Capítulo LXIV

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Agosto 29

<<Sé que esta semana estuvimos hablando sobre Charles Baudelaire — empezó a decir pero rápidamente y anticipándose a lo que más de uno de sus estudiantes pensaba, Lauren añadió— Y no, no es el club nocturno que está a las afueras de Princeton. Me refiero al poeta, traductor francés, ensayista y crítico de arte al que Paul Verlaine incluyó en su lista de poetas malditos del que hablamos ayer.

—¿El borracho del realismo sucio?— preguntó una chica morena en el fondo de la sala. Era la primera que Lauren la escuchaba hablar de manera seria desde que el semestre comenzara y no pudo evitar sentir ese vuelco en el corazón al encontrar ese hueco en el cual depositar sus esperanzas. La chica no podía estar más que equivocada pero aun así Lauren asintió en medio de una gran sonrisa.

—Ese es Charles Bukowski señorita Robinson y no vamos a abordarlo hasta que estén prácticamente a un paso de la graduación. Sin embargo puedo decirles que ambos hombres eran en su mayoría bohemios, disfrutaban de placeres poco ortodoxos y eran muy inteligentes.

—Eran borrachos.

—Yo no lo diría de esa manera pero es cierto. —asintió sin despegar la mirada de la joven estudiante. —Pero como les dije en un antes, hoy no vamos a hablar de ningún poeta sino de un apartado particular en las obras de Isaak Yúdovich Azímov, nacido el 2 de enero de 1920 en Petrovichi, RSFS de Rusia y fue considerado en vida como uno de los «tres grandes» escritores de ciencia ficción. —terminó mientras avanzaba lentamente por los pasillos dejando una pila de folios que rápidamente fueron distribuidos por los mismos estudiantes.—Sobre eso tengo buenas noticias, luego de meses y meses de suplicas a la junta finalmente me fue permitido añadir el género de ciencia ficción a las listas de lecturas necesarias para cursar el semestre. Según el programa deberíamos comenzar por 1984, de George Orwell pero vamos a ser un poco rebeldes y analizaremos a Asimov mediante las 3 leyes de la robótica que se aplican en la mayoría de los robots de sus novelas. Comencemos.

<< Primera Ley de Asimov; un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño. Segunda ley; un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley.

—¿Por qué usted no se comporta cómo los demás profesores?—cuestionó una pelinegra de apellido Sánchez mientras Lauren caminaba junto a su pupitre. —¿Es que no quiere el premio?

Deteniendo su andar se giró en dirección de la estudiante y de inmediato el juego de miradas comenzó.

Con el curso recién iniciado y la carga laboral que significaban los nuevos estudiantes en el plantel, un viaje a Isla Mujeres no podía verse más que atractivo para cualquier profesor que estuviera en la nómina. Sin embargo Lauren consideraba aquella ceremonia de premios a profesores cómo una oda a la mediocridad, debido a que la mayoría de sus compañeros, al menos durante la selección, se ponían al nivel de sus estudiantes y concedían cada minuto de su tiempo laboral por un par de votos a su favor.

—Por supuesto que lo quiero pero para obtenerlo no voy a relajar mis valores y tampoco pienso adormecer mi método de enseñanza. Es cierto que el viaje es un gran incentivo pero mi única preocupación es que ustedes aprendan y que por decisión propia abandonen la cómoda ignorancia en la que están viviendo. No esperen otra cosa de mi parte más que educación.

Cada año los Princeton Awards se encargaban de convertir a la escuela en un completo caos. Todo el mundo quería ser parte de los elegidos y era entonces que los estudiantes, como jueces absolutos, gozaban de su efímero poderío. No era de extrañarse que la escuela se convirtiera en un campo de batalla entre docentes que ansiaban adueñarse de la semana de libertad que solamente los alumnos podían darles.

It Will Rain (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora