Abrí un ojo, algo amodorrada.
Lo primero que noté fue que no me encontraba en mi actual cama. El techo que había sobre mi cabeza era de madera antigua, y no tenía listas amarillas como el de mi dormitorio en la casa de Hufflepuff. Yo estaba tendida en un colchón de sábanas blancas con patas de metal negro. Cerca de mí, tirado en el suelo, estaba el libro que había estado leyendo antes de dormirme, Estudio en Escarlata.
Y entonces todo me vino de golpe. Recordé de pronto que yo estaba en casa de James, en la habitación de invitados. Que me había subido a dormir después de una dura partida de Scrabble contra los señores Potter y James (Lily había preferido hacer de árbitro, aunque en realidad solo había chivado palabras al oído de su hermano mayor) y que, tras ponerme el pijama, había decidido leer un poco, quedándome dormida... con la luz de la mesilla encendida.
La apagué deprisa. No deseaba que la factura de la electricidad que aquel mes tuvieran que pagar los Potter fuese más alta por mi culpa.
En la oscuridad, alargué el brazo para recoger el libro sin salir de la cama. No era mío, sino de la biblioteca de mi pueblo, y me entró algo de ansiedad al ver que la esquina de una página se había doblado trágicamente.
Justo cuando la alisaba con la manga de mi pijama, la madera de detrás de la puerta crujió sonoramente.
Me detuve al instante con el corazón en la garganta.
Inmóvil, escuché con atención.
Fuera de la ventana, el viento nocturno aullaba con fuerza. Era una noche no muy agradable. Me alegraba de encontrarme bajo las mantas calentitas.
Un nuevo movimiento hizo que las tablas de madera del suelo crujieran. Era definitivo: había alguien detrás de la puerta.
Mi cerebro voló entre un gran abanico de posibilidades, todas ellas nefastas. ¿No decían que Albus Potter y Scorpius Malfoy se habían enfrentado a unos seguidores de Quien-Vosotros-Sabéis a principios de curso? ¿Y si habían vuelto para vengarse? Una idea espantosa cruzó por mi mente. ¿Y si...? No. Pero, ¿y si... les había pasado algo a los Potter? Los señores Potter podrían defenderse solos, pero ¿qué sucedía con Albus y Lily? ¿Con James?
Ay, no.
Tanteé con la palma de mi mano y cogí la varita, que aferré con fuerza. Mis ojos trazaron un amplio arco por el dormitorio, descubriendo un plumero solitario alojado en un discreto rincón. No es que fuera un arma letal, pero tendría que servir.
Mordiéndome el labio con fuerza, me deslicé fuera de las sábanas. Mis pies, cubiertos por calcetines tupidos, apenas resonaron contra el suelo, y yo comencé a caminar con mucho, muchísimo cuidado hacia el plumero del rincón sin perder de vista la puerta.
En aquel momento, fui testigo de cómo el pomo de la puerta giraba muy, muy despacio.
El pánico se hizo con mi corazón y ya, sin importarme si hacía ruido o no, di un par de zancadas y cogí el plumero con la mano libre en el mismo momento en el que la puerta chirriaba abriéndose, dejando ver una figura alta y oscura en las sombras.
Tiré, asustada, el plumero, y éste le acertó en la cabeza al asaltante, que se echó hacia atrás.
—¡Auch!—exclamó éste, entrando en la habitación y agachándose para coger el plumero, que había caído al suelo.
Yo ya levantaba la varita con determinación cuando el otro alzó la cabeza y...
—¿James?—pregunté con la boca arriba.
James (porque sí, efectivamente, era él), se levantó frotándose la cabeza.
—Creo que desde ahora soy Moratón-Man—se quejó, dándose con los dedos en el punto donde le había acertado. Se le estaba poniendo la frente roja y, allí donde el plumero le había pegado, algo hinchado.—¿Estás loca? ¿Por qué me tiras un plumero?
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CHISPAS (a Hogwarts story)
FanfictionHarriet necesita una historia. Desesperadamente. Tras haber ganado el JEM, otorgado por el Profeta, sabe que quiere escribir, y devolver al Periodismo la buena fama que malos escritores como Rita Skeeter le han arrebatado. Por ello, en el comienzo...