Capítulo XXXV

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Entre tragedias, hospitales y clases, la semana transcurrió lentamente para Nicolette y excitante para Lauren cuyos planes de estudio y estrategias para los estudiantes que había compartido en la última junta, estaban dado resultados a tan solo una semana de haber sido implementados. Talentos ocultos que solían sentarse al fondo de la clase o chicos problema que fingían indiferencia cuando en sus cuadernos estaba la viva prueba de su inteligencia. Ante los resultados el director Dalton estaba tan entusiasmado como Lauren y mientras que el resto de profesores se iban a casa al terminar la difícil jornada de aquel viernes ellos decidieron quedarse para crear un proyecto de inclusión que promoviera todas las ideas y planes que habían desarrollado a lo largo de aquel día y finalmente llevarlo hasta el departamento de educación en Washington D.C.

Las esperanzas de Lauren porque su programa funcionara eran enormes y estaba dispuesta a todo con tal de que las metas que señalaba en el proyecto se cumplieran en tan solo seis meses. Si lo conseguía y el departamento de educación aprobaba el proyecto, era una realidad que al comenzar el siguiente curso el resto de preparatorias en el país estarían trabajando bajo su programa. Todo un logro para alguien que tenía apenas unos cuantos años enseñando. Ante el panorama de éxitos y satisfacciones que tenía en frente Lauren estaba emocionada y aunque fuera viernes y estuviera completamente agotada no podía borrar la sonrisa de su rostro.

Mientras que con Nicolette pasaba lo contrario. Desde que presenció aquella escena no podía sacarla de su cabeza, aun escuchaba el sonido de las sirenas y en su mente revivía una y otra vez la imagen desgarradora de Dinah llorando. Desde entonces los días para ella transcurrían en automático, como si su cuerpo estuviese programado para levantarse de la cama, realizar su rutina de higiene y luego de tomar un café mientras conducía hacia la escuela. En sus clases apenas hablaba y cuando lo hacia era solamente para recitar un dictado que los estudiantes luchaban por entender de su voz tan apagada. Nadie la había visto así y aunque los primeros días todos estaban felices y disfrutaban porque sus índices de irritabilidad estaban en cero, nadie quería la versión triste y cansada de la profesora Daddario. Necesitaban adrenalina y sobre todo conocimiento crudo y sin censura que solamente ella podía darles.

—Mientras yo fortalezco las bases profesora, me gustaría que usted trabajara en la sección de diálogo que tanto quieren los estudiantes. —Lauren levantó la mirada de la computadora y vio al director con asombro, nunca creyó que de verdad tomarían en cuenta su opinión acerca de que los estudiantes y los maestros deberían reunirse y dialogar para mejorar el sistema. Los alumnos tenían la enorme necesidad de hablar sobre lo que sentían y querían y aunque Lauren los motivaba cada día para hacerse oír mediante la escritura y el dialogo ella no estaba segura que el resto de la junta de profesores realmente estuviesen dispuestos a escuchar. Por lo tanto, que Dalton lo dijera y sobre todo aceptara la idea, era un gran logro que sinceramente nunca pensó conseguir. —Luce sorprendida profesora.

—Lo estoy. — respondió sincera mientras se acomodaba en la silla. —Jamás pensé que mi sugerencia fuera a llevarse a cabo, y menos de manera tan rápida.

—Tenía mis dudas profesora Jauregui, pero al ver que los cambios, sus cambios, que fueron implementados en las aulas, han estado funcionando. He de confesar que mi mente se abrió a una realidad. Lamento ser un incrédulo y no haber confiado en usted desde el principio, pero como puede ver, soy un viejo que tiene las creencias y costumbres muy arraigadas. Me cuesta aceptar que, así como la tecnología, la medicina y las personas incluso, la educación tambien ha evolucionado. Es difícil, pero estoy dispuesto a cambiar por el bienestar de todos esos chicos. Así que estoy a su entera disposición Profesora Jauregui.

Lauren asintió y sonrió genuinamente antes de volver al trabajo y enfocar todas sus energías en el plan que había esbozado y que gracias al director Dalton y a su mente abierta, ahora podría poner en papel y llevarlo a cabo. Había tanto que hacer que Lauren se perdió en el trabajo, olvidando por completo el mundo a su alrededor y sobre todo a la persona que la veía tras la pared de cristal que dividía la sala de reuniones con el pasillo principal.

It Will Rain (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora