Capítulo XI

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—¡Director Dalton! Espere por favor, necesito hablar con usted.

—Profesora Jauregui, lo que sea que necesite, estoy seguro de que podemos tratarlo el lunes por la mañana.

—No tardare mucho, lo prometo. —Gerard Dalton resopló mientras cerraba la puerta del auto y se acercaba rápidamente a la profesora. Lauren se permitió respirar con tranquilidad cunado lo vio acercarse, aunque no paso por alto el rostro agotado y la expresión de fastidio que tenía el hombre. Cuando ambos estuvieron frente a frente añadió. —Es importante.

—Mas vale que lo sea. Tengo que llegar a Nueva York antes de las cinco y a juzgar por el clima y el día, voy a estar encerrado en el trafico durante más de dos horas. ¿Cree que es justo?

—Lo siento señor Dalton pero este asunto es importante, no podía esperar hasta el lunes para solucionarlo.

—Hable profesora, el tiempo no esta sumando con nosotros aquí parados, así que haga el favor de decir el motivo de su inesperada visita.

—Si, lo siento. Yo... —balbuceo—Es sobre Timothy Higgins ¿sabe de quien hablo?

—Lo veo cuatro de los cinco días de la semana en mi oficina profesora, por supuesto que se quien es. ¿Qué pasa con el chico? ¿Alguna señorita volvió a quejarse? ¿O es que ha vuelto a incendiar el laboratorio?

—A decir verdad, no tenía idea que Higgins tuviera un historial tan... peculiar. Pero no, no se trata de eso.

Dalton volvió a resoplar mientras veía por tercera vez el reloj en su muñeca.

—El lunes podemos hablar sobre el comportamiento del chico y su largo historial de fechorías, pero ahora profesora, tengo una reunión a la que debo asistir.

—Quiero saber ¿porque envió a Higgins a mi clase?

—Me parece un tanto ilógica su pregunta. Si no me equivoco usted es profesora y Higgins es un alumno, por lo tanto, es bastante obvio el que usted le imparta clases. Finalmente, esto es un instituto de formación académica y por lo tanto es lo que se espera de usted.

—No me refiero a eso director. Estoy hablando del taller de literatura. El chico se ha presentado sin invitación. No es mi intención ser intolerante pero no creo que mi taller sea el adecuado para Timothy, el necesita un taller deportivo donde desfogar toda la energía que tiene.

Dalton asintió comprendiendo por donde iban las cavilaciones de Lauren y antes de que la profesora se enredara en un discurso sin fin el director levantó una mano pidiéndole silencio.

—Se a donde quiere llegar y usted bien sabe que todos los estudiantes deben tener un taller deportivo y uno cultural sin excepción. Higgins está jugando para el equipo de Lacrosse y me atrevería a decir que es uno de los mejores. El chico es listo, solamente necesita que alguien crea en él. Por eso la elegí a usted para guiar a esa pequeña y desviada cabecita por el buen camino.

—Le agradezco la confianza, pero aun así no puedo aceptarlo en mi clase, estamos llenos y no hay sitio sino hasta el siguiente semestre.

Resignando a perder su junta el director volvió sobre sus pasos y tras rescatar su maletín del asiento trasero de su camioneta hizo su camino de vuelta al instituto. Lauren contrariada por el rumbo que estaba tomando la situación lo siguió.

—¿Puedo saber a dónde vamos? —intento presionar mientras escuchaba el particular sonido que hacían los zapatos del director al chocar con la cerámica del piso.

—A mi oficina, necesito mostrarle algo.

Lauren asintió y sin decir una palabra más se limitó a seguirlo. Ninguno de los dos dijo nada por el resto del camino, únicamente podían escucharse sus respiraciones junto a una extraña melodía que provenía de algún punto lejos de donde se encontraban. La melodía se perdió completamente cuando el director cerró la puerta tras de sí para luego sentarse en su grande y cómoda silla detrás del escritorio.

It Will Rain (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora