú, te he forzado a ser lo que no quieres. Por eso no me habías hablado de la americana ─deduce.
─Señorita, creo que desde un principio le dejé claro que mi vida laboral está muy alejada de la personal. Lo que Rachel le dijo sólo fue en un acto de rabia.
─No vi rabia alguna en el rostro de Rachel. Dime algo, ¿existió alguien importante en tu vida que te dejó devastado?
─Sólo existió alguien, pero no importa. Sólo fue un pasatiempo ─miento, Alondra se ha metido en mi cabeza desde que abrí los ojos.
─ ¿Por qué, si no es tan importante, evitas ese tema? ─insiste en saber sobre Alondra.
─Es alguien que quiero olvidar así de fácil como la conocí. Lo más probable es que no logre hacerlo si todos me recuerdan que ella existe ─estaciono el auto a un lado de la vía y pego mi cabeza al timón para pensar.
─Lo siento, no creí que fuera tan importante ─dice avergonzada.
Salgo del auto y respiro un poco de aire puro.
─ ¿Hasta cuándo Alondra?, ¿hasta cuándo dejarás de dar vueltas en mi cabeza?, seguro tú ni te acuerdas que existo ─digo con despecho.
─Tómate el tiempo necesario ─comenta Andana desde el ventanal del carro.
Estoy en una autopista y no es conveniente detenerme por mucho tiempo, suele ser peligroso, y más cuando se acerca la noche.
Recorro el auto para abrir la puerta del piloto. Entro y veo que Andana me mira dulce.
─Necesitabas eso ─acaricia mi hombro mientras preparo el auto para continuar el camino.
10: 00 p.m.
─Ya deja de mirar a todos como si fueran seres de otro mundo. ¡Disfruta! ─aconseja la señorita Andana.
Jamás había visto a la señorita Andana beber tanto y bailar demasiado.
─Estoy bien aquí señorita ─esquivo sus bailes sensuales que me incitan a caer en sus garras.
─Te diré algo breve ─se acerca a mi oreja. Su olor a alcohol me hace estremecer ─. Quiero una noche en la que tú y yo ─presiona mi pecho con su mano ─, rompamos los esquemas de tratarnos como simples amigos.
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Una semana en París © TERMINADA
RomanceAlondra Henderson diseñadora profesional, trabaja para su mejor amiga en un taller de costura que hace parte una marca de ropa muy reconocida. En su ocupada vida laboral tiene escasa oportunidad de iniciar una relación, y su entorno no es más que si...