Capítulo LXVIII

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En la parte trasera de la Madriguera una enorme carpa blanca había sido instalada. Sujeta por cuerdas que la anclaban a la tierra, estaba hinchada y flotaba unos centímetros por encima del nivel del suelo, para proporcionar aún más espacio de entrada a los invitados. Del interior venían algunas notas discordantes, emitidas por distintos instrumentos, y un rumor de voces que cada vez era mayor.

A mi lado, James tropezó con una de las cuerdas, soltándose de mi brazo y caminando a trompicones hasta rozar con la nariz el suelo.

—Cuidado, chaval—acudió en su ayuda un hombre joven de piel negra, que se encontraba aposentado en la entrada de la carpa. Vestía una especie de frac que lo hacía parecer un pingüino.—No querrás matarte y que me coma tu parte de la tarta... ¿James?

—¡Lee!—saludó con una sonrisa James al hombre negro, que pareció reconocerlo.

Alguien quizá podría pensar que yo debía sentirme incómoda sin conocer a casi nadie de los que James saludaba, pero en realidad estaba más que acostumbrada. Ésa era mi realidad cada vez que él y yo paseábamos por Hogsmeade, o caminábamos simplemente por los pasillos de Hogwarts.

—El jodido James Potter—palmeó su espalda el hombre, al parecer llamado Lee.—¿Qué, cómo te va, tío? Te veo bien.

—¿Qué, te gusta?—preguntó James cogiéndose del cuello de la chaqueta y moviéndose un poco para que el hombre lo viera bien.

—Joder, y tanto. Eh, ¿cómo has conseguido crecer tanto, tío?—el hombre se rió un poco.—La última vez que te vi eras... más o menos así—y se señaló la rodilla un poco. Yo me reí al imaginarme un mini-James corriendo por todos lados y chocándose con las paredes.—Ah, hola. Soy Lee Jordan—me tendió la mano con simpatía, y yo se la estreché.

—Harriet Lowell.

—Ya veo que te ha tocado ser el acomodador—continuó con la conversación James, señalando una larga lista que Lee Jordan sostenía en una de sus manos.

—En realidad, el acomodador que habían contratado no ha podido venir, y a la señora Weasley estaba a punto de darle un ataque, así que me he ofrecido voluntario—se encogió de hombros Lee.—Si uno tiene que pringar en la boda de su mejor amigo, se pringa y ya está. Sí, claro, Draco...—le contestó de repente Lee a un hombre con el pelo rubio platino que se había acercado. Llevaba un bastón en sus manos, y un traje completamente negro, incluyendo la camisa. Detrás de él, la cara sonriente de Scorpius Malfoy me saludó muy alegre, y yo le devolví el gesto con la mano.—Sois el 32 y 33; junto al pasillo.

El hombre rubio lo agradeció inclinando la cabeza y entró solemnemente en el interior de la carpa. Scorpius lo siguió trotando.

—Entonces, ¿la abuela Molly ha entrado ya?—preguntó James, estirando el cuello para alcanzarla. Se volvió hacia mí con las mejillas sonrojadas.—Tienes que conocerla. La abuela Molly es la mejor. Sus pasteles de cumpleaños son estupendos, y sus jerseys navideños también.

—Están prácticamente todos dentro, tío—señaló Lee Jordan hacia el interior.

Yo también me asomé.

Habían colocado numerosas hileras de sillas doradas y blancas para la ocasión, de la cuales muchas estaban ocupadas ya. Por las columnas de la carpa, instaladas para soportar el peso de la misma, había guirnaldas de esos dos colores entrelazadas. Lucecitas oscilaban en el aire, aún apagadas, pues apenas era la hora de comer: la luz natural del sol entraba directa y alumbraba más de lo necesario aún.

—Mejor seguirlos en ese caso—dijo James, ofreciéndome el brazo para que se lo tomase.—¿Lista, señorita?

Asentí.

CHISPAS (a Hogwarts story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora