Capítulo XLIII

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En algún momento de la madrugada y sin necesidad de recurrir al alcohol alcancé un punto de equilibrio mayor al que había logrado en toda mi vida. Ya no sentía frío ni calor. El miedo, al igual que lo hicieron todos, también me había abandonado y ahora me encontraba sola, al menos en estado físico, porque dentro de mi mente había un mundo aparte en el que los gritos y las recriminaciones no tenían descanso. Era como mi propio infierno personal, y por si eso fuera poco ahí estaba ella, sonriéndome como si yo fuera lo más bonito que le hubiera pasado en la vida. Mi cuerpo ya no sentía nada, era como un manto helado que me cubría y al mismo me anestesiaba de cualquier dolor que sus palabras pudieran causarme.

—El momento más solitario en la vida de alguien es cuando está viendo como su mundo se desmorona, y lo único que puede hacer es mirar fijamente. —su mirada compasiva permanecía puesta en mí y lo único que yo podía sentir era la ausencia de todo. —Se que lo estás viendo Camila porque yo también lo hago, pero la diferencia entre tu y yo es que desde mi lugar puedo detallar y decirte donde está cada fragmento que se desprendió de ti. Un golpe más y todo habrá terminado, solo tienes que arrancar ese pequeño brote de vida que aun te queda y te aseguro que todo será más fácil. Déjalo ir Camila, así ya no tendrás nada que perder y el dolor se habrá ido en poco tiempo.

—¿Lo prometes?

Mi voz era un perfecto eco en el infinito y por primera vez en mucho tiempo me sentía en paz conmigo misma, aquello era mucho mejor que beberme una botella de Whisky hasta quedarme dormida.

—No voy a prometer nada porque tengo la certeza de que así será. —nuestras miradas chocaron y en contraste con su alegre sonrisa mis labios solo formaban una línea recta. —Pero antes de que todo acabe tienes que hacer algo por mí.

—La última vez que me pediste algo las cosas no salieron bien y muchas personas resultaron heridas. —el recuerdo pareció haberla atormentando un poco y su semblante tranquilo se convirtió en una máscara tensa—Envidio a los que ahora tienen cicatrices ¿sabes? los envidio tanto que ahora mismo y sin dudar cambiaría mi herida sangrante por un corazón maltrecho y lleno de cicatrices.

—Las malas experiencias Camila, son como un piquete de mosquito, duelen al principio y conforme pasa el tiempo van sanando hasta obtener una perfecta costra que cubre la herida, pero en nuestro afán por recordar el dolor comenzamos a rascarnos y ¿qué sucede luego? la herida se abre y el dolor vuelve. Es exactamente lo mismo con el pasado y sus problemas, no estamos conformes con una vida normal y tranquila porque de inmediato necesitamos el dolor como un recuerdo de que aquello realmente pasó. Somos verdaderamente estúpidos por anhelar el pasado mientras que el maravilloso presente se escapa de nuestras manos.

—¿Pretendes que olvide lo que sucedió?

—"Perdona, pero no olvides, o saldrás herido de nuevo. —recitó voz apasionada mientras admiraba la oscuridad de la noche. —Si Perdonas cambias la perspectiva. Si olvidas, No aprendes la lección..."

—¡Yo me perdoné! —grité con furia mientras me levantaba del mullido sofá únicamente para ver como su imagen se desvanecía cuando mi mano tocó su hombro. —Es ella quien se niega a hacerlo.

—Librar nuestras propias batallas requiere de tiempo y mucha paciencia, Camila. —suspiró en agotamiento mientras su cuerpo volvía a materializarse y se situaba junto a mí. — Y la verdad siempre sale a la luz. Por lo tanto, confiemos en que no será demasiado tarde cuando la tuya finalmente surja del montón de suciedad que tiene encima.

—Dijiste que iba a dejar de doler— asintió mirándome con interés. —¿Cuánto más va a demorar? El alcohol esta dejando de surtir efecto y la verdad es que ya no me siento capaz de sobrevivir a una nueva batalla en contra de mi mente. Hay demasiada mierda allí dentro y tarde o temprano se va a desbordar. Así que dime ¿cuánto tiempo más debo esperar?

It Will Rain (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora