Me incorporé al momento y traté de peinarme un poco al tiempo que el hombre de ojos verdes y cicatriz en la frente me observaba fijamente.
—Señor Potter...—musité, algo sobrecogida.
Yo había visto contadas veces a los padres de James a través de los años, y la mayoría era cuando pasábamos a recoger a Charlie de su casa, o viceversa. Dudaba muchísimo que antes de saber que yo salía con su hijo me recordaran.
La señora Potter salió entonces desde detrás de la espalda de su esposo.
—Harriet... La profesora McGonagall ya ha hablado con nosotros sobre lo que ha sucedido—ella se acercó a mí y me dio un beso rápido en la sien. Agradecí el gesto, pero me encontraba nerviosa, y alterada: jamás me había preparado para un escenario así, tanto al empezar a gustarme James como antes, cuando sólo era parte de un plan. Siempre que lo había pensado, contaba con que James estaría consciente para el momento en el que me presentara de manera oficial a sus padres.
—Por favor, siéntese—me levanté al momento y le ofrecí la silla a la señora Potter, que observaba a James con preocupación, como sólo una madre puede hacer. Ella aceptó mi ofrecimiento con una sonrisa y se sentó al lado de su hijo.
El señor Potter le puso una mano en el hombro.
—Vamos, Ginny...—le dijo a su mujer, intentando animarla.—Yo me metí en muchas peores y sigo de una pieza. No te preocupes...
—No estoy preocupada—negó la señora Potter con la cabeza.—Cuando accedí a casarme contigo sabía que nuestros hijos heredarían tu talento para los problemas.
El señor Potter le sonrió, y a mí se me revolvió el estómago. Me sentía fuera de lugar, como si no debiera estar viendo eso, y también abrumada por todo lo que estaba sucediendo.
—Habla por don Tostada Quemada, mamá—una voz irónica de chico surgió de la puerta, y yo me volví para ver a Albus y Lily Potter entrando en la enfermería en esos momentos.
Lily llevaba su gato, aquél que una vez fue cojín, en los brazos, y se acercó con gesto muy serio hasta la cama donde estaba su hermano. Le puso al animal en el estómago al dormido James, como si fuera un remedio infalible para conseguir sanarlo. El señor Potter alargó la mano y le acarició el pelirrojo cabello a su hija.
Crucé una mirada con Albus cuando éste se acercó a los pies de la cama de su hermano, donde yo me había situado desde un discreto segundo plano. No dijo nada, y cambió la mirada hasta James, donde la mantuvo con un gesto indescifrable.
James tenía mucha suerte, pensé. Toda esa gente que se preocupaban por él... Y aún faltaba el resto de su numerosa familia, Charlie, Ted... Hasta la profesora McGonagall.
Y yo, comprendí. Había pasado a formar parte de su círculo de personas queridas.
—Oh, mon cher cousin!
Victoire Weasley entró en la enfermería como un ciclón y se echó a mis brazos. Algo extrañada, la abracé como pude, dándole unas palmaditas en la espalda.
—¡Harriet! ¡Me han contado lo de anoche! ¡Ha tenido que ser tan horrible!—Victoire se enjugó una lágrima. Aquel día no le había dado tiempo a maquillarse, y lucía terrible... si con "terrible" entendemos un cutis fantástico.
—Victoire, ¿por qué no dejas de zarandear a Harriet por un momento?—sugirió Ginny Potter con delicadeza.—No creo que sea lo que necesite ahora mismo.
—¡Oh, por supuesto! Je m'excuse!—Victoire se apartó de mí, y se recompuso el perfecto pelo rubio.
Entonces, las miradas de la familia Potter al completo cayeron sobre mí, y yo deseé que Victoire volviera a abrazarme para ocultarme de la vista. Sin saber qué hacer, me atusé el jersey, que aún llevaba puesto desde ayer. Estaba sucio y manchado de polvo, tierra y cenizas. Seguro que yo no tendría mucho mejor aspecto. Mis vaqueros, por otra parte, estaban rotos y cubiertos de sangre reseca en la zona de las rodillas.
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CHISPAS (a Hogwarts story)
FanfictionHarriet necesita una historia. Desesperadamente. Tras haber ganado el JEM, otorgado por el Profeta, sabe que quiere escribir, y devolver al Periodismo la buena fama que malos escritores como Rita Skeeter le han arrebatado. Por ello, en el comienzo...