—No te quiero aquí—declaré.
El hombre se frotó los ojos con fuerza.
Sentí en mi brazo la presión de la mano de Charlie. No podía creerme lo que había hecho mi hermano.
—Harriet...—empezó a decir Charlie, con una voz que hacía el intento de ser razonable.
—¿Por qué lo has hecho, Charlie?—aparté de un manotazo a mi hermano, y retrocedí un par de pasos, alejándome además de él.—Sabes lo que opino de él. Me da igual si tú lo ves o no, pero a mí no me interesa lo más mínimo.
Me sentaba bien hablar de mi padre como si no estuviera allí. El odio se filtraba por mis palabras, pero no lo lamentaba. No era una rabia furiosa, era algo más. Algo que llevaba cociéndose en mi interior por tres años.
—No es culpa de tu hermano. Charles sólo me hablaba de ti en sus cartas porque tú no has cruzado una palabra conmigo desde hace años, hija—volvió a hablar el hombre. Se acercó a mí, pero no retrocedí. ¿Por qué debería hacerlo? Era él el que sobraba, no yo. Yo me encontraba en el sitio al que pertenecía.
Mientras, él ya no tenía nada que hacer en Hogwarts.
Lo analicé. Tenía menos canas de las que parecía a primera vista, que se confundían con el pelo rubio, el cual, por desgracia, Charlie y yo habíamos heredado. Sus ojos estaban cubiertos con algunas ojeras. Antes, me hubiera preocupado por si trabajaba demasiado y no descansaba lo suficiente.
Ahora me importaba un rábano.
Alcé la cabeza.
—Y después de tres años, ¿aún no has entendido que es porque no quiero relacionarme contigo?—me crucé de brazos. Eran como mi coraza contra el peor monstruo de todos los que había enfrentado en mi vida.
Mi padre rodó con los ojos y suspiró, como si yo fuera una niña pequeña que me hubiera encaprichado con un juguete.
—Harriet, llevas demasiado tiempo comportándose como una dramática—dijo, abriendo los brazos, como si expusiera un proyecto a sus compañeros de departamento en el Ministerio.—Esto no es una serie de televisión. Si charláramos, quizá podríamos llegar...
—Si piensas que estoy siendo dramática, entonces no me conoces en absoluto—dije, herida, aunque intenté que no se notara demasiado.
Cuando tenía cinco años yo tenía los sueños más locos del mundo. Creo que era porque cenaba demasiado. Sea como fuere, siempre corría a la habitación principal de la casa, pasando por la de Charlie (en la que mi hermano roncaba. No hubiera tenido sentido acudir a él; hubiera necesitado unos platillos para despertarlo), y acudía a mi padre. Daba igual lo agotado que estuviera: siempre me acompañaba de vuelta a la cama, me arropaba y me pedía que le contara mis sueños.
"¿Qué ha sido esta vez?", acostumbraba a preguntar. "Vamos, cariño, no me dejes con la intriga".
Nunca se reía por mis locuras.
Esa persona, y la que tenía delante de mis narices acusándome de ser dramática parecían opuestos.
—No quería tener que hacer esto—se irguió entonces el hombre, ajustándose la corbata—pero si no empiezas a pasar tiempo conmigo, voy a tener que pelear por la custodia con tu madre.
Esas palabras detonaron la bomba.
—¿¡Que tú qué!?—bramé.
Saqué mi varita y me lancé hacia él, pero Charlie me cogió a tiempo, impidiéndome llegar hasta él. El hombre retrocedió y me desafió con la mirada.
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CHISPAS (a Hogwarts story)
FanfictionHarriet necesita una historia. Desesperadamente. Tras haber ganado el JEM, otorgado por el Profeta, sabe que quiere escribir, y devolver al Periodismo la buena fama que malos escritores como Rita Skeeter le han arrebatado. Por ello, en el comienzo...