Capítulo 11. La nueva amiga de mi novio.

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CALLE.

Me senté en uno de los espacios desocupados esperando a que el mesero me trajera mi pedido. Había pedido un espresso junto con una granola con yogurt y berries. De verdad esperaba que el café me ayudara a calmar un poco el resfriado con el que amanecí. Tenía los ojos irritados, con dolor de cabeza, estaba congestionada y con una tos terrible que me había dejado un poco afónica.

Maldita María José.
Esto es tú culpa.

Seriamente había pensado en cancelar la cita que tengo con Mario en este momento, pero no sería justo para él, además, extrañaba a mi novio y estaba segura si le decía que estaba enferma, insistiría tanto en llevarme donde un doctor y mi terror a las agujas me impide acercarme a un hospital.

Prefiero tomar pastillas, todo el mundo gana.

Y esa sería mi excusa cuando me vea en este estado cuando llegue. Lo dije, lo menos que quería era enfermarme y ¿Qué fue lo primero que paso? Me enferme.

-Mi amor- la voz de Mario me sacó de mis pensamientos, sin previo aviso, me rodeó con sus brazos y besó tiernamente mi frente.

-Hola bebé- le dije seguido con un poco de tos. Su mirada cambio de tranquilidad a preocupación.

-¿Qué te pasa?- preguntó, tomó asiento a mi lado y pasó su brazo por sobre mis hombros, de forma refleja, apoyé mi cabeza en él.

-Tengo un poco de tos nada más- sonreí, él tomó mi rostro con sus manos para depositar un pequeño beso en mis labios.

-¿Segura?- se quitó las gafas de color que traía y me miró a los ojos. Solo asentí como respuesta.

El mesero llegó interrumpiendo nuestra conversación, dejó en la mesa mi espresso junto con mi granola. Sonreí en forma de agradecimiento.

-¿Pedirá algo, joven?- se dirigió a Mario.
Tomé un sorbo de mi caliente espresso mientras mi novio pedía su desayuno. El mesero disponía a retirar los servicios restantes de la mesa, pues solo éramos dos y la mesa era para cuatro personas.

-Viene una persona más- habló Mario interrumpiendo la acción del mesero, solo asintió y se retiró.

Alcé una ceja.
¿Alguien más?

-¿Quién viene?- me atreví a preguntar. Supuestamente este desayuno era para los dos, quería estar a solas con él pero al parecer va a ser imposible. 

-Te tengo una sorpresa- habló emocionado mientras entrelazaba mi mano con la suya ignorando completamente mi pregunta- Y sé que te encantará. 

-¿Así? ¿Cuál?- pregunté curiosa. Mario siempre me daba sorpresas desde que nos conocimos, era muy detallista conmigo y eso me encantaba.
Se paró rápidamente de la mesa para dejarme sola, mi cara de asombro no tardó en asomarse. Se dirigió a la salida del Starbucks y salió del lugar.

Mario tenía unas ocurrencias medias extrañas a la hora de darme sorpresas, pero las mejores sin duda eran las que me daba en mi cumpleaños, cada año lograba impresionarme cada vez más.
Tomé mi granola para empezar a comer mientras el mesero ponía el pedido de Mario en la mesa. El estómago me rugía y soy fiel amante de la granola con yogurt. Es mi desayuno perfecto. 

Comí unas cuantas cucharadas cuando el sonido de la puerta llamó mi atención. Un Mario sonriente caminaba hacía mi acompañado de una chica de mediana estatura, de tez blanca con cabello rojizo y ojos verdes. Sin decir palabras, mi novio tomó asiento a mi lado mientras que esa chica se sentaba en frente de mí.
Agarré una servilleta del recipiente para limpiar sutilmente mi boca antes de hablar. No entendía nada.
Miré a Mario con cara confusión mientras que la suya seguía con la misma sonrisa.

La Chica Del 269 | Caché (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora