Capítulo XXIX

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Lo había intentado con todas mis fuerzas y aun así fracasé, no iba a argumentar que no estaba hecha para el amor porque claro que lo estaba, con Lauren había experimentado sus maravillas y en cada una de sus presentaciones. Ella siempre fue tan cálida y gentil cuando se trataba de mi que se me hizo difícil reconocerla en el estacionamiento de la estación. Su mirada se había vuelto gélida y su cuerpo que antes reaccionaba favorablemente a mi cercanía ahora parecía repelerme, era casi como si le diese asco. No sabia hasta que grado mi verdad le había afectado y probablemente nunca lo sabría, pero si de algo estaba segura era que, aunque ella dejara de amarme yo jamás dejaría de profesar este sentimiento abrazador que calentaba mi pecho.

Mi principio y mi final siempre se resumiría en ella.

Intenté levantarme del sofá, pero mi estado de embriaguez me empujaba de regreso. Aquella mañana la gravedad no estaba a mi favor y lo entendía, ya había jugado mucho con mi suerte durante los pasados meses. Una vez estuve a punto de ir al hospital a causa de beber tanto, pero Graham nuestro vecino de enfrente, se dio cuenta de mi estado y rápido puso en práctica los conocimientos médicos que trabajar de enfermero le habían dejado. Desde entonces él había sido mi único amigo y aunque mi capacidad del habla se había reducido a monosílabos y a gruñidos él siempre venia cada tarde y dejaba un recipiente con comida en mi refrigerador. Algunas veces no tenia ni la fuerza suficiente para levantarme e ir a buscarla por lo tanto lo dejaba pasar, con el tiempo el hambre se volvió una mera orden que mi cabeza exigía cuando creía que iba a desmayarme si algo no entraba en mi estomago de inmediato. Solo comía cuando la barra de energía en mi cuerpo estaba en alerta roja, y me alimentaba únicamente con lo necesario para seguir existiendo.

Durante aquellos meses mi estomago se fue adaptando a las diminutas porciones que le daba quedando satisfecho con apenas una cuarta parte de lo que solía comer hace tan solo seis meses. De una pizza pequeña me comía solo dos trozos y al tercero ya empezaba a sentir como mi estomago lo rechazaba y enseguida fuertes espasmos que me hacían retorcer de dolor. Mientras que con el alcohol todo era distinto, podía beber trago tras trago sin recibir ninguna queja. A veces eran dos o tres botellas por noche y cuando sentía que había sido suficiente me sometía a un grado de abstinencia durante un dia o dos. No me consideraba a mí misma como una borracha, pero sí que me sentía mejor y más tranquila cuando aquella bebida de dioses empezaba a deslizarse por mi garganta. Mi parte favorita era cuando el dolor y los recuerdos dejaban de atormentarme y se volvían borrosos hasta el grado de desaparecer dejando mi mente abierta y en paz.

El cuerpo humano era una maravilla, capaz de adaptarse a cualquier circunstancia con tal de sobrevivir. Yo estaba haciendo eso, intentaba sobrevivir en un mundo donde me sentía muy sola.

Suspiré cansada, y mientras decidía un nuevo plan de ataque me volví a tumbar en el sofá, el frío de la mañana empezaba a colarse por la ventana abierta erizándome más y más la piel, me abracé a mi misma y froté las manos en mis brazos buscando un poco de calor pero al final fue inútil como todo lo que hacía últimamente. Ni el frió se había ido y la manta con la que me cubría cada noche desde que Lauren me había dejado estaba tirada en una esquina de la habitación. Recordaba haberla arrojado allí la noche anterior antes de salir de casa y de encaminarme directa a una contienda que sabía desde ese momento, iba a perder.

Lauren, Normani y Allyson me odiaban, y aunque Dinah no había expresado ninguna emoción salvo incomodidad y desconcierto por mi presencia en el club, estaba segura que también lo hacía. En su lugar yo también me odiaría, pero al verme en el espejo no podía sentir otra cosa más que lastima y desprecio por mí misma. Me contemplaba por horas, admirando escrupulosamente aquello en lo que me había convertido mientras lagrimas sin final resbalaban por mis mejillas.

It Will Rain (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora