Capítulo 35. Mi dosis de Daniela Calle del día.

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CALLE.

-¿Es enserio?- pregunté anonadada a tal sorpresa de Poché, sabía que tenía algo en mente pero nunca se me pasó por la cabeza que fuera esto. El ambiente estaba completamente romántico, algo simple pero me encantaba. El enojo que traía encima se estaba desvaneciendo poco a poco.

-Ajá- habló sonriente, me encantaba la forma en la que nunca perdía su sonrisa, jaló de mi mano y me hizo sentar en la gran sabana que descasaba sobre mi sofá, mi bata quedo en el suelo y al encontrarme en ropa interior frente a ella hizo que una electricidad recorriera mi espina dorsal- Acuéstate- me ordenó provocando que alzara una ceja- Por favor- sonrió provocándome ternura. Sin dudarlo, le hice caso y me acosté- Boca abajo, idiota- rió.

-Especifica- dije rodeando los ojos- Pero antes, pásame la bata- le apunté el lugar en donde se encontraba.

-¿Para qué la quieres?- preguntó yendo a buscarla.

-Para el masaje solo necesitas mi espalda, no andaré exhibiendo mi trasero, María José- dije y ella no pudo evitar reír.

-¿Y quién te dijo que solo te haré el masaje en la espalda?- le arrebaté la bata de sus manos mientras me la abrochaba en la cintura.

-Calla y empieza antes que cambie de parecer- hablé y me acomodé boca abajo tratando que solo mi espalda quedara visible para sus ojos. Coloqué mi cabello a un lado y sentí sus frías manos desabrochar el brasier sin quitarlo.

-Tenía que hacerlo- habló muy cerca de mi oído y un calofríos provoco que mi piel se erizara, mi espalda desnuda estaba a su completa disposición. Sentí como se paró y fue a buscar algo a una bolsa que tenía tirada en el suelo, rápidamente corrió y se sentó encima de mí.

-¿Por qué siempre te sientas encima?- hablé tratando de no pensar que estaba sentada en mi trasero.

-Así es más cómodo, tú eres cómoda- agachó su cabeza para besar uno de mis hombros rápidamente. Sin poder gesticular ninguna palabra, sentí como sus manos contorneaban todo el borde de mi espalda mientras que la canción Perfect daba su fin para iniciar Titanium, esa canción me encantaba.

Pude reaccionar cuando comenzó a brotar un contenido realmente extraño sobre mi piel, se sentía muy extraño.

-¿Qué rayos...?- le dije con la intención de darme la vuelta y mirar pero ella no me dejo.

-Tranquila- rió serena- Solo es aceite- me guiñó el ojo, rodeé los mios para acomodarme más, coloqué ambos brazos debajo de mi rostro para crear la sensación de almohada y relajarme más. Cerré mis ojos cuando los movimientos de las manos de Poché fueron realizando cierta presión en la zona de mi espalda, era bastante relajante lo que estaba haciendo.
Comenzó a pasar sus manos por la zona de mi cintura con movimientos hacía arriba y hacía abajo, realizó lo mismo al lado contrario. Sus manos se adueñaron de la zona de mis hombros para comenzar a frotar lentamente pero fuerte provocando que se sintiera bastante relajante, no pude evitar sentir la necesidad de dormir en este instante. Deslizó sus manos hasta mis caderas, sentí como levantaba, apretaba y enrollaba mi piel entre su pulgar y sus dedos de una mano, deslizándola hacia la otra de una forma lenta y bastante satisfactoria.
Solo se escuchaba un poco de su respiración calmada y la música de fondo, el olor de las velas comenzaba a presentarle y eso me relajó aún más.

-¿Donde aprendiste a hacer masajes?- le dije apenas, estaba embobada con el movimiento de sus manos, era la mejor sensación que había sentido nunca.

-La práctica hace al maestro- dijo con un tono egocéntrico mientras continuaba con ese movimiento que me estaba volviendo loca, dejo caer lentamente un poco más se aceite en mi espalda, tenía un toque de esencia cítrica que no me era para nada desagradable.

La Chica Del 269 | Caché (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora