"El asombro de Elizabeth fue indescriptible. Se lo quedó mirando fijamente, se sonrojó, titubeó y calló. Él tomó esto como una señal suficiente de estímulo, y pasó acto seguido a reconocer todo lo que sentía y había sentido desde hacía mucho tiempo. Hablaba bien; pero tuvo que exponer sentimientos ajenos a los del corazón, y no tuvo menos elocuencia al hablar de su ternura que de su orgullo."
—¿Qué tal Darcy? ¿Ya le ha propuesto matrimonio a Elizabeth?—sonrió Jim, acercándose con dos termos de chocolate.
Aquí va una pequeña confesión: desde mi punto de vista, los muggles superaban por mucho a los magos en cuanto a literatura se trataba. Por supuesto, no se me ocurriría hablar mal del increíble Beedle el Bardo, o de Bathilda Bagshot.
Pero siempre que necesitaba perderme entre las páginas de una buena historia, elegía algún título muggle. Puede que no ellos no vivieran hermosas aventuras, pero sabían inventarlas como profesionales.
—Está en ello—respondí, tomando uno de los termos que me ofrecía Jim.—Por suerte para ti, no me has dicho ningún spoiler. Y...tienes toda la boca manchada de chocolate.
Jim sacó la lengua y comenzó a lamer los restos de su bebida con ella.
Yo suspiré, y volví a concentrarme en el párrafo que leía.
Me había pasado los últimos días leyendo novelas muggles con el objetivo de encontrar la realidad más lejana a la mía y perderme en ella. Ni siquiera había querido acercarme a mi diario. No quería enfrentarme a la palabra escrita.
Aunque no me había dado cuenta hasta que fue demasiado tarde, sí que había albergado durante todo este tiempo la esperanza de que el hecho de ser la ganadora anual del J.E.M me ayudara aunque fuera un poco a conseguir alguna que otra ventaja al presentar el artículo que fuera a escribir para solicitar mi puesto en El Profeta. Pero, ¿ahora?
Había vuelto a la casilla de salida.
No, aún peor.
En un despiste, no había cumplido con aquella dichosa cláusula de exclusividad. Tenía antecedentes de ser una irresponsable respecto a mis promesas para con El Profeta. ¿En qué posición me dejaba eso?
"—Señor Darcy...".
Alcé mi taza de chocolate, pero mis labios no probaron de ella. En su lugar, el termo salió volando por los aires y lo único que pude hacer fue contemplar impotente cómo el delicioso líquido se acababa introduciendo en la garganta de James Potter.
—Eso era justo lo que necesitaba, Lowell—contestó una sonrisa impecable. ¡Sus dientes blancos al completo!
Me estaba poniendo muy difícil el intentar que me cayera mejor.
—Ah, ¿sí?—fue todo lo que contesté. Una conversación irónica con James no estaba dentro de mis planes de la tarde.
En su lugar, Jim me había convencido para aprovechar las horas libres de aquel día en los jardines exteriores. Hacía un sol tibio, y un cielo sin nubes, y aquello bastaba para que la margarita encarnada que era mi amiga deseara estar al aire libre. Jim había argumentado que serían las últimas tardes antes de que la luz sucumbiera al invierno, y nosotras nos viéramos obligadas a encerrarnos en el castillo por unos meses muy largos.
Había tenido razón.
Excepto porque yo apenas traía deberes. La noche anterior no podía dormir pensando en todo el torbellino que había sido mi artículo para El Quisquilloso y la carta de El Profeta, así que había empleado mi tiempo de insomnio en estudiar.
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CHISPAS (a Hogwarts story)
FanfictionHarriet necesita una historia. Desesperadamente. Tras haber ganado el JEM, otorgado por el Profeta, sabe que quiere escribir, y devolver al Periodismo la buena fama que malos escritores como Rita Skeeter le han arrebatado. Por ello, en el comienzo...