Capítulo XXXVII

231 23 165
                                    

—Esto es ridículo—comenté en voz baja para mí sola.—Llevas escondida detrás de estas columnas cerca de quince minutos. No es tan difícil, Harriet, y debes salir ya.

  Asomé por entre una columna y otra, oteando la entrada a la fiesta de Slughorn. Había un par de figuras por allí, pero desde mi posición no podía distinguir si James era uno de ellos.

  Me di la vuelta y volví a esconderme detrás de una columna.

—De acuerdo—me calmé a mí misma.—A la de tres bajo las escaleras. Uno...dos...dos y medio...dos y tres cuartos...dos y tres cuartos y medio...¡esto es ridículo!

  Tragué saliva, e intenté pensar en todas las personas que confiaban en que yo fuera a dicha fiesta. Era una técnica que regularmente me funcionaba, el recordar todos los que contaban conmigo para algo.

  Victoire, quien se había esforzado tanto en prepararme para la ocasión.

  Jim, quien se había preocupado en apoyarme y en darme fuerzas para que me sintiera acompañada.

  El profesor Slughorn, a quien le había asegurado mi asistencia.

  Charlie, quien había dicho que iría para poder espiarnos a James y a mí, a pesar de que no resultaría un espionaje muy efectivo, porque sabríamos que nos estaba stalkeando.

  Ted, para poder hacer comentarios como el de aquél día en clase de Historia de la Magia.

  Y, sobretodo, James.

  James, con sus bellos ojos, su cálida sonrisa y la sensación de hogar que encendía en mi corazón.

 Torcí el gesto.

  "Deja de ser una cobarde, Harriet", pensé. "No querrás parecerte a Wallace".

  No, yo no tenía ninguna similitud con Wallace más que mi apellido.

  Y, para demostrarme eso a mí misma, salí de detrás de la columna.

  Saludé a Amanda, de Hufflepuff, y su pareja, que bajaban en esos momentos por las escaleras, y los dejé pasar primero; yo no tenía ninguna prisa. Enderecé mi espalda y, con mis dedos jugueteando unos con otros, miré hacia abajo.

  Enseguida localicé a James. ¿Cómo no hacerlo? Para empezar, era el único que combinaba una túnica de gala con zapatillas Converse negras. Aunque se había arreglado según su estilo para la ocasión, su pelo oscuro seguía estando desordenado, pero ya consideraba eso como un error de fábrica incorregible. Estaba apoyado en la barandilla de la escalera con una mano en el bolsillo y un cigarro en la otra, y saludó en ese momento al novio de Amanda y a la chica, los cuales acababan de llegar abajo.

  James me sonrió desde su posición y...ugh. Acababa de acordarme por qué me fastidiaba ese gesto en algunas ocasiones. Era tan guapo que molestaba. James Sirius Potter, quien esperaba al pie de las escaleras como un sueño.

  Pero resulta que todas mis dudas se esfumaban como por arte de magia cuando miraba a James.

  Comencé a bajar las escaleras, dedicándole un aplauso interior a Victoire Weasley por seleccionar para mí un vestido que no fuera largo. De lo nerviosa que estaba, seguro que me habría tropezado y rodado por todas las escaleras como una bola de nieve.

  A pesar de mis rodillas temblorosas, en unos instantes estuve abajo. Me acerqué a James, que mostraba su sonrisa más amplia.

—Wow... Lowell, estás muy...wow...—tartamudeó un par de veces. Se llevó las manos a las sienes e hizo un gesto como de explosión mientras sus ojos recorrían mi vestido.

CHISPAS (a Hogwarts story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora