La Chica Del 269 | Caché (Terminada)

Capitulo 4. Edificios Calle.

CALLE.

-María José...- alargué para que ella me dijera el apellido.
-No lo sé, solo la conocí en el centro comercial- rodeé los ojos- Ni su número tengo.
-Que ineficiencia- me paré- ¿Cómo no le pides el número?- me dirigí a la cocina a buscar mi plato de lasaña, que ahora debe estar frío.
-Tranquila- me dijo mientras se quitaba sus tacones- Le pasé mi tarjeta.
-¿Y qué te hace pensar que te va a llamar?- dije en tono de broma y ella se encogió de hombros.
-Tengo el presentimiento de que si lo hará- sonrió poniéndose más cómoda en el gran sofá- Debes confiar en mi, te aseguro que la tendrás como tu modelo lo antes posible, estoy cien por ciento segura que es perfecta para esta ocasión.
-Eso espero- me senté a su lado- Recuerda que mis fracasos son tus fracasos- reímos.

Mi teléfono vibro de pronto.
Era un mensaje.

De: PAPÁ

ED YA ME COMENTO LO SUCEDIDO, ESPERO QUE ESTES IDEANDO LA EXCUSA PERFECTA PARA EXPLICARME LO OCURRIDO DANIELA.
ESTOY EN UN JUNTA, IRE EN UN RATO MAS.

Maldita sea, maldita sea, maldita sea. Ya pude escuchar todos los sermones que me dará y visualizar su cara de enojo.
En estos momentos odio a Ed por ser tan bocón, se que solo hace su trabajo, pero ¡Agh! Nada le costaba callarse esta vez.
-¿Qué pasa?- preguntó Pau al notar que me había quedado mirando la pantalla de mi teléfono por unos largos segundos.
-Mi papá vendrá- dije parándome rápidamente, fui por mi bolso y mis llaves que estaban en mi habitación- Y no debe encontrarme aquí, así que ponte tus tacos que nos vamos- gire sobre mis talones para dirigirme a la puerta.
Pau rápidamente tomó su calzado y se los puso, me siguió hacia la salida del apartamento, cerré con doble llave y nos adentramos en el ascensor.

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POCHÉ.

Tomé un sorbo de mi caffe latte recién comprado en Starbucks, no había comido nada en todo el día y mi organismo suplicaba por un poco de cafeína y una gran porción de torta de chocolate doble que llevaba con conmigo en una bolsa café.
Había llamado al Hotel Westin Bonaventure, es donde siempre nos hospedábamos con mi papá y mi hermanita cuando veníamos a Los Ángeles de vacaciones, pedí una habitación para quedarme esta noche hasta que pueda encontrar un lugar más estable. Estaba cargada de bolsas por las compras que hice y la espalda me dolía terriblemente, sumándole que mi teléfono no dejaba de vibrar, las llamadas se dividían entre Vale, mi papá, Makis que es una de mis mejores amigas  y un número desconocido, que no dudaría que es Bárbara llamándome desde otro teléfono porque había bloqueado el suyo, pero aun así, no había podido contestar ninguna de ellas.

Caminé por las calles de LA hasta llegar a la entrada del Hotel, donde el portero me abrió las grandes puertas de vidrio permitiéndome entrar, rápidamente me acerque a la recepcionista.
-Buenas noches- sonreí dejando las bolsas en el suelo y mi caffe encima del mesón- Acabo de llamar y pedí una reservación para una habitación.
-¿Su nombre?- dijo tomando sus anteojos para colocárselos y fijar su vista en el computador frente de ella.
-María José Garzón- dije, ella tecleó rápidamente mi nombre e hizo unos cuantos clics.
-Bien señorita Garzón, su habitación es la 301- habló para girarse y tomar una de las mil llaves colgadas en la pared, me la entregó- Disfrute su estadía- sonreí y asentí en forma de agradecimiento, tomé todo lo que traía en mano y me dirigí al ascensor.
Subí al tercer piso, al llegar caminé rápidamente a la puerta donde tenía el #301, introduje la llave y finalmente ingrese tirando todas las bolsas al suelo y mi cuerpo en el gran sofá de cuero negro que se encontraba en el centro de la sala de estar.
Las habitaciones de estos hoteles son espectaculares, aunque haya pedido una de las más económicas eso no le quitaba el toque de glamour, pero lo que más resaltaba es la hermosa vista de toda la ciudad, debido a que era de noche, se veía todo iluminado y lleno de vida.
Me paré del sofá dispuesta a tomar una larga y relajante ducha que tanto necesitaba, tomé unas cuantas toallas de un estante café  que se encontraba al lado del baño, entre en el y abrí la llave para dejar correr el agua esperando a que se calentará.