Capítulo XIV

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—¡Apaga el auto! — gritó Kelsey haciéndose oír por encima del ruido del motor. Las manos de Lauren apretaban el volante fuertemente mientras que su pie bailaba sobre el acelerador.

Podía hacerlo, podía esquivar a Kelsey y después huir de la escena.

Camila permanecía en silencio junto a la rubia, seguramente honrando su promesa de no causar problemas en la propiedad de la familia Holt. Si echaba a andar el auto, acabaría de una vez por todas con el problema, sería rápido e indoloro, algo que Camila no se merecía en lo absoluto, pero era la única forma de hacerlo sin que Kelsey resultara lastimada.


—Lauren, apaga el maldito auto y baja que tenemos que hablar. No seas una niña y afronta los problemas.

De manera accidental y debido a la presión que estaba sintiendo en aquel momento Lauren presionó el acelerador y el coche avanzó un par de metros, los suficientes para que la enorme maquina terminará justo frente a las chicas. Un grito ahogado se escuchó en medio de la noche y ella levantó la mirada. Solo entonces, cuando vio los ojos suplicantes de Camila y la mirada aterrada de Kelsey, entendió la gravedad en lo que estuvo a punto de hacer y pisó el freno con fuerza. se llevó las manos a la cabeza.

Podía culpar a la inconciencia, pero la realidad era que deseaba quitar a Camila del camino, quitarla de una forma completamente literal y permanente en la que no quedará nada de ella.

La presión en su cabeza era aplastante y sus pensamientos no dejaban de brotar, cerró los ojos y se vio así misma mucho mas madura y en una celda de siendo culpable de la muerte de alguien que una vez amó. Irónicamente, terminaría pagando la condena por un delito que alguien más cometió.


Con coraje se bajó del auto y azotó la puerta una y otra vez produciendo un alboroto que hizo a los vecinos encender las luces de sus pórticos y después asomarse sutilmente por una brecha de la cortina.

—Lo, tienes que calmarte. Cariño, respira. —Camila suplicaba dulcemente mientras le rodeaba la cintura con ambos brazos repartiendo besos suaves y tranquilizadores sobre su espalda. —Estoy contigo y no voy a irme. Todo va a estar bien. Solo tienes que calmarte y todo estará bien.

El estupor del momento cedió y la calidez de los brazos que la rodeaban se volvió gélida, ya no podía sentir lo mismo con aquel toque, el mismo que antes conseguía llevarla al cielo y que ahora la hundía más y mas en un abismo profundo de odio y rencor. Sintió náuseas y quiso vomitar, pero era incapaz de hacerlo, durante la cena apenas y había probado bocado por lo que era imposible que su estómago tuviera algo dentro de él.

Su pecho se movía irregular al igual que los latidos en su corazón cuando la vio parada frente a ella. Camila no era la misma chica con la que había hablado en el estacionamiento de la estación de policía, ni siquiera era la misma de su ultimo encuentro. Ya no había vida en sus ojos los cuales lucían hundidos y con demasiados desvelos debajo de ellos. Los labios que solía besar con ternura y pasión estaban agrietados y su cabello era simplemente un caos. Así era como la culpa se representaba en la gente. Era increíble lo que un par de días de descuido hacían por una persona. Lauren sonrió con ironía y Camila la imitó, ingenuamente creía que su toque había logrado romper uno de los muchos muros que la profesora construyó a su alrededor. Confiada por el avance obtenido empezó a hablar.

—Yo no lo hice Lo, te lo juro. Tori. Ella me dijo que...

—Ni siquiera te atrevas a mencionarla.

—Tengo que hacerlo. Tienes que saber que yo nuca quise...

—¡Cállate! — gritó llevando las manos a sus oídos. — No quiero escucharte.

It Will Rain (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora