Capítulo XIL

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  "Querido James:

  Dudo mucho que alguna vez enseñe, a ti o a cualquier alma que viva y respire, el contenido de esta carta. Se debe a que me jugaría mis notas de este año a que acabaré poniéndome sentimental de una forma u otra, y eso sería demasiado humillante como para soportarlo.

  Pero tú me lo has pedido, ¿no? Que escriba una historia sobre nosotros. Después de este regalo, no me has quedado muchas más opciones; no se me ocurre mejor manera de estrenar mi nueva máquina de escribir.

  Una máquina de escribir. ¿¡Te has vuelto loco!? ¿¡Cómo se te ha ocurrido regalarme algo así!? ¡Seguro que ha costado una fortuna! Además, hay algo que no consigo explicarme, ¿cuándo has tenido tiempo para comprarla? ¡Si todo este último mes lo has pasado conmigo o con Ted y Charlie!

  En fin, supongo que tendré que encogerme de hombros, igual que hago cuando muestras alguna de tus rarezas.

  Porque las tienes. De eso no te quepa la menor duda. Por mucho que te guste aparentar ser el típico payaso/chulo/deportista, no eres el cliché andante que te empeñas en mostrar. Y eso es algo que no entiendo, y que me saca de quicio, sobre ti. ¿Por qué te obcecas en superarte a ti mismo comportándote como un estúpido? Eso sólo hace pensar a las personas que no tienes nada especial. A mí me costó encontrar esa chispa tuya, y creo que en parte se debió a que pasaba demasiado tiempo contigo, tanto que no me quedó otra que encontrar tu lado bueno para que no me volvieras loca.

  De verdad, DEMASIADO TIEMPO. De vez en cuando me da por soltar alguna que otra broma estúpida, y eso no es por nada más que no sea tu influencia.

  Tampoco me gusta cuando fumas. Ni siquiera aunque los cigarrillos sean de caramelo. Yo misma le he regalado un paquete a Charlie por Navidades, pero eso es porque él no está tan sumamente obsesionado. Tú, en un día común y corriente, acostumbras a echar más humo que el expreso de Hogwarts, y no creo que sea bueno para un jugador de quidditch. Eso por no hablar de tu salud.

  Imagino que, si en algún momento de tu vida llegaras a leer esta carta (cosa que te garantizo que no harás), sonreirías con suficiencia llegados a este punto. Levantarías la ceja y me dirías algo así como: "¿Me espías, Lowell?", o soltarías una estupidez de las tuyas que me hiciera rodar los ojos. A este paso, me quedaré bizca por tu culpa.

  No es que te espíe.

  Es que...bueno, siempre he creído saber cómo eras, desde el primer momento en que te vi organizando una guerra de comida en el Gran Comedor junto a mi hermano y Ted. Observé con cierta satisfacción, no te lo negaré, cómo McGonagall te tiró de las orejas y te mandó al primer castigo de muchos.

  ¿Cómo iba a saber yo, apenas una cría, una novata, lo que pasaría con ese niño rebelde de ojos bonitos al pasar unos años?

  El tiempo se sucedió, y tú y yo seguíamos compartiendo los mismos instantes juntos. Es decir, ninguno. Tú creciste con atención, siendo ovacionado por todos. Yo te detestaba cada vez que armabas bulla en clase, porque eso me impedía concentrarme, o quería decir que me estabas haciendo perder parte de la lección.

  ¿Quién me diría a mí que mi percepción de ti cambiaría dentro de poco?

  Nada parecía indicar que este curso algo sería diferente, pero lo fue. Tú te acercaste a mí y, de la noche a la mañana, yo parecía interesarte. Al menos, llamaba tu atención lo suficiente como para que me quisieras como actriz para tu plan.

CHISPAS (a Hogwarts story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora