E P Í L O G O:

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AVERTENCIA: NOTA IMPORTANTE AL FINAL DEL CAPÍTULO.

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No podría haberse elegido un mejor día para la graduación.

El sol brillaba radiante en el cielo, las brisas frías parecían haberse quedado resguardadas por una vez, y todo se mantenía acorde al sentimiento festivo que poseíamos.

Se había establecido una gran plataforma de madera con sillas frente a ella. Allí era donde se habían dado los discursos, donde nos habíamos graduado, juntos, sin importar a qué casa pertenecíamos cada uno. Era el lugar en el que habíamos obtenido nuestros diplomas y en el que nuestros familiares, amigos y acompañantes habían observado cómo nos despedíamos de Hogwarts, esta vez para siempre.

O tal vez no.

Una vez que llegas a Hogwarts, es poco probable que éste salga de tu vida, y también de tu corazón.

Tras todas las lágrimas derramadas durante la ceremonia, la plataforma se había elevado por los aires, transformándose en un conjunto de mesas largas alrededor de las cuales había comida de aspecto delicioso.

Los elfos de las cocinas habrían debido trabajar extra para completar aquella tarea.

Y, sin embargo, ¿qué estábamos haciendo Jim y yo, en lugar de comer, aceptar felicitaciones y volver a comer?

Arrastrar a una Victoire ciega a través del Bosque Prohibido.

Cada una le dábamos la mano a la francesa, quien llevaba un pañuelo tapando sus ojos maquillados, imposibilitándole la visión. Creí que los enormes tacones que calzaba, de al menos quince centímetros, podrían molestarla para atravesar ramas y raíces, pero lo cierto es que se estaba defendiendo bien.

—¿Ya?—preguntó impaciente.

Miré a Jim, algo nerviosa.

Solo esperaba no habernos perdido.

—Solo un poco—contesté.

Aquello debía salir bien. Llevábamos preparándolo entre todos por mucho tiempo, y no podía esperar a ver la cara de Victoire...

El día iba a resultar perfecto.

A mis oídos llegó el eco de unas voces nerviosas y el rasgar de una guitarra. El brazo de Jim señaló un hueco entre dos árboles.

—¡Por allí!—dijo emocionada. Saltó varias veces, sin importarle que su vestido gris perla se quedase enganchado en un arbusto.

Yo pasé primera por el hueco entre los dos árboles, tal y como se me había indicado. Desde allí, tomé los brazos de Victoire y entre Jim y yo logramos que llegase al otro lado de los árboles sin que nuestra amiga se partiese una pierna el día de su graduación y de...

Jim saltó, y me di la vuelta a tiempo para ver cómo, unos metros más allá, tres chicos vestidos con esmóquines arreglados nos esperaban. Se encontraban formando un círculo, Ted de espaldas a nosotras y James y Charlie de frente. 

Fueron éstos últimos los que nos avistaron primero. James cogió de los hombros a Ted y lo obligó a darse la vuelta al tiempo de que él nos viera llegar con su novia, a la que habíamos secuestrado de una conversación con los señores Potter.

Jim levantó los pulgares y, sin que ninguno mediara palabra, haciéndose así el silencio, caminamos con Victoire hasta una silla que había sido colocada allí expresamente para aquella ocasión.

Había sido gracioso ver cómo un ciervo cargaba con el asiento de madera pesada mientras un zorro le abría camino por el bosque.

—Victoire, ahora vas a sentarte en una silla, ¿de acuerdo?—avisé a mi amiga para que no se asustara.

CHISPAS (a Hogwarts story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora