Capítulo LXXV

162 20 120
                                    

—¡YA SABÉIS LO QUE DICEN, MIS ESPECTADORES QUERIDOS... Y SLYTHERINS! ¡UNA REINA NUNCA LLEGA TARDE! ¡Y TODOS ELLOS, A LO LARGO DEL AÑO, HAN DEMOSTRADO SER UNOS REYES Y REINAS! ¡POR FAVOR, RECIBAMOS A LOS TEJONES Y A LOS LEONES COMO SE MERECEN!

En la grada del estadio de quidditch, el público se volvió absolutamente loco. Gritaban, chillaban, y yo temí seriamente que alguno pudiera lanzarse desde el puesto de gran altura en el que nos encontrábamos hacia abajo sólo para ver a los jugadores de Hufflepuff o de Griffindor más de cerca.

Además, ya que Jim había insistido en que nos sentáramos justamente en mitad de los fanáticos de mi casa, a mi alrededor únicamente podía ver color amarillo y más amarillo: pancartas amarillas, bufandas amarillas, caras pintadas de amarillo... y Victoire vestida de rojo.

Diría que es peligroso para ella localizarse para animar a Griffindor en mitad de los fanáticos de Hufflepuff, pero la he visto enfadada, así que sé que estará bien.

—¡Y EL PÚBLICO ENLOQUECE! ¡AHHHHHHHH! ¡AHHHHHHHHH!—a Ted, haciendo de comentarista junto a McGonagall, parece que le vaya a dar algo. Tiene el rostro rojo, se le ven las venas y sus ojos están profundamente abiertos.

—Es tan pasional—escuché decir a Victoire mientras soltaba una pequeña risita.

"Y que lo digas" quise decir, recordando cuando casi nos mata a todos cuando había luna llena. 

En vez de eso, sonreí a mi amiga y me incliné un poco sobre la barandilla para mirar cómo Hufflepuff entraba en el campo. Charlie iba a la cabeza, y jamás lo había visto más concentrado en su vida.

En cambio, James, al otro lado del césped, sonreía como siempre. El corazón me dio un vuelco.

—¡Tu hermano contra tu ex!—Jim me zarandeó el brazo como si fuera una piñata. No dejaba de saltar sin parar.—¡Esto va a ser más épico que cuando mi tía Naia apareció con el mismo vestido que mi hermana Akira a la boda de mi primo Min Ho!

—¡LOS CAPITANES SE DAN LA MANO! ¡ESTOS TÍOS SON MIS AMIGOS! ¡LOS CONOZCO!—un sollozo se escuchó por entre la presentación de Ted.—¡CHICOS, OS QUIERO!—y les tiró un beso.

McGonagall, a su lado, miraba a su alumno y negaba con la cabeza con reprobación.

Los dos capitanes, Potter y Lowell, se separaron y volvieron con sus respectivos equipos. Apreté la barandilla con fuerza cuando ambos equipos dieron una patada a la vez al suelo y se elevaron con gracia y agilidad en el aire, sobrevolando nuestras cabezas. Los jugadores revolotearon un poco, dando vueltas para acostumbrarse a las alturas, y esto volvió loco al público, que se puso a chillar como si no hubiese un mañana.

—¡Charlie, te amo!—se desgañitó una chica que estaba a mi lado. Parecía un pomelo: tenía la piel cubierta de amarillo y todas sus ropas eran amarillas. Su aspecto era el de un enfermo de hepatitis b.—¡Cásate conmigo!

La miré con el ceño fruncido, pero gracias a eso detecté algo más. 

Detrás de la chica, a mi derecha, una niña pequeñita luchaba por avanzar entre la multitud. Agitaba los brazos en mi dirección, y al ver que la miraba, una sonrisa se vislumbró por sus dientes cubiertos con metales.

—¿Ésa no es la loca obsesionada con vosotros?—me dijo Jim al oído para que pudiera escucharla en medio del griterío.

Yo sonreí.

—Sí, ésa es Mary Elizabeth Corberó Gutiérrez III—asentí, y comencé a hacerle señas a Mary.—¡Mary! ¡Estamos aquí!

—¡Harriet Cecilia Lowell! ¡Espera por mí!—Mary avanzaba todo lo deprisa que podía, pero era como ver a una pulguita intentar marchar contra un tornado de brazos y piernas.—¡Ya casi...!

CHISPAS (a Hogwarts story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora