Capítulo XXXIII

246 21 5
                                    

—¿Conoces la sensación de congestión cuando estas enfermo? Ya sabes...esa sensación irritante de no poder respirar bien. —siempre me pregunté que clase de sentido super desarrollado tendría Tori para adivinar la presencia de alguien más en la habitación a pesar de estar de espaldas. Probablemente nunca lo sabría, pero eso no me impedía imaginarme a una superheroína en su persona. Reí suavemente y dejé mi chaqueta junto a mi mochila encima de su cama. —Yo la tengo, y ahora mismo me estoy lamentando por todos esos momentos en los que no valoré mi respiración como debía.

Sabía que Tori no hablaba de un resfriado en sí, sino de toda la gama de dificultades que estaba viviendo, pero como siempre intentaba cubrir sus miedos e inseguridades con metáforas que desviaran el tema.

—¿Sabes que es lo mejor de los resfriados? —ella negó sin apartar los ojos del enorme ventanal de su habitación. — Que son pasajeros y se curan con un poco de jarabe.

—Si fuera tan fácil como beberme un jarabe tu no estarías aquí Camila.

—No, si fuera tan sencillo como eso, ninguna de las dos estaría aquí.

—Es frustrante ¿sabes? — resoplé y terminé por recorrer la distancia que nos separaba. —Estar aquí encerrada mientras tengo la desgracia de ver por esta misma ventana como el mundo sigue su curso. Me siento tan enojada porque se que la mitad de las personas que están saliendo de ese bar no son felices y tampoco plenas—dijo con coraje mientras ponía su palma sobre el vidrio que protegía la ventana. —¡Es que ni siquiera valoran lo que tienen! Tan solo míralos, caminando despreocupados y saltándose las normas de vialidad como si la vida fuese nada, como si fuesen inmortales.

—Supongo que tienes razón. —claramente asombrada por mi respuesta a sus poéticas quejas Tori se giró y me miró con esos ojos azules tan perfectos y hermosos que tanto admiraba de ella. Supe que iba a cuestionarme y justo antes de que lo hiciera coloqué la palma de mi mano junto a la suya en el cristal. —Es como con el resfriado, no valoras tu olfato hasta que lo pierdes. Deberíamos bajar por el ascensor de servicio hasta ese bar y golpear a todos con el bastón de la señora Miller. —por fin luego de un largo fin de semana sin verla pude apreciar su sonrisa y no pude sino imitar su gesto. —Alguien debe hacerlos entrar en razón ¿no crees?

—Ven aquí. —exclamó emocionada mientras tiraba de mi mano y me llevaba hasta su cama. —Necesito grabarte mientras lo repites. Tengo que mostrárselo a Lolo y también se lo enviaré a las chicas. Con un poco de suerte consiga que sus mentalidades cambien y dejen de pensar que estoy demasiado medicada para pensar con claridad. —sonreí ante la mención de su novia y de sus amigas, que, si bien no las conocía en persona, podía deducir que eran un pelotón de ángeles que le hacían la vida mas alegre y llevadera a Tori, y me alegré porque se lo merecía. —¿Cómo ha ido la sesión? ¿Al fin pudiste recordar esa noche con tu abuela?

—La doctora Simmons dice que tengo Amnesia selectiva.

—¿Y?

—¡¿Y qué?!—repliqué evitando su mirada —No hay más. Solo no quiero traerla de regreso, me lastima y no quiero volver a deprimirme.

—¿Se lo dijiste a la doctora? —me encogí de hombros sin saber cómo responder. —Que te duele recordar y todo eso. No me creas, pero dicen que los psicólogos están ahí para escucharte y ayudarte cuando lo necesites.

—Entonces ¿por qué no estas tomando terapia?

—Soy demasiado genial para contarle mis problemas a alguien. —dijo simplemente mientras se acurrucaba entre sus almohadas— Además te tengo a ti como mi contenedor personal de problemas y quejas contra la sociedad. Gracias a ti hoy voy a dormir como un bebé.

It Will Rain (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora