Capítulo 8. La pitufo azul.

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CALLE.

-Creo que tengo algo que te pertenece- la miré. Abrí mi bolso para al fin librarme de ese estrés andante. Tomé el teléfono y se lo tendí. Su cara de asombro no tardó en asomarse.

-Así que tu lo tenías...- dijo casi en susurro tomando el teléfono y desbloqueándolo.

-Se te cayó cuando chocaste conmigo- tosí disimuladamente- No te lo pude dar antes, iba apurada- coloqué un mechón de pelo detrás de mi oreja y ella me observó.

Su pelo azul me causaba cierta intriga y su estatura hace que parezca un pequeño pitufo. No se porque pero me da curiosidad saber sobre su vida anterior, el porque llegó a LA. La chica que llamó me había dejado con muchas dudas que, aunque me digan metiche, me interesaba saber.
Me disponía a marcharme cuando su voz me detuvo.

-¿Por qué contestaste?- dijo y fruncí el ceño.

-¿Disculpa?- pregunté confusa.

-¿Por qué contestaste una llamada?- dijo la peli azul mirándome de forma seria mientras me mostraba la pantalla de su teléfono, con la evidencia de que una llamada había sido atendida. 

-Con un gracias me conformaba- hablé con el mismo tono que ella ocupó recién.

-Gracias por entregarme mi teléfono pero eso no te da derecho a contestar mis llamadas- pronunció- Invadiste mi privacidad- Arrugó la nariz y sus cejas se juntaron aún más. Apoyó todo su peso en su pierna izquierda esperando una respuesta de mi parte.

-Esa cosa no dejaba de sonar- intenté defenderme- Y agradece que te lo traje porque si fuera por mi, lo hubiera lanzado por la ventana- rodeé los ojos y me crucé de brazos al igual que ella.

-Nadie dijo que lo recogieras- habló.

-No es mi culpa que fueras tan despistada para dejarlo tirado en medio del pasillo.
Okey, estaba rabiosa, ¿Tanto escándalo solo por una llamada?

-¡Tu me tiraste!- alzó un poco la voz.

-¿Disculpa?- hablé ofendida- Yo no era la que iba caminando con la mirada perdida en esa cosa- alcé mi voz al igual que ella. Esto se estaba saliendo de control, yo solo planeaba devolver el teléfono y largarme, no discutir en medio del pasillo con una chica que no conozco.

-¿Sabes qué? Olvídalo- dijo, hice una mueca de desagrado con mi cara. No soportaba discutir ni menos por cosas tan insignificantes como estas.

El ambiente se volvió muy tenso y el sonido del ascensor se hizo presente, abriendo sus puertas dejando ver a Paula con unas cajas de pizza en sus manos, inmediatamente el olor a queso derretido impregnó mis fosas nasales, caminó hasta donde yo me encontraba.

-¿Me ayudas, bebé?- dijo y tomé las cajas de pizza. La peli azul seguía observándome, me intimidaba de cierta manera la forma en la que me miraba.-¡María José!-habló emocionada Pau para abrazar inmediatamente a mi exagerada vecina.

¿María José?

La chica le devolvió el abrazo con gusto, como si se conocieran de toda la vida. ¿Por qué no tenía conocimiento de esta amistad?

-Hola Paula- pronunció ella con un sonrisa.

-¿Cómo estás? No tenía idea que eras tú la que había alquilado el apartamento en frente de Dani.

-Bien- dijo la otra- Recién llegué hoy.

Solo me limité a mirar la escena sin pronunciar ninguna palabra. Estaba anonadada por su radical cambio de ánimo.

-¿Qué te parece venir a comer con nosotras y así podremos hablar más tranquilas?- dijo Paula, abrí mis ojos.

Maldita sea, ¿Enserio Pau? La peli azul no era de mi total agrado en este momento y el dolor de cabeza continuaba. La resaca más larga que he tenido en mi vida.

La Chica Del 269 | Caché (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora